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Frecuencia de placer

Frecuencia sensible. Vengo buscando esta frecuencia. Tiene que ver con belleza. Es algo a lo que vengo acostumbrándome cada vez más. La singularidad de la mirada. La belleza está en el mirar.

Veo belleza si la busco. Si la busco, la encuentro. Al haber tomado esta decisión de ir en busca de lo que me hace bien, me voy apartando de lo que me dañaba. La fijación en lo negativo. La crítica, la censura, la condena. Empezando por la que hacía contra mí mismo. El perfeccionismo. Lo inalcanzable. La programación para el sufrimiento. Esto no puedo atacarlo o modificarlo a no ser en mí mismo. Dejo de agredirme.

Me acepto como soy. Incorporo una meditación breve y efectiva, que encontré en un artículo de la Clínica Mayo, en la internet. Acepto el amor de quien me ama. Es gente en casa y en la calle. Esto me divierte y me alegra. Es una aventura. Un descubrimiento. Un reencuentro. Me encuentro otra vez conmigo mismo. El placer se presenta de maneras particularizadas. El aprecio que tengo por ciertas formas de belleza, es singularizado. Esta individuación es el puente, es lo que une.

Guardo la memoria de muchas formas bellas que han quedado en mi sentimiento. Cosas de chico y después, hasta ahora. Amarillo sobre fondo rojo. Esto no me hace invulnerable, pues todavía de vez en cuando caigo en las trampas de la sobre-exigencia. Pero me perdono. Me digo que soy humano y me perdono, una y mil veces.

Haber descubierto que el placer es siempre singular y no padronizado o genérico, me llena de alegría. Me permito disfrutar y disfruto. De la manera como hoy me es posible. Una película, una lectura, una flor, lo que veo.  

Ilustración: “El tejido del universo”

Sensación de seguridad

Aquello que ya es sabido no necesita ser pensado, basta aplicarlo. Esto disminuye la sobrecarga de pensamientos, y hace más fácil el caminar.

“Esforzaos por entrar por la puerta estrecha,” leemos en el evangelio. Es la brecha del tiempo que precede a la aurora.

Mi fuerza procede sobre todo del placer sensible, la contemplación de lo bello. Esto me anima, me alegra.

Lo comprobé ayer a la tarde, cuando una lluviecita me detuvo en medio de la caminata. Observé el rostro de una mujer que, como yo, se guarecía bajo el techo de una palhoça.

Bastó ese breve instante de apreciar su belleza, los trazos de su rostro, su mirada y su porte. Me recargué de energía.

Lo mismo lo pude comprobar al ver a mi esposa en una pose que iré a llevar a la tela. Será mi obra maestra.

Ahora ya vienen las caritas de mis nietos, mis hijas e hijos, mis hermanos, amigos, la comunidad a que pertenezco.

Es un tejido luminoso que contiene todo lo que amo. Lo que me sostiene y ayudó a llegar hasta aquí.

Mi historia, unificada punto a punto, en una composición integrada que veo con claridad y que es el piso sólido que piso.

Sigo mi camino, que es singular y al mismo tiempo entretejido con la presencia de las personas que me rodean y componen.

El aprendizaje de la vida es cotidiano. No prescinde sino incluye los libros, el arte, la poesía, las estrategias de superación que nos van dando sensación de seguridad.

Sentimiento de saber que se puede. Un día más. Un día por vez. ¡Buen día!

Ilustración: “Puntos de luz”

Vengo en hojas

Sigo volviendo en hojas

Se me antoja un modo natural de llegar

Sea como sea, sigo viniendo así

Con la benevolencia de este espacio acogedor

Aprendiendo todos los días

Saliendo de prisiones antiguas

Amaneciendo cada vez

Sabiéndome parte de una comunidad

Humanidad

Salgo a la calle y me leo, me veo

En los rostros y las miradas, en las voces

En los pasos y en las siluetas que se dibujan a mi paso

Así juntándome

Vengo en hojas.

Contemplación

Hoy salí a caminar por las veredas de mi barrio

En seguida ví una mujer vistosa

Privilegios de vivir en la proximidad de la playa

Y saber de lo saludable que es la contemplación de la belleza

Basta un flash

Una imagen instantánea

Y la energía fluye en dirección a la alegría

No se precisa mucho esfuerzo

El mínimo para prestarle atención a la vida

Así uno se realimenta

Se anima

Y sigue adelante por los caminos del día

Hasta la noche

Cuando un matrimonio amigo nos viene a visitar

Trayendo sus visiones, sones, melodías

Y la vida se realimenta una vez más y siempre

Hacia más y más alegría, felicidad, disfrute y paz.

Recordando

Pasar por aquí para recordar algunas cosas

El valor del descanso

Desconectarnos por un momento de todas las presiones

Entregarnos a la risa

La contemplación

El ver el mundo como algo nuevo

Renovarnos en la naturaleza

Unos días en Maranhão

Barreirinhas. Lençóis maranhenses

Familia

Relajamiento

Un mundo más allá de lo que nos contamina desde la industria de la “información”

Otras miradas. Otros sentimientos. Otras actitudes

Podemos volver.

 

Año Nuevo

Estar acá en este espacio de los afectos, después de un año en el que hemos tenido que acostumbrarnos a vivir más en casa, adentro de nosotrxs mismxs y en el mundo más cercano, descubriendo que todos los contactos son presenciales si es que estamos presentes.

Reuniones familiares on line, clases on line, reuniones de Terapia Comunitaria Integrativa on line. Esperar que este año nuevo ya empezado nos encuentre dispuestxs a seguir construyendo día a día, minuto a minuto, un mundo mejor.

Más amoroso, más justo, más bello. La vida sigue siendo ese transcurrir incesante hacia algo de uma bondad infinita que nos envuelve y nos espera al final del camino. No olvidar el arte, la contemplación, la oración, la solidaridad, como medios que nos integram en lo eterno.

Identidad

La necesidad de tener un lugar para mí. Un lugar a salvo de miradas indiscretas. No por tener algo que no deba o pueda ser conocido de tan terrible que pueda llegar a ser, sino más vale por un motivo muy simple. No todo debe ser público. Tenemos los humanos un lugar que debe ser solamente nuestro. Intimidad. Privacidad. Un diario íntimo. Un cuaderno de anotaciones, donde nos podamos expresar libremente.
Un lugar donde pueda yo respirar sin ser juzgado,  interpretado, aconsejado. Tengo la impresión de que ese lugar es precario, si es que vivimos en relación. He aprendido (o estoy aprendiendo) a hablar de mí mismo sin necesidad de revelar secretos. Decir de qué se trata, qué es lo que me está sacando el sueño o cuál es la piedra en el zapato, sin que deba hacer un escándalo, dramatizar, acusar, patear la mesa o dar un portazo.
No sé si esto me está llegando como consecuencia de los años, o como resultado de una mayor convivencia social virtual en la que se puede decir mucho casi sin decir nada. Puedo estar solo sin necesidad de estar solo. Basta estar conmigo. Muchas veces digo más cuando no digo nada, cuando solamente estoy en mí mismo de manera tal que todo mi ser está plenamente allí. Viendo, sintiendo, percibiendo, diciendo con un mero estar allí tan pleno que las palabras son casi o del todo prescindentes.
Creo que este aprendizaje deriva en no pequeña medida del hecho de que con relativa frecuencia me sumerjo en las páginas de libros poéticos y literarios. Ese es el mundo más real, donde la gente es lo que es, en toda su plena contradictoriedad y multiplicidad. Allí el cielo está aquí, no debe ser alcanzado porque ya es lo que uno es, es la circunstancia en que vivo, la gente con quien convivo, las corrientes subterráneas e impetuosidades que me constituyen o recorren. Tan lejos del mundo de las normas, los debe, los debería, los tendrías que, los tendría que ser no sé como. Si algo tengo es lo que soy, esta diversidad sutil y tenue, una filigrana si se quiere, cosida en el tejido fino de la vida.

¿Vida para qué?

¿Vida para qué? ¿Para cumplir papeles? Una canción responde mejor estas preguntas: Para amar, solamente para amar. Me levanto y respiro. Puedo sentir el aire. El canto de los pájaros. El cariño de mi familia.
Cosas que siempre repito y que tienen un sentido concreto y real para mí. Algo, sin embargo, me llama la atención. Vivo para mí. Puedo vivir para mí. Mi propia vida, independientemente de los papeles que soy obligado a desempeñar.
Me libero de los papeles impuestos cuando escribo. Puedo dejar de forzarme, de exigirme tanto. Ayer lo puse en práctica.
Vino un matrimonio a visitarnos y dejé que todo fuera yendo. No me obligué a tener una u otra actitud, ni a sentir o decir o hacer alguna cosa. El resultado fue que disfruté del pasar del tiempo.
Las conversaciones, la ida a la playa. Ver el mar. Antiguamente me preparaba para recibirles. Para apreciar la belleza y la gracia de la joven, y para estar a la defensiva con relación al marido. Tonterías.
No tengo tiempo para eso. Tengo poco tiempo, y ese tiempo es para mí, me tiene a mí como foco. Disfruto de la belleza pero esto no me compromete con el objeto de mi contemplación. Es algo mío, y que hago para mí.

Aprendizaje

El momento me parece propicio para una atención especial a nosotros mismos/as. Una mirada más atenta a la vida que estamos llevando.
No podíamos continuar así. Como dice el Papa Francisco, creyendo que podríamos estar sanos en un mundo enfermo. ¿Adónde estábamos yendo con tanto apuro?
La vida es un fin en sí mismo, es un objetivo a alcanzar, algo a ser disfrutado y configurado de manera propia, personal, singular.
El sistema capitalista transforma la vida en medio de vida. Entonces vivimos para alcanzar algo que no es la propia vida, no es la plenitud, la conciencia plena y unificada, la unión con todo.
La situación actual, de confinamento y aislamiento social, nos obliga a volcar nuestra atención a lo más elemental y básico, ese mínimo precioso que es la propia vida.
Lo primero que descubro es un retorno a una sensación primera y virginal. Un sentimiento de alegría y placer, confianza y paz.
La niñez. La vida en familia. Los juegos en el patio de la casa. Los malvones, que veo ahora metamorfoseados en hortensias. Rosado y verde. Una sensación inicial que permanece.
También me doy cuenta de que necesito menos cosas. Menos de todo. Menos sentimientos de culpa y rabia. Menos objetos, menos objetivos, menos pensamientos.
Más concentración y fluidez. Foco en el amor. Menos certeza de que tengo razón sobre todas las cosas y en toda ocasión.
Todas las palabras, todas las cosas, tienen significados diferentes para todo el mundo, y cambian constantemente.
No necesito repetir constantemente los mismos hábitos,  puedo abrirme a lo nuevo de este instante.
Puedo aflojar las prevenciones, el miedo, el prejuicio. Puedo hacer de mi historia un reflejo consistente que me potencializa para un vivir en paz y feliz.
Puedo disfrutar de las pequeñas cosas: un libro, una flor, un color, la voz de una persona querida, el vuelo de un pájaro.