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El valor de la vida

¿Tiene algún valor la vida?

Yo creo que sí.

¿Cuál es el valor de la vida?

La cultura dominante

Valora el uso de las cosas

Las personas valen si se puede obtener algún lucro o beneficio de ellas

Las personas, sin embargo, valen aún si ellas mismas no se dan valor alguno

Después de años de subsistir en un mundo en el que la vida no vale nada o casi nada

Puede ser que hayamos internalizado esta noción de que la vida no vale nada

Vivir o morir serían cosa parecida

Hay otra parte de la humanidad que ve las cosas de manera diferente

Respirar, estar sano o sana, pasar de un día al otro, esperanzar

Para muchos(as) de nosotros(as) son algo de importancia central

Entonces el arte

Arte de vivir.

¿Qué sentido tiene la vida?

¿Vale la pena vivir?

Las guerras siembran una destrucción que se extiende más allá de las muertes de inocentes

Rompen esa misma inocencia que un niño o una niña tienen o deberían tener

Sobrevivir es una tarea imperativa

Salvar no sólo los cuerpos sino el alma

Lo que la guerra busca destruir debe ser preservado a toda costa.

Detener la guerra está al alcance de gobiernos e instituciones internacionales

Impedir la muerte afectiva está al alcance de toda persona que quiera sobrevivir.

Imagen: “El tejido del universo”

 

¿Por qué la poesía?

¿Por qué la poesía? Es lo que soy. Es lo que es.

Es donde puedo ser.

Lo demás, fuera de aquí

No necesito acatar ni atacar

Vuelvo a primer plano

Es donde puedo vivir y vivo

Así de simple.

Entonces no me presionen

No quieran que yo vaya a donde no quiero ir

No voy adonde no quiero ir

No hago lo que no quiero hacer

Así de simple

Ya las aves cantan esta mañana

Me encanta poder ser así y estar así.

No aprendí a detener guerras

Sino a sobrevivirles

Se basan en la mentira y el engano

El miedo y la duplicidad

La calumnia y la difamación

Nada que ver con lo mío

Lo mío es este venir en flores y colores

Es este ser con quienes están cerca y adentro

Es este saber que la belleza encanta y fascina

Es saber que la risa y el canto son lo que hay

Lo demás pasa y se va

Esto viene y se queda

Es lo que queda

Así de simple.

Tuve que negarme

En este mundo que niega

Aprendo a ser de nuevo

Como al principio

Y ahora estoy de nuevo aqui enterito.

La escritura como terapia

Llegar aquí es haber vencido.

La poesía es más que un género literario

Es la posibilidad de ser quien soy

Pocas palabras pero justas

Ciertas, certeras, verdaderas, reales

Toda mi historia está aquí.

Me dejo venir

Me trato mejor

Me trato bien

No me maltrato

Me sé amado

Me siento lindo

Siento el viento

Un amigo.

Soy parte y me siento parte

Escuchando me escucho

Río más

Río mucho

Río como antes

Río

Mucha bronca ya se ha ido

Otra se va yendo

Voy quedando en paz

Tranquilo y sereno

Dibujando en colores y letras

Viendo que la vida pasó y sigue pasando

Gente llegando y partiendo

Renovándome a cada instante

Página a página.

Naciendo y siendo

Duele menos aceptarme

Va pasando el dolor

Voy esperando el nuevo día

En medio de la noche que se va yendo.

¿Cómo no sería feliz si soy?

Esta pregunta afirmativa me repone a la totalidad que soy

Sentimiento y memoria

Sensaciones y colores

Multiplicidad diversa

Pluralidad unificada

Soy todo esto y soy feliz

Identidad y pertenecimiento

Razón e intuición

Imagen e idea.

Me desvío tanto cuanto puedo, de lo que me aparta de mi foco, centro y eje

La negatividad interna o externa

Lo que no me dice respecto

La vida ajena

Lo que confunde y engaña

Mi salud es una conquista diaria

Cuido la casa de Dios

El lugar que habito

Los afectos que me constituyen

La fe que me anima

Mi historia florecida.

 

Desexigiendo

Desexigiendo. Tarde de descanso. Aflojo la presión a cumplir obligaciones. Dejo todas las que puedo.

Cumplo con lo imprescindible. La sobrecarga de demandas autoimpuestas me hace daño. Presión. Cansancio. Desasosiego.

No es necesario este maltrato. El camino inverso es el que recorro en este momento. Confianza. Amarillo. Todo converge a mi favor. Sólo a mi favor.

Pongo la atención en lo que me importa. Estar bien. Sentirme bien. Dejo que vayan bajando aquí aquellas cosas que son para mi bienestar.

Menos presión. Menos exigencias. Atender lo indispensable. Esto no cuesta, o aunque cueste, se puede realizar.

Dejo deliberadamente, ciertas evocaciones dañinas que se me han pegado. Quisiera poder eliminar por completo esos recuerdos. Lo que he conseguido hasta ahora, es ponerlos en su lugar.

No son cosas mías. Respiro hondo. Medito. Me relajo. Voy hacia lo que me hace bien. Es el tesoro de mi corazón.

El amarillo condensa y resume, reúne todo lo que es valioso. Es el sol, es la luz, el fuego. Es la fuerza de lo bello, lo que anima, lo que moviliza y encanta.

Nada de esto debe ser forzado. Viene de por sí. Cambio de actitud, es lo necesario. Ver soltando la mirada.

No diré que sea sin expectativa, porque la intención es disfrutar lo bello. Es saber que depende del modo de mirar, que ese placer se realice.

La confianza sigue siendo la clave. Saber que sí, que ese modo de mirar es accesible. Se apoya en la certeza de saber que el bien no necesariamente se alcanza a través de esfuerzo máximo.

Al contrario, podemos tenerlo mediante una humilde aceptación de quien somos y de lo que podemos a cada instante.

Sensación de seguridad

Aquello que ya es sabido no necesita ser pensado, basta aplicarlo. Esto disminuye la sobrecarga de pensamientos, y hace más fácil el caminar.

“Esforzaos por entrar por la puerta estrecha,” leemos en el evangelio. Es la brecha del tiempo que precede a la aurora.

Mi fuerza procede sobre todo del placer sensible, la contemplación de lo bello. Esto me anima, me alegra.

Lo comprobé ayer a la tarde, cuando una lluviecita me detuvo en medio de la caminata. Observé el rostro de una mujer que, como yo, se guarecía bajo el techo de una palhoça.

Bastó ese breve instante de apreciar su belleza, los trazos de su rostro, su mirada y su porte. Me recargué de energía.

Lo mismo lo pude comprobar al ver a mi esposa en una pose que iré a llevar a la tela. Será mi obra maestra.

Ahora ya vienen las caritas de mis nietos, mis hijas e hijos, mis hermanos, amigos, la comunidad a que pertenezco.

Es un tejido luminoso que contiene todo lo que amo. Lo que me sostiene y ayudó a llegar hasta aquí.

Mi historia, unificada punto a punto, en una composición integrada que veo con claridad y que es el piso sólido que piso.

Sigo mi camino, que es singular y al mismo tiempo entretejido con la presencia de las personas que me rodean y componen.

El aprendizaje de la vida es cotidiano. No prescinde sino incluye los libros, el arte, la poesía, las estrategias de superación que nos van dando sensación de seguridad.

Sentimiento de saber que se puede. Un día más. Un día por vez. ¡Buen día!

Ilustración: “Puntos de luz”

Cosas que me alegran

Hay cosas que me alegran.

El barrio donde vivo, con sus ya muchos lugares guardados en la memoria.

Veredas por donde voy a distintos lugares

Árboles que ya guardo en mí

Sus raíces y su sombra

El dibujo de las palmeras sobre la arena

El mar, esa línea horizontal verde y celeste

Las personas que encuentro en los lugares que frecuento

Las memorias anteriores a este lugar

Que confluyen en este ahora.

Libros que leo y compongo

Dibujos y colores

Sentimientos de pertenecimiento

El aprendizaje contínuo del vivir

La fe que se enciende adentro mío, cosiendo mis días y mi ahora

La belleza que he sido capaz de encontrar

Esta larga caminata que no deja de sorprenderme

Y sobre todo el amor que me sostiene y contiene

Cosas que vivo hoy

Y que me ayudan a permanecer atento y abierto

Página a página

Hora tras hora

Maravillado y admirado

Agradecido por el bien que gozo

Y lo que sigo siendo capaz de generar.

Ilustración: “Letras y colores”