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Perspectivas

Tener un lugar para compartir experiencias. Crecer en la escucha del mundo y de mí mismo

¿Será que reduje mi vida al circunscribirme al amor?

Puedo elegir adónde mirar

Si para mí la felicidad es el amor de una mujer

Eso es circunscribirme, sí

Lo que no es, es una reducción

Es una concentración

Una focalización y un enraizamiento

Una reorganización de mi estar en el mundo

Vivo una vida particularizada

Esto pone mi atención en los detalles

Las estaciones de la vida

Lo que me toca ahora

No necesito tantas cosas

Son más bien algunas poquitas

El registro de lo vivido me repone en la realidad

Me trae de vuelta de lo que se trata de imponer desde los medios

Los miedos plantados, suplantados, replantados

No soy ominpotente ni impotente

Me abro a mí mismo y al mundo

Y esta conjunción, esta confluencia, me va liberando de prisiones

El presente me sorprende y me apoyo en lo más próximo y cercano

Sabiendo que no dejará de haber tropiezos

Y a cada uno de ellos deberá sucederle una reorganización de perspectivas

Aprendo a estar en el mundo de maneras diversas

Poetizando.

Unificadamente

Ya se ha transformado casi en un lugar común llegar a este lugar diciendo que vengo como si estuviera atendiendo a una invitación. En realidad lo es. La búsqueda de sí mismo es una tarea continua.

Disponer de esta ventana al mundo es un privilegio. Un espacio de encuentro que me ayuda a constantemente prestar atención a las maneras como vivo. La prisa continua e inútil, que está implantada como si fuera natural.

No necesito estar corriendo todo el tiempo. Puedo parar. Vengo tratando de parar, como tantas personas que he escuchado en las rondas virtuales de Terapia Comunitaria Integrativa.

¨¿Adónde estábamos yendo tan apurados?¨ preguntaba el papa Francisco al comienzo de la pandemia. Yo sigo preguntándome: ¿por qué todo este apuro? ¿Es que no puedo quedarme aquí? ¿Tengo que salir a toda velocidad?

¿Tengo tantas cosas que hacer que casi no puedo prestar atención a mi estar aquí? Las personas con quienes convivo o me relaciono, el ambiente a mi alrededor, los pájaros, las flores, el cielo, el mar, la ciudad, las veredas, todo merece atención.

¿Si no estoy aquí adónde estoy? La busca de un centramiento, una presencia atenta al presente, me viene ayudando a focalizarme. Viene en mi auxilio como siempre, la atención a lo que veo en mi interior.

Una flor violeta que crece en mi jardín, y que ahora la veo con contornos no demasiado claros. La escucha a quienes están cerca. Las voces internas que me ayudan a elegir el camino justo. El amor que es el centro y el eje de la vida.

Cuando presto atención al presente me conecto. La conexión es simple y directa, no es mediada. Necesito saber que puedo estar aquí.

Esto significa que todas las dimensiones que me constituyen, así como constituyen a todo ser humano, están plenamente en acción. Lo racional y lo intuitivo.

Los deseos, los sueños, las emociones, la voluntad, las decisiones, lo imaginario. Todo este universo que recorro y unifico al escribir. Por eso es que sigo viniendo a esta página.

Este es un lugar para compartir experiencias de vida. Leo el libro de la escritora feminista Anaïs Nin (The Novel of the Future).

Un fuerte estímulo para una reconciliación con la multiplicidad y diversidad que nos constituye como seres humanos. Somos más, mucho más que esa deformación grotesca con que tratan de identificarnos desde la subcultura despersonalizante.

Arte y religión. Vida cotidiana. Son vías de rescate de nuestra totalidad. En mi libro Max Weber: ciencia y valores (Buenos Aires: ed. Homo Sapiens, 2005) presento mi lectura de una sociología involucrada con esta tarea de rehacer la unidad del vivir.

Más y menos

El bombardeo cotidiano de informaciones sobre lo que no podemos cambiar puede generar impotencia, desesperanza, apatía.
La vida humana transcurre en el espacio de la propia persona, la familia y la comunidad. La pandemia nos obliga a quedarnos en casa. Podemos volver la mirada hacia nuestro propio interior, en vez de criticar tanto a los demás. No estoy diciendo que debamos omitirnos acerca de lo público, del espacio del estado o las instituciones, una vez que esa actitud tiene efectos dañinos sobre la vida.
Lo que creo que puede hacernos bien, es focalizar más en nosotros mismos, mirarme yo a mí mismo, quién soy, de dónde vengo, qué he hecho de mi vida, qué quiero seguir haciendo cuando la pandemia acabe, y cuales son aquellas cosas que me doy cuenta que no quiero más, no eran mías, eran implantes externos que no reconozco como propios. ¿Qué quiero para mi familia y para mi comunidad? ¿En qué quiero aplicar mi energía?
En mi caso personal, estoy valorizando más la respiración, la risa, el trabajo manual, la lectura, el estudio, la conversación clara y focalizada, la constatación de que estoy presente, y qué es lo que ocurre en el presente. El valor del placer positivo, es decir, aquél que no provoca daños. La gratuidad como un don del espíritu. Las cosas que no se compran.
Dejar de darle tanta importancia a lo genérico y tratar de ver lo singular, lo particular, lo individual, lo único, lo original. Más arte, menos información. Más cultura, más historia, más filosofía, más oración. Ahora el sol está brillando en el cielo y los pájaros cantan alrededor.

¿Vida para qué?

¿Vida para qué? ¿Para cumplir papeles? Una canción responde mejor estas preguntas: Para amar, solamente para amar. Me levanto y respiro. Puedo sentir el aire. El canto de los pájaros. El cariño de mi familia.
Cosas que siempre repito y que tienen un sentido concreto y real para mí. Algo, sin embargo, me llama la atención. Vivo para mí. Puedo vivir para mí. Mi propia vida, independientemente de los papeles que soy obligado a desempeñar.
Me libero de los papeles impuestos cuando escribo. Puedo dejar de forzarme, de exigirme tanto. Ayer lo puse en práctica.
Vino un matrimonio a visitarnos y dejé que todo fuera yendo. No me obligué a tener una u otra actitud, ni a sentir o decir o hacer alguna cosa. El resultado fue que disfruté del pasar del tiempo.
Las conversaciones, la ida a la playa. Ver el mar. Antiguamente me preparaba para recibirles. Para apreciar la belleza y la gracia de la joven, y para estar a la defensiva con relación al marido. Tonterías.
No tengo tiempo para eso. Tengo poco tiempo, y ese tiempo es para mí, me tiene a mí como foco. Disfruto de la belleza pero esto no me compromete con el objeto de mi contemplación. Es algo mío, y que hago para mí.