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Un solo tiempo

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La casa de campo

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Rehacerse

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Escritos y pinturas

Reuniones y superaciones

Familia y amistad

Fe y esperanza.

Contar la vida es juntarla

Recoger las impresiones

Un libro leído

Una charla

Un paseo

Sentimientos de unidad

La confianza que se rehace cada día

La belleza de una silueta femenina

Disfrutar el paso del tiempo

Hoja a hoja

Instante a instante

Todo junto

Un solo tiempo.

Tiempo

Ya no sé más muy bien como ni por qué

Lo que sí sé es que es cerca de media hora

Alrededor de las dos de la mañana

Es un tiempo en el que el control social

Está como si dijéramos, suspendido

O impedido de imponerse

Libre por lo tanto de cualquier obstáculo

Fluyo y vengo por aquí

A decir no sé muy bien qué

Tal vez sólo a jugar

Jugar a la libertad de poder amar

La brevedad de un segundo

Y ya se me va yendo este tiempo no sé si diría rápido

Instantáneo o qué

Eterno bello en lo fugaz

Entre dos sueños

El sueño despierto y el sueño dormido

Lo que he aprendido en enero

Y en estos días de febrero

Enfermarme para sanar

Saberme querido

Espero que Consciência siga en el aire

Esta ventana al mundo

Marzo marzo marzo

Mes de memorias

El mundo que soy y por donde ando

Esa belleza que busco y por la cual existo

Y que me sana de todas las enfermedades

Y está tan cerca y al ladito

Ahí nomás en el veredón

Haber aprendido a ser feliz, ser amado

Y estar en mi lugar dondequiera que esté

Ya me voy yendo y me fui pero volveré.

La brevedad del tiempo

La belleza de la luz del sol sobre la pared del pasillo

Sentir que la vida puede volver a empezar

Una sensación antigua

Sentir la brevedad del tiempo valoriza el tiempo. Valoriza el estar aquí.

La luz del sol me alegró esta mañana.

Cuando vine a Brasil sentí que la vida podría empezar de nuevo

Esta sensación me volvió esta mañana, en la Municipalidad de Pitimbú.

Sensación de injusticia frente al abuso. ¿Qué hice, qué hago frente a esta sensación?

Me acojo. Me recibo. Lloro. Recupero el sentimiento de haber vencido.

No descuento la rabia en la gente.

El mundo cambió. Vivir este tiempo que me toca ahora es una gloria. Es un tiempo de descuento.

Todo esto son ráfagas de un día. 8 de febrero de 2023.

Memorias fugaces y fuertes se juntan. Me refuerzan.

Foto: Aconcagua (Mendoza, Argentina)

Punto culminante

No poder dormir. Tos. Gripe. Esas cosas. ¿A quién no le pasó ya alguna vez esto? No es una pregunta retórica. Es que realmente me gustaría saber qué hacen cuando esto les pasa.

Escribir en una revista es una responsabilidad. No es largar cualquier cosa y ya está. Hay un propósito a alcanzar. Hay una finalidad. Educar. Venir a flote. Ocupar un lugar.

Algo de desconfianza hay. La normalización en marcha en Brasil se sigue llevando adelante en medio de un clima un poco enrarecido.

En todo caso, ayer llegué a mi punto culminante, y lo estoy festejando aquí con las lectoras y lectores. ¿Quién es que no tiene que vérselas con las limitaciones que el tiempo impone?

A todos y todas nos pasa. La edad va trayendo cambios a los cuales inevitablemente nos vamos a tener que ir acostumbrando. Limitaciones.

Lula tiene ya sus 77 años bien cumplidos, y le da al trabajo sin tregua. Podemos espejarnos en alguien así. Acá abajo, las cosas siguen un ritmo diferente.

Llegan los ecos de lo que sucede en las esferas políticas del estado. Pero nos toca una tarea de hormiguitas. Tratar de darle sentido al estar vivos, vivas.

Bien mejor en el clima de redemocratización en marcha. ¿Cuál es el punto culminante del que les hablaba antes?

Algo muy simple. Me reconocí y me admiré. Supe quién soy y tuve orgullo de mí. Esto es lo que me gustaría conversar con ustedes.

Cuéntenme su experiencia. Conversemos aquí sobre nosotros mismos, mismas. Todavía no me manejo bien con el lenguaje inclusivo o incluyente. Cuando, cómo y dónde usarlo. Sobre todo el cómo.

Movimiento

Aquí rodeado de aves y sus cantos

Flores y colores

Libros y cuadernos

Mundos acogedores donde me guardo y fortalezco

Me arraigo y crezco

Mi oración y mi vida son un solo movimiento

Mi historia y mi presente se abren al unísono

Para dejar pasar este instante fugaz que es todo lo que tengo

El calor del campo

El movimiento de Jacumã

La vecindad alrededor

Han sido y siguen siendo el lugar

Donde me he venido rehaciendo y lo sigo haciendo

Renazco todas las mañanas y a la noche

Las estrellas y la luna y el cielo azul oscuro

Me guardan hasta la mañana siguiente que es esta donde escribo.

Noche de vigilia

Ya se escucha el canto de un gallo. ¿Será el anuncio de la revolución? El aumentativo de pueblo puede ser revolución, dice el poema de Affonso Romano de Sant´Anna.

Sea como sea, la cuestión es que estoy de nuevo por aquí. Esta vez no es el miedo o la ansiedad por un atentado terrorista o golpe de estado lo que me mantiene atento, sino más bien un viejo hábito de habitar mi tiempo. Jugar con palabras. Jugar a divertirme.

Todo se puso tan serio de repente. Personas que encontré en mi paso por la academia, ignoraban todo sobre los clásicos de la sociología. Eran dos doctores y una doctora. No citaré sus nombres ahora, para no dar publicidad a lo que detesto. La ignorancia pedante.

Saber que pasé por la universidad tuvo y tiene distintas connotaciones. Haber pasado por la  universidad me mostró la distancia entre lo que se dice conocer, y lo que de hecho se sabe y se practica.

En mi universidad de origen, la Universidad Nacional de Cuyo, tuve ejemplos de lo que llamaré acción integrada. El casamiento entre lo que se sabe y lo que se es y practica. Esto es lo que trato de mantener vivo y activo en mí.

En otras universidades, encontré de todo un poco. Algunas personas (mujeres y hombres) cuyos ejemplos me marcaron profundamente, y cuyos nombres guardo por tratarse de mi espacio interno.

Lo que ahora me trae aquí, no es esta introducción ya demasiado larga pero necesaria, sino algo muy concreto. Mi tiempo es más bien estas horas que preceden al amanecer. Me gustaba levantarme tempranito antes de ir al Liceo Agrícola Sarmiento, en Mendoza, Argentina, donde estudiaba. Tomaba unos mates y leía escuchando radio.

Ayer tuve la alegría de escuchar al Presidente Lula y a su ministra indígena, Sonia Guajajara. Uno y la otra son personas actualizadas. Viven este tiempo. Son contemporáneas de la modernidad, o como se quiera llamar al tiempo actual.

Vivir el propio tiempo es para mí lo más precioso. Que nos roben el presente es lo más penoso. Esto último es lo que vino sucediendo durante la larga noche que llegó a su fin el día en que venció las elecciones la fórmula Lula y Alckmin.

Lenguaje. Lenguajes. Palabras. ¿Qué estoy diciendo? ¿A quién me dirijo? ¿Para qué escribo? El tiempo actual es vertiginoso. Todo es rápido. Pero la vida tiene ritmos más lentos. Despacito. Puedo vivir mi tiempo de varias maneras.

Lula y Sonia Guajajara me recuerdan que podemos vivir y de hecho vivimos nuestros propios tiempos, modos y valores, en medio de una sociedad diferenciada, en medio de gente con valores totalmente diferentes (cuando no opuestos) a los nuestros.

Lula dijo que los atentados del domingo 8 de enero son obra de personas que desconocen la realidad, tal como su mentor, fugitivo, que desde el exterior desconoce que fue derrotado por el electorado, en elecciones limpias.

Desconocer la realidad es especialidad y norma de ese contingente de gente sin rumbo ni dirección, que se deja llevar por quien le dice algunas palabras clave y le pone un dinerillo en la mano, o le ofrece cargos y poder.

Sonia Guajajara, ministra de los pueblos indígenas, dijo que su ministerio bien podría llamarse ministerio de la vida o de la tierra. Su alegría y espontaneidad fueron un regalo para mí, cansado de caras siniestras en el poder.