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Invitación

Escribir es ya un primer paso. Salir de la niebla. Mostrarse. Dar la cara.

Cuando consigo empezar a decir algo, siento un alivio. Si son sentimientos que me sofocaban, los puedo llegar a ver como inconsistentes, faltos de realidad.

Si pude llegar a creer que era lo que no era, me veo tal como soy. De cuerpo entero. Mi belleza. Sí.

Gano confianza. Aceptación. Autoestima, tan necesaria.

El diccionario se empieza a formar.

Los miedos se disuelven.

Respiro.

Las letras juegan a formar palabras. Me divierte ver lo que viene. Tengo la sensación certera de ser uno solo desde el principio.

Un solo día, toda mi vida.

Esta hora de ahora, este minuto, es un año, un mes, una eternidad.

Nazco de nuevo al escribir. Por eso no paro.

Me levanto cada vez y veo que la vida sigue. Siguió siempre. Es contínua. ¡Buen día!

No desistas. Insistí un poco más.

Somos más fuertes cuando nos juntamos. ¡Vení a sumar con Consciência!

Un lugar de construcción humana. Una apuesta en la vida y la justicia.

Sensación de seguridad

Aquello que ya es sabido no necesita ser pensado, basta aplicarlo. Esto disminuye la sobrecarga de pensamientos, y hace más fácil el caminar.

“Esforzaos por entrar por la puerta estrecha,” leemos en el evangelio. Es la brecha del tiempo que precede a la aurora.

Mi fuerza procede sobre todo del placer sensible, la contemplación de lo bello. Esto me anima, me alegra.

Lo comprobé ayer a la tarde, cuando una lluviecita me detuvo en medio de la caminata. Observé el rostro de una mujer que, como yo, se guarecía bajo el techo de una palhoça.

Bastó ese breve instante de apreciar su belleza, los trazos de su rostro, su mirada y su porte. Me recargué de energía.

Lo mismo lo pude comprobar al ver a mi esposa en una pose que iré a llevar a la tela. Será mi obra maestra.

Ahora ya vienen las caritas de mis nietos, mis hijas e hijos, mis hermanos, amigos, la comunidad a que pertenezco.

Es un tejido luminoso que contiene todo lo que amo. Lo que me sostiene y ayudó a llegar hasta aquí.

Mi historia, unificada punto a punto, en una composición integrada que veo con claridad y que es el piso sólido que piso.

Sigo mi camino, que es singular y al mismo tiempo entretejido con la presencia de las personas que me rodean y componen.

El aprendizaje de la vida es cotidiano. No prescinde sino incluye los libros, el arte, la poesía, las estrategias de superación que nos van dando sensación de seguridad.

Sentimiento de saber que se puede. Un día más. Un día por vez. ¡Buen día!

Ilustración: “Puntos de luz”

Orientación

Tengo mi lugar en este mundo. En medio de la gente. Es un lugar compartido, interactivo, integrado.

Saber esto me da alegría y seguridad, confianza. Ando por la vida con la certeza de que soy y estoy entero.

El mundo cambió mucho a mi alrededor, en algunos aspectos. Sin embargo, la vida sigue igual.

Nos movemos por sentimientos y expectativas, proyectos e ilusiones, deseos y motivaciones.

Que sean aquellos que hacen de cada uno y cada una, una persona mejor.

La luz ya se extiende por el cielo y el canto de las aves anuncia la llegada del nuevo día.

Recordar que es la comunidad lo que sostiene y da fuerza. La inmortalidad y lo eterno son tesoros de lo cotidiano.

Es la belleza circundante, el acogimiento que somos capaces de dar y recibir, la solidaridad que practicamos como expresión concreta del amor.

Como bien dice Bell Hooks en su libro Todo sobre el amor, el amor es más que un sentimiento, es una práctica.

Que esa práctica y ese aprendizaje sean la guía de nuestro caminar.

Este no es un espacio de dicursos ni prédicas, sino de intercambio de experiencias. Acercate, animate.

Contanos lo que te está pasando. Juntos y juntas somos fuertes. ¡Buen día!

La fuerza de la unidad

Una mujer que me pueda amar. Este era mi sueño en los años 1970. Lo vivo hoy. Es lo que más quiero.

Esta mañana al recordarlo, me llené de alegría. No necesito de muchas cosas.

Ví todos los que fui en distintas etapas de mi vida. Era una ronda.

Lo mejor de cada uno de los que fui, soy hoy. Soy uno solo. Unificado.

Las caminatas por la peatonal de Cabo Branco siempre son una inmersión en la memoria. Integración de memorias.

Pertenecimiento es eso. La fuerza de esta unidad es formidable. Lo que sentí al verme unificado, dándome las manos en ronda, es alegría.

Confianza. Yo no me acobardé frente a los miedos. Guardo resentimientos, sí, por heridas que no cicatrizaron todavía. Trato de ser compasivo conmigo mismo, y comprender.

Comprenderme y comprender. Quienes me hirieron son personas muy queridas y cercanas. Puedo aflojar un poco el resentimiento, la rabia y la tristeza frente a la traición.

No necesito desdibujarme, ni cancelar algunos de los yos que fui. Fuí íntegro aún en los momentos de mayor sufrimiento.

La fuerza de esta unidad es una conquista. Una conquista reciente, diría. La vida es ascendente. Es un subir. Un ir llegando y seguir llegando.

Disfruto de esta sensación y sentimiento. Esta ronda de yos es lo que soy. Repito para recordarlo.

Soy escrito

Escribiendo voy encontrándome

Hago por mí y para mí

Conozco mi valor

Confío en mi fuerza

Tengo fe

Me sostengo en el amor

Creo mundos que habito

Unifico mis tiempos

Armonizo mi existencia

Escribiendo gano realidad y consistencia

Soy escrito.

Estoy conmigo

Me cuido

Estoy con quienes amo

Soy palabra.

Yo soy.

Me reconozco en comunidad

Amplío mis horizontes.

Formo parte de un movimiento ciudadano

Encuentro mi alegría

Rehago mi vida

Gano seguridad y paz.

Imagem: Escritores adolescentes

Sintonía fina

Llegar primero. Empezar el día cuando empieza para mí, no cuando se supone que debería empezar. Empezar porque quiero. Porque me gusta. Porque me hace bien. Son razones suficientes para ir abriendo espacio.

¿Y qué hacer a estas horas? Recuperar la propia agenda. La capacidad de actuar. Decidir. Hacer. ¿Qué hacer? Lo que estoy haciendo. Escribir. Publicar. Compartir. Sembrar. Seguridad y esperanza. Me he dado cuenta de que la seguridad es imprescindible. Saber qué es lo que está pasando. Seguir mi propio ritmo.

Ya pasó el tiempo en que debía mantenerme a la defensiva contra la mediocracia de turno. La gente envidiosa que anda por ahí tratando de serrucharte el piso. Ya hace tiempo que digo lo que quiero. Lo que me parece valioso. Lo que veo. Lo que hace bien. Lo que voy descubriendo de mí y del mundo.

Este conocimiento de primera mano, experiencial, nunca es solamente personal. Es comunitario. Compartido. ¿Qué me hace bien? ¿Qué me alegra? Ser dueño de mi tiempo. Por eso es que me aferro con uñas y dientes a estas horas tempranas del día. Es cuando todo es posible. Cuando puedo ser sin concesiones ni restricciones.

Es un viejo hábito que mantengo. A la altura de mí mismo en que me encuentro, sin embargo, no tengo más remedio que acostumbrarme a la cogestión. La coparticipación. La complementariedad. Así es como uno crece. Voy más lejos abriendo espacio para lo que ve alguien que está muy cerca y que ve lo que yo no veo. Entonces gano fuerza.

Me expando y crezco. Aparezco. Cuando hago lo que me hace bien, me siento bien. Es muy simple. Por eso es que insisto en hacer lo que me hace bien. Un paseo. Un contacto con alguien querido.

Un libro. Un cuaderno. Unas anotaciones. Ir buscando lo que he ido descubriendo de mí, y que me pone a tono conmigo mismo. Sintonía fina. Así voy más allá de limitaciones que por ahí me impiden de moverme.

Movimiento

Aquí rodeado de aves y sus cantos

Flores y colores

Libros y cuadernos

Mundos acogedores donde me guardo y fortalezco

Me arraigo y crezco

Mi oración y mi vida son un solo movimiento

Mi historia y mi presente se abren al unísono

Para dejar pasar este instante fugaz que es todo lo que tengo

El calor del campo

El movimiento de Jacumã

La vecindad alrededor

Han sido y siguen siendo el lugar

Donde me he venido rehaciendo y lo sigo haciendo

Renazco todas las mañanas y a la noche

Las estrellas y la luna y el cielo azul oscuro

Me guardan hasta la mañana siguiente que es esta donde escribo.