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La escritura como terapia

Llegar aquí es haber vencido.

La poesía es más que un género literario

Es la posibilidad de ser quien soy

Pocas palabras pero justas

Ciertas, certeras, verdaderas, reales

Toda mi historia está aquí.

Me dejo venir

Me trato mejor

Me trato bien

No me maltrato

Me sé amado

Me siento lindo

Siento el viento

Un amigo.

Soy parte y me siento parte

Escuchando me escucho

Río más

Río mucho

Río como antes

Río

Mucha bronca ya se ha ido

Otra se va yendo

Voy quedando en paz

Tranquilo y sereno

Dibujando en colores y letras

Viendo que la vida pasó y sigue pasando

Gente llegando y partiendo

Renovándome a cada instante

Página a página.

Naciendo y siendo

Duele menos aceptarme

Va pasando el dolor

Voy esperando el nuevo día

En medio de la noche que se va yendo.

¿Cómo no sería feliz si soy?

Esta pregunta afirmativa me repone a la totalidad que soy

Sentimiento y memoria

Sensaciones y colores

Multiplicidad diversa

Pluralidad unificada

Soy todo esto y soy feliz

Identidad y pertenecimiento

Razón e intuición

Imagen e idea.

Me desvío tanto cuanto puedo, de lo que me aparta de mi foco, centro y eje

La negatividad interna o externa

Lo que no me dice respecto

La vida ajena

Lo que confunde y engaña

Mi salud es una conquista diaria

Cuido la casa de Dios

El lugar que habito

Los afectos que me constituyen

La fe que me anima

Mi historia florecida.

 

Memoria

¿Cómo no sería feliz si me acuerdo?

¿Cómo no sería feliz si estoy aquí?

Es la desmemoria, la desconexión, lo que afea.

Yo recuerdo perfectamente tu silueta al caminar

Lo que es bello tiene un lugar especial

El lugar de la memoria activa

Lo que sana

Lo que da fuerzas

Lo que anima.

(Hay una belleza sin igual al estar aquí

Estar vivo tiene un sentido muy fuerte y profundo)

Arte de vivir

He venido desarrollando la capacidad de escribir, como forma de ir encontrándome. Haciendo un lugar en el mundo. Registrando la vida en mínimo, la vida vivida.

Cultivando este arte, he llegado a hacer de mí mismo mi mejor compañía. Es decir, descubro que no soy lo que había llegado a creer que era. No tengo culpa de nada. Tengo derecho a ser feliz.

Me alivio del peso de lo que no es mío. Dejo de lado lo que me hace daño, y trato de poner mi energía en lo que me hace bien. Me abro a la gente, como lo hice siempre. No me dejo confundir.

Desarrollo la capacidad de ver hacia adentro, con el corazón. Es el mismo sentido de ver, pero dirigido a mi interior. Entonces gano confianza y seguridad. El mundo interno y externo confluyen.

Me anido en el mundo. Recupero la sensación de unidad. Todos los que fui son uno solo. Es decir, tienen sus especificidades, que recupero con nitidez. Pero el hecho de que me vea hoy como la misma persona que recorrió toda esta larga jornada, me trae una fuerza singular.

Ya no vivo más con aquella sensación de ruptura, división, como si yo no fuera el mismo todo el tiempo. Claridad. Entereza. Unidad. Ya no vivo pegado a lo que me pudo haber dañado. No vivo pegado ni despegado del pasado. Vivo atento y despierto.

Mi pasado no es lo que me impusieron como maniobra de dominación. Es lo que yo viví y sigo viviendo, como triunfo contra todo lo que pudo haberme destruído o deformado. La lucha para fortalecer mi confianza interna y externa, es una sola. Nace del amor que soy capaz de recibir. Entonces me amo, como un hecho concreto.

Participo de un movimiento que se centra en la autoestima y la construcción de vínculos positivos. Es un enraizamiento en la vida. Un florecimiento. Es poesía. Es una pasión por disfrutar de cada instante.

Hacer de todo el tiempo, una oportunidad para desarrollar los talentos que me hacen quien soy. Una persona que aprende continuamente a ser feliz, cada vez más yo, cada vez más uno solo y el mismo, todo el tiempo.

Escapo constantemente del llamado a lo bajo, a la desesperanza, que se difunde sin cesar desde la televisión y las llamadas redes sociales. En la contramano, como una contradanza, ejecuto los movimientos que me centran en mi objetivo y mi meta. El arte como forma de vida. La vida como forma de arte. Me fortalezco en este juego de vencer lo que intenta destruírme.

Foto: “Jazmín del cielo”

Sensación de seguridad

Aquello que ya es sabido no necesita ser pensado, basta aplicarlo. Esto disminuye la sobrecarga de pensamientos, y hace más fácil el caminar.

“Esforzaos por entrar por la puerta estrecha,” leemos en el evangelio. Es la brecha del tiempo que precede a la aurora.

Mi fuerza procede sobre todo del placer sensible, la contemplación de lo bello. Esto me anima, me alegra.

Lo comprobé ayer a la tarde, cuando una lluviecita me detuvo en medio de la caminata. Observé el rostro de una mujer que, como yo, se guarecía bajo el techo de una palhoça.

Bastó ese breve instante de apreciar su belleza, los trazos de su rostro, su mirada y su porte. Me recargué de energía.

Lo mismo lo pude comprobar al ver a mi esposa en una pose que iré a llevar a la tela. Será mi obra maestra.

Ahora ya vienen las caritas de mis nietos, mis hijas e hijos, mis hermanos, amigos, la comunidad a que pertenezco.

Es un tejido luminoso que contiene todo lo que amo. Lo que me sostiene y ayudó a llegar hasta aquí.

Mi historia, unificada punto a punto, en una composición integrada que veo con claridad y que es el piso sólido que piso.

Sigo mi camino, que es singular y al mismo tiempo entretejido con la presencia de las personas que me rodean y componen.

El aprendizaje de la vida es cotidiano. No prescinde sino incluye los libros, el arte, la poesía, las estrategias de superación que nos van dando sensación de seguridad.

Sentimiento de saber que se puede. Un día más. Un día por vez. ¡Buen día!

Ilustración: “Puntos de luz”

Arte, Terapia Comunitaria Integrativa, poesía

Una revista puede ser un lugar para jugar

¡Son tan serios los adultos, las adultas!

No es necesario pensar en un texto tan retumbante

Puede ser el relato, la evocación

De algo importante

El reencuentro de amigos o amigas

En este caso, un viejo amigo que se cambió de casa

Y a quien no veíamos desde diciembre de 2022

Un hecho tan significativo

Un poeta cordelista

João Batista da Silva

Luchando por la vida

Hablando con sus manos

Construyendo una exposición de su obra

Escuchar a quien habla poco

Y de manera tan singular

Es de hecho renovador

Llega a animar a que deje venir mis propias voces interiores

Calladas de pronto por tantas noticias del mundo externo

Que existe, sin duda

Pero no puede superponerse ni cancelar el mundo interno

La creación es contínua.

Puedo generar alegría con hechos simples

Simplemente dejarme venir a la hoja

Se me antoja el expediente más sencillo

Traer alegría a este mes de junio que comienza

Barriendo recuerdos no tan alegres

Así lo bello sana, sana, sana, sana siempre

Es un remedio a nuestro alcance

¡Anímese, animate, vengan juntos, juntas!

Arte y Terapia Comunitaria, poesia

La vida más cerca.

Hacer juntos

Hacer juntos, juntas.

Recuerdo mis tiempos de estudiante de Sociología en la Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza, Argentina. Años 1970. Cuando trabajábamos juntos en el centro de estudiantes, no había peleas. No había disputas. Nos reíamos. Cuando me jubilaron de la UFPB en 2000, me junté al trabajo comunitario en salud en Cabedelo, Paraíba, Brasil. Con esa gente empecé a sentirme de vuelta vivo. Cuento este proceso en mi libro “Um terapeuta comunitário em busca de si mesmo” (2019). Cuento allí también cómo en 2004 empecé a colaborar con la Terapia Comunitaria Integrativa que llegaba al barrio de los Ambulantes, en Mangabeira. Había en un pizarrón escritas estas palabras: Juntos podemos resolver todos nuestros problemas.

Hoy pasaron más de 20 años de estas jornadas. He andado por Argentina, Uruguay, Bolivia, Venezuela, México. Siempre con la TCI.

Entonces ví que la comunidad es indestructible. La gente se da las manos. Se junta. Hace junta.

Ahora puedo respirar. Mi sueño de estudiante se hizo realidad.

***

Entre las actividades de ese tiempo de luz, una revista Consciencia, hecha a pocas manos. No importa cuántas sean. Importa que sean varias manos. Esto es lo que libera. Puentes.

Debe ser por eso que me agarro con uñas y dientes tanto a esta revista como a la TCI y al arte, que son una sola cosa. Si la vida no es arte, no tiene pasión ni amor, entonces no es vida, es semi-vida.

Ninguno de mis textos deja de ser una colcha de retazos, una suma, una síntesis de vida alrededor. Vida vivida, escuchada, sentida, vista.

Cuando me vi y me veo, y cada vez me veo más, una sola cosa, el mismo que fui y sigo siendo, risueño, cada vez me río más. Me río de todo y de nada. Y es la risa mía. La de siempre.

Pasó el tiempo. Siento las hojas por donde ando y que hago. Escribo para vivir. Haber rehecho mi vida, haber recuperado mi razón para vivir, es mi triunfo, que modesta y humildemente comparto en cada parto que son estas líneas.

Un dibujo, una canción canturreada o gritada, como Help. Soy el sueño que soñé.