Arquivo da tag: Intención

Contemplación

Hoy salí a caminar por las veredas de mi barrio

En seguida ví una mujer vistosa

Privilegios de vivir en la proximidad de la playa

Y saber de lo saludable que es la contemplación de la belleza

Basta un flash

Una imagen instantánea

Y la energía fluye en dirección a la alegría

No se precisa mucho esfuerzo

El mínimo para prestarle atención a la vida

Así uno se realimenta

Se anima

Y sigue adelante por los caminos del día

Hasta la noche

Cuando un matrimonio amigo nos viene a visitar

Trayendo sus visiones, sones, melodías

Y la vida se realimenta una vez más y siempre

Hacia más y más alegría, felicidad, disfrute y paz.

Unificadamente

Ya se ha transformado casi en un lugar común llegar a este lugar diciendo que vengo como si estuviera atendiendo a una invitación. En realidad lo es. La búsqueda de sí mismo es una tarea continua.

Disponer de esta ventana al mundo es un privilegio. Un espacio de encuentro que me ayuda a constantemente prestar atención a las maneras como vivo. La prisa continua e inútil, que está implantada como si fuera natural.

No necesito estar corriendo todo el tiempo. Puedo parar. Vengo tratando de parar, como tantas personas que he escuchado en las rondas virtuales de Terapia Comunitaria Integrativa.

¨¿Adónde estábamos yendo tan apurados?¨ preguntaba el papa Francisco al comienzo de la pandemia. Yo sigo preguntándome: ¿por qué todo este apuro? ¿Es que no puedo quedarme aquí? ¿Tengo que salir a toda velocidad?

¿Tengo tantas cosas que hacer que casi no puedo prestar atención a mi estar aquí? Las personas con quienes convivo o me relaciono, el ambiente a mi alrededor, los pájaros, las flores, el cielo, el mar, la ciudad, las veredas, todo merece atención.

¿Si no estoy aquí adónde estoy? La busca de un centramiento, una presencia atenta al presente, me viene ayudando a focalizarme. Viene en mi auxilio como siempre, la atención a lo que veo en mi interior.

Una flor violeta que crece en mi jardín, y que ahora la veo con contornos no demasiado claros. La escucha a quienes están cerca. Las voces internas que me ayudan a elegir el camino justo. El amor que es el centro y el eje de la vida.

Cuando presto atención al presente me conecto. La conexión es simple y directa, no es mediada. Necesito saber que puedo estar aquí.

Esto significa que todas las dimensiones que me constituyen, así como constituyen a todo ser humano, están plenamente en acción. Lo racional y lo intuitivo.

Los deseos, los sueños, las emociones, la voluntad, las decisiones, lo imaginario. Todo este universo que recorro y unifico al escribir. Por eso es que sigo viniendo a esta página.

Este es un lugar para compartir experiencias de vida. Leo el libro de la escritora feminista Anaïs Nin (The Novel of the Future).

Un fuerte estímulo para una reconciliación con la multiplicidad y diversidad que nos constituye como seres humanos. Somos más, mucho más que esa deformación grotesca con que tratan de identificarnos desde la subcultura despersonalizante.

Arte y religión. Vida cotidiana. Son vías de rescate de nuestra totalidad. En mi libro Max Weber: ciencia y valores (Buenos Aires: ed. Homo Sapiens, 2005) presento mi lectura de una sociología involucrada con esta tarea de rehacer la unidad del vivir.

Dirección, sentido y lugar

En mi cabeza se repite que no tengo dirección ni sentido, ni lugar. Pero no es cierto. Tengo dirección, sentido y lugar.

La mente miente, como dice Adalberto de Paula Barreto. En realidad, tengo muchos sentidos, direcciones y lugares.

El lugar central soy yo mismo. Aquí se organiza y se ordena todo. Mis sentidos principales son estar atento, estar presente, ser feliz y ser pleno.

Estas son también mis direcciones, mis intenciones, y mi atención. Este abanico de posibilidades y de orientaciones es lo que me mueve a vivir de la manera como lo hago.

Busco la belleza, estudio poesía y literatura, escribo sobre lo que voy viendo y viviendo. Vivo centrado en estos ejes.

Debido al hecho de que yo tengo todo tan claro y organizado, mi vida es una maravilla. Aún los tropiezos o malentendidos cotidianos me divierten, me muestran cuánto tengo que aprender para convivir de manera más armoniosa con las personas y con el ambiente.

No uso simplemente mi cuerpo, sino lo habito. Respiro, siento el piso bajo mis pies cuando camino, presto atención a lo que escucho y a lo que veo.

Trato de ir cosiendo lo que voy viviendo integrándolo, integrándome. Entonces en vez de chocar con los/as diferentes, crezco con las diferencias.

Deshago las confusiones de pasado y presente, que frecuentemente me hacen tropezar. ¿Cómo lo hago? Mirando lo que está aquí o lo que está ocurriendo adentro mío y a mi alrededor.

Entonces veo que no hay amenazas, al menos no tan frecuentemente como muchas veces me parece.

El mundo es más confiable de lo que me quieren convencer. Aún en situaciones de peligro real, siempre supe reaccionar de manera adecuada.

Pongo distancia en relación a los mensajes de las llamadas redes sociales y de los llamados medios de comunicación, que siembran confusión, miedo y desconfianza. El mundo es más acá, es más mío, más a mi modo, más amoroso, más amistoso.

Vida como arte

No tengo la pretensión de estar diciendo cosas nuevas. Solamente me creo en el deber de decirlas y lo hago. Ceder a la tentación de dejar que las cosas sigan su curso es de alguna manera creer que la omisión es buena consejera.

En este caso, no lo es. Me refiero específicamente a algo que viene llamando la atención de personas que se preocupan con la comunicación y con el contacto humano. ¡Cómo nos hemos ido habituando a un trato mecanizado, automático!

Mensajes instantáneos, muchas veces sin la necesaria reflexión. Los tiempos de espera parecen haber sido abolidos. En la medida en que cedemos a la reacción, vamos quedándonos afuera del proceso comunicativo. La reacción tiene su momento. Pero no puede ser la manera única como nos relacionamos con los demás.

El estar aquí es una oportunidad para que nos relacionemos con lo que nos rodea, con nosotros/as mismos/as desde una actitud de contemplación, observación, atención, intención y propósito. Esto es propiamente una actitud humana. Ver qué es lo que está sucediendo dentro y fuera de nosotros/as mismos/as, para que seamos los sujetos de la acción.

De no ser así, fácilmente el comando de nuestra vida cae en manos de mecanismos de dominación y manipulación cada vez más sutiles y por eso mismo más poderosos. ¡Cuánto de nuestro tiempo se pierde prestando atención a lo que las empresas de comunicación nos obligan a pensar! La vida se va yendo minuto a minuto, sin cesar.

Volver la atención a lo más íntimo e inmediato es una manera de recuperar el espacio propio. El arte nos ofrece esta posibilidad. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de construirnos como persona. No me refiero al arte como la producción o disfrute de obras de arte (poesía, literatura, poesía, teatro, cine, baile, etc.) únicamente, sino a la vida como arte.

La posibilidad de hacer nuestro cada instante. Puedo salir de situaciones que parecen sin salida usando recursos propios y comunitarios, culturales. Esto es potenciar la existencia. El humor que me permite relativizar las situaciones más dramáticas. Positivar lo que parece inevitable y fatal. Ser capaz de ver lo que gano en todo momento. Esto lo puedo compartir porque lo veo en el panorama de lo que ha sido y está siendo mi vida.