Arquivo da tag: Conocimiento

Memoria e historia

Memoria e historia

Son inseparables

Sin memoria ni historia no hay realidad

Hay un mero vacío de inconsciencia que posibilita la manipulación

Actualmente hay una especie de inmediatismo

Una especie de intento de supresión de la memoria y la historia

Como si el mundo hubiera empezado ayer

Sin ni siquiera un anteayer o un antes de anteayer

Esto es ignorancia

La consciencia supone conocimiento de donde estoy, quién soy, de dónde vengo y qué quiero

El conocimiento impone atención, elección, decisión

Experiencia guiando mis pasos

El inmediatismo vacía el presente, ausentándome

No quiero esa ausencia ya que me suprime

La presencia es consciencia.

Vengo experimentando una presencia que me sorprende

Es como estar despertando de un largo sueño embrutecedor

La noción clara de mi trayectoria con sus desafíos que se pronongan en el presente

Abre las puertas para un aprendizaje que me incluye

Soy sujeto activo

Yo puedo

Ya que pude

No soy igual a como fui pero soy el mismo.

Esta confianza nace de una noción clara de quién soy y lo que esto implica

Veo las marcas que traigo de lo que enfrenté y superé o no

Esto me deja atento al trabajo contínuo de dejarme venir

Nacer.

La lectura me introduce en el mundo desde perspectivas diferentes y plurales

Leerme y leer me acoge e inserta en una realidad que me incluye

Esto es lectura libertadora

La educación es la clave de la humanización.

Puedo estar en paz conmigo mismo si me acepto

Si dejo afuera lo que no me pertenece y me niega.

Puedo ser feliz y disfrutar de la vida

Tengo derecho de ser feliz.

Brasil recordó ayer el golpe de estado fallido del 8 de enero de 2023

La justicia viene encuadrando a los golpistas

La estupidez se paga caro, la desinformación también

Pero sin castigo a los culpables no habrá democracia.

Imagen: X.com

Libros que van llegando

Escribo un libro que es puerto seguro. Un diario. Un registro de lo que es mi vida, de lo que fue o creí que pudo haber llegado a ser, y de mis sueños, proyectos y esperanzas.

Este juego de guardar la vida juega conmigo, ya que los libros se van configurando y desdoblando en libros subsiguientes, y así sucesivamente.

Es como una construcción en la arena al borde del mar. Leo para refugiarme y recuperar fuerzas. Escribo para verme y saber de mí. Leer y escribir son complementarios e inseparables. Cuando no leo o no escribo me falta algo. Me falta esa expansión y enraizamiento, esa pérdida de la extrañeza cuando quedo a merced de un existir meramente vacío, al cual le escapo.

La vida más próxima y contigua, aquella rubiecita que pasea con su perro por el barrio. La playa y el mar. Una conversación con una persona de la familia. Gente que me atiende en la clínica o en la panadería. Los sonidos del día que comienza. El pasar de las horas que se va constituyendo en una especie de regazo materno, donde puedo descansar confiado.

Cuando consigo resguardarme en este espacio seguro–y debo hacerlo tanto más eficientemente cuanto más arrecia la presión exterior en dirección al vaciamiento sea por el miedo o la desesperanza—más recupero la noción de mí que me devuelve un sentido de familiaridad y pertenecimiento.

 

Dos libros

Dos libros tuvieron y siguen teniendo importancia fundamental en mi vida. Ambos me llegaron en tiempos próximos.

Yo trabajaba como ayudante de investigación, viviendo de trabajos temporarios. Mi primer trabajo estable fue el de profesor en la Escola de Sociologia e Politica de São Paulo.

“Em busca de um homem sensível,” de Anais Nin. “Tabu. O que não deixa você saber quem você é,” de Allan Watts. Entre estos dos libros cosí mi vida en aquellos tiempos, y ahora.

La importancia de escribir, llevar un diario. Conocerse. Saber quién soy. Quién somos. Estas dos cosas siguen siendo ejes de mi vida. Identidad. Pertenecimiento.

Integridad

El otro día escucho un tipo decir que el papa Francisco es medio comunista.

Le respondí que el papa Francisco es católico, y que se ocupa de los pobres.

La ignorancia da la vuelta y aparece por otro lado.

El hecho de que después de incontables papas preocupados con cualquier cosa menos con la justicia social o la humanidad, aparezca el papa Francisco, debería ser suficiente alegría para el mundo.

Un papa radicalmente seguidor del evangelio. Trabajador incansable por la paz y por el respeto a las personas excluídas, por las cuales trabajó toda su vida.

La pertenencia a una u otra religión, credo u opción partidaria, no necesariamente habla en favor de quien quiera que sea.

Hay gente que se esconde detrás de rótulos. Siempre traté más bien de ser yo mismo quien estaba y está presente.

Cuando viene una provocación o una ofensa, sin embargo, salgo al frente. Los rótulos más bien esconden la realidad que la revelan.

Trato de ser más bien fiel a mi integridad. La persona que siguió un camino que la trajo hasta aquí. Sin cortes ni omisiones.

Alguien que se reconoce en una lucha eterna humanizadora, que pasa por lo cotidiano, el trabajo, la familia, la amistad, la fe, el arte, la educación, la cultura.

Argentina es eso. Una continuidad que aún con retrocesos, no se pierde. Esto es noción de patria. Es noción de sí. Noción de humanidad.

 

Tesoro

¿Qué es lo que tengo?

¿Qué es lo que anda bien en mi vida?

El amor a la belleza

El amor

El mirarme cada vez más amorosamente

El saberme cada día un poco más de vuelta yo

Enteramente yo

Construyendo y construyéndome

Sueño de mi generación y anterior a mi generación

Siguen en mí esas raíces antiguas y eternas

Profecía, sabiduría, arte, filosofía, conocimiento

Algo más que lo perecible.

Unificación del tiempo

Un solo tiempo

Presente integrado

Esto es lo que tiene sentido.

Aprendizaje incesante

Crecimiento en dirección a la integración.

Veo la belleza que veo alrededor

No es poca

Éxtasis placer, felicidad, alegría

Confianza de saber cada día

Más cerca lo que me contiene y guarda

Aquello que se perpetúa desde el origen de los tiempos

Y vuelve con el sol de cada día.

Pasado y presente

El pasado no es pasado, es presente

Sin pasado no hay presente

El presente es una renovación continua, un continuo cambio

Poder ver las cosas así es una forma de vivir en permanente renovación

Cada cosa que veo ya la ví antes, sin haberla visto

Si puedo verla sin haberla visto antes, es porque la veo ahora

Si me abro de tal manera al presente, a lo que está aquí

Todo el pasado se presenta

El que quiero y el que me asusta

El que me aterroriza y el que me anida y amansa

El que me tranquiliza y el que podría aniquilarme

Cuando escucho decir que no se debe mirar al pasado, presto atención

Querer esconder la historia es querer un perdón anticipado

Un salvoconducto para cometer nuevos crímenes

O quien sabe pueda ser también un miedo al presente que se presenta

Cuando ya sabemos que el tiempo que tenemos es finito.

No recordar, querer negar lo ocurrido, es condenarse a un suplicio infinito

Es mejor mirar, una y otra vez, lo sucedido. Hasta que pase de hecho.

Entonces sí será pasado, y no importa cuántas veces vuelva todavía

Pasará, pasará, hasta que quede sólo esto que está aquí, pleno de historia y memoria.

Ilustración: “Flores después de la lluvia.”

Perspectiva

La edad que tengo y el modo como me encuentro crean una situación en que veo las cosas y la vida de un modo singular. Así fue en otras edades también. Pero ahora quiero referirme en particular, a la perspectiva que se tiene cuando la vida está por un hilo. Esto me ha pasado ya muchas veces a lo largo del camino. Estar por un hilo.

Sea por el motivo que fuera, había de hecho, y hay, algo que no puedo dejar de tomar en cuenta. No tengo mucho tiempo. Esto pone las cosas en una manera característica. Todo gana su justo valor. Lo que es despreciable se muestra como tal. Lo que es falso se ve de manera indudable como falso. No engaña. Vos podés engañarte y creer que me engañás.

Pero yo dediqué mi vida al arte de ver la realidad. A deshacer embustes, engaños y mentiras. No quiere decir que no me equivoque también. Pero hay un sentir, una sensación, un aviso, una percepción, que me hablan con claridad. Y sé cuando estás mintiendo, así como sé también cuando estás intentando engañarme.

Saber y sentir que no tengo mucho tiempo está a mi favor, una vez más. Así fue ayer, en los sucesivos ayeres que hoy están encuadernados en este ahora. Este instante fecundo e intenso. Precioso como nada más en este mundo, te lo puedo asegurar. Esta es la perspectiva que ahora tengo.

Y no solamente por la situación en que me encuentro, sino también por el hecho de que estoy todo aquí, más que antes aún. Mucho más que antes, o tanto cuanto. Ahora tengo menos motivos para fingir, si es que alguna vez los tuve. Sigo con la misma cara de siempre. Más marcada, sin duda.

Las líneas que se dibujan en mi piel son la señal de mis caminos. Y en esta hora tan singular, aprecio aún más lo que siempre tuve como el mayor bien. Ver las cosas como son. Ser el que soy. Cada vez más yo mismo. Esta fuerza se sigue acentuando a medida que el tiempo pasa.

¿Para qué escribir?

Llegar un poco todavía dormido. No tanto que no vea las coincidencias. Amarillo sucediendo al rojo. Recordar ayer mi primer empleo como profesor, en la Escola de Sociologia e Politica de São Paulo, en 1984.

Me fui haciendo gente con esa gente. Alumnas y alumnos que recuerdo todavía. Era mi primer empleo en mi área profesional. Hasta entonces habían sido trabajos temporarios. Investigación de mercado. Investigación socio-económica. Era un salto adelante. Me sentía orgulloso.

¡Han pasado tantos años y está todo tan vivo! Aprender a enseñar. Aprender a aprender. Construir juntos y juntas. Una aventura. Además, tenía la alegría de encontrar un lugar donde era querido. Había afecto. Íbamos procesando nuestras historias de vida en una especie de cooperativa activa.

Yo aterrizaba en mi profesión y ganaba un espacio de realización personal. La vuelta al ser humano en 8 mundos. Era el comienzo. O la continuación. Nunca vi la sociología desligada de una transformación personal y colectiva. Era juntar mis tiempos. Como cuando escribo. Saber que se puede. Es necesario. Hacernos unos a los otros.

Saber que necesitamos de las otras personas para existir. Hoy me pregunto cuántos son esos mundos que nos componen. Que me componen. Nunca veo la vida como algo separado. Es junto. Es con. Así fue desde el comienzo y así sigue siendo. Hoy hay una especie de plantación de lo contrario. Que yo puedo ser sin vos.

No hay eso. Lo peor que le puede pasar a una persona es no ser ella misma. Dejar de ser para ser aceptada. Luché toda mi vida contra esto. Hay muchas personas que luchan también en el mismo sentido. La vida sólo tiene sentido conmigo como titular. Esto es ser el protagonista de la propia historia.

En parte lo conseguimos, en parte nos imponen historias ajenas. Librarnos de lo ajeno es la tarea. En eso estoy. Lo que más bronca me dio siempre, y me sigue dando, es la persona disociada. Vive de un modo totalmente contrario a lo que quiere hacer creer. Trato de que no me suceda. No es fácil, porque no siempre tenemos el control sobre lo que sucede.

¿Qué escribir? ¿Qué decir o no decir? Dejar que venga la palabra. Jugar a poner letras al renglón. Como cuando en el internado nos obligaban a hacer caligrafía. Ahora nadie me obliga ni estoy internado. Me interné en mí mismo y lo sigo haciendo. Esta internación es de nuevo una aventura. Un descubrimiento que me trae placer y alegría. Tranquilidad.

Es como irme dejando llevar por la realidad. Así de pronto la vida es buena. Me alegra estar vivo. Estar sano después de todos esos días de tos. Sin miedo de morir. Y sin miedo también a tener miedo de morir. No me gusta la muerte ni la idea de la muerte. Me alegra que Brasil esté saliendo de las tinieblas del régimen ilegal implantado en 2016.

Es pésimo vivir bajo amenaza de muerte. No es sólo la muerte física. Sino la otra, la peor. La muerte moral. La muerte interior. El estar muerto o muerta sin saberlo. Trato de que no me pase esto. ¿Cómo lo hago? Trato de estar presente en lo que hago. Con la totalidad de mi ser. No doblarme de continuo a las exigencias del medio.

No necesito estar transigiendo siempre. Ni tampoco estar chocando siempre. Puedo cambiar de perspectiva. Hay cosas que no puedo cambiar. Puedo cambiar mi actitud. En vez de sentirme víctima de comportamientos ajenos, tomar distancia. Verlo de otro modo. Dejar pasar. No como actitud permanente, pero como posibilidad.

Abrirme al amor. Esto me airea más que todo. En el fondo soy un tipo simple. No he seguido otro camino en mi vida. Descubro que no importa los años que tengo, lo que sí importa es lo que soy. Y lo que soy lo hago a todo instante. Esto me amiga con la vida. Y aunque parezca mentira, también con la muerte.

No me asusta lo que pueda pasar, ya que estoy aquí. Estando aquí es más fácil. ¿Qué es lo que trato de evitar a toda costa? El no ser yo. El peor martirio es ser el propio enemigo, la propia enemiga. Esto es lo que no debe ser. La amistad conmigo mismo. En eso estoy.

Renacer

Ya se escucha el canto de las aves. Ahora ya falta poco para que salga el sol. La luna detrás de una nube. Y los edificios de la ciudad en el horizonte.

Nada tan bueno como vivir la propia vida. El corazón contento lleno de alegría. La belleza que llama a disfrutar nuevamente de la jornada. Aprendiendo a vivir en relación sin rendirme. Lo supe desde siempre. Es que ahora es más consciente.

Junto mis tiempos cuando escribo. Imposible no conectar la alegría que siento, con el momento que se vive en Brasil. La diversidad en movimiento. La inclusión social y la integración social como pauta del gobierno de Lula. Es volver en el tiempo. Mis tiempos de estudiante.

No dejo de tener los mismos no sé si llamar de defectos, ya que trato de no juzgarme ni condenarme, pero sí características. Sea como sea que yo soy, es así como me quiero, y esto es ahora algo concreto, pleno y lleno de significado. Dudas, inseguridad, incerteza. Forman parte de la vida.

Más bien veo que mi eje principal sigue siendo lo bello. Lo que anima. Lo que mueve y le da sentido a la vida. Un día comienza y es una especie de preludio de las alegrías que vendrán. Mi foco es cada vez más lo que está siendo. Lo que está aquí.

He ido construyendo y sigo construyendo el mundo en que vivo. Aprendo que existen otras personas además de mí. O además de yo. Yo y las demás personas. Esto que parece una banalidad, está muy lejos de serlo.

Definir y comprender las propias fronteras, discernir los contornos de los límites dentro de los cuales existo, es toda una ciencia. ¡Está lleno de gente que desconoce esto tan fundamental y simple! Antes me dedicaba a enfrentarles y condenarles.

Ahora más bien trato de defenderme de los eventuales inconvenientes que puedan llegar a derivar de la proximidad o contacto con tales seres. No me confundo más, o no me confundo tanto. Sé que tengo un tiempo determinado de vida, que espero esté bien distante.

Sin embargo, mantengo a la vista y a la mano, los recursos que aprendí a descubrir y usar en esta ya larga jornada. Esto me junta conmigo mismo. Disminuye o se extingue la guerra interna. No me disocio más, o casi no más.

Al ser uno, unificado en todos mis tiempos, más bien fluyo con cierta tranquilidad, en un mundo aparentemente tan diferente del que viví, pero sin embargo tan esencialmente igual a cualquier tiempo anterior. Ya no me siento un exilado en el tiempo.

Miro a la gente con sus hábitos y características, y no me siento tan distante de lo que veo. Un trayecto breve entre dos eternidades. Mucha más perplejidad que certezas. Y no sé si por eso mismo, más sorpresa a cada instante.

Y una seguridad que brota de este ir mapeando mi estar aquí, lejos de las rotulaciones que pretenden decir mucho sin decir nada o casi nada. El haber juntado mis tiempos en este ejercicio diario del vivir, me reconcilió conmigo mismo.

Sé que soy el mismo que empezó este camino hace ya tanto tiempo, allá en mi Mendoza querida. Una Argentina que aprendí a amar trabajando para que todas y todos tuvieran derecho de vivir y estudiar. Este sueño mío se viene realizando en el Brasil de Lula.

Y me veo reflejado en la alegría de este pueblo que ahora vuelve a ser feliz. La maldad y la perversión capitalista no son un invento de la izquierda. ¡Son una afrenta a Dios y a la humanidad! Me alegra estar participando otra vez de un renacer que es personal y colectivo, comunitario, al mismo tiempo.