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¿Cómo veo la Terapia Comunitaria Integrativa como práctica de cuidado?

(Antes de responder, espero que la pregunta llegue al lugar que soy, adonde estoy. Así no será una respuesta automática.

¿Cómo lo que hago se inserta en mi historia de vida?

Cuando trato de responder a la pregunta que me formularon, surge esta otra pregunta. Entonces es toda mi historia de vida la que sale a flote.)

Veo la TCI como una práctica de cuidado, en los siguientes sentidos. El primero y más importante, es una práctica de acogimiento. La persona es aceptada en un espacio acogedor, es escuchada atentamente, no recibe consejos, ni interpretaciones, ni análisis, ni recetas, ni sermones.

La persona se escucha y se ve a sí misma en la ronda de la TCI. Sabe de si misma al escuchar a otras personas.

El segundo aspecto es que veo la TCI como una práctica de inclusión social. A través de la acogida, la persona se conoce a sí misma, sabe que tiene un lugar, un pertenecimiento. Viene a saber que no está sola, que tiene recursos comunitarios a su disposición.

En tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, la persona sabe que tiene un valor. Su experiencia de vida, sus estrategias de superación, sus dolores resignificados, sus cualidades personales, son apreciadas y valoradas, sirviendo para que otras personas también puedan comprender y superar su sufrimiento.

De esta manera, la TCI funciona como un espacio para la recuperación de las personas. Una vez que la sociedad más amplia y los patrones culturales dominantes a menudo tienden a empujar hacia la despersonalización, aquí se hace el camino contrario. Recuperamos nuestro propio rostro, nuestro sentido de vivir, nuestra confianza en nosotros mismos, en nosotras mismas, y en la comunidad. El futuro se rehace como un lugar esperanzador, y no sólo como algo incierto hacia el que se avanza sin ánimo ni estímulo.

En lugar de simplemente vegetar o aguantar, la vida se transforma otra vez (o por primera vez) en algo significativo.

La inclusión social y el cuidado comienzan conmigo, con la propia persona, se extiende a quienes están cerca (familia y comunidad), e inclusive hasta la humanidad, que deja de ser algo abstracto y lejano.

La TCI no es una práctica caritativa ni asistencialista. Es una recuperación de personas que se realiza horizontalmente, en un espejamiento recíproco que tiene un efecto liberador, de contención y potenciación de la autoestima y de las ganas de vivir.

Por último, pero no menos importante, veo la TCI como una práctica de recuperación total e integral de la persona humana. Es decir, no se trata de privilegiar tal o cual aspecto del ser que somos, sino la totalidad de nuestras dimensiones, en un acto que bien puede calificarse de liberador y restaurador.

Todo el ser que soy, en todo su complejo entrelazamiento, puede ser ejercitado y practicado en el espacio terapéutico-comunitario. No hay priorización, sino uma intersección integrada e integradora de saberes y de dimensiones de vida. La fe, la familia, el sentido común, la academia, los chistes, las risas, las canciones, la poesía, la vivencia cotidiana, todo tiene su lugar.

No hay jerarquizaciones opresoras o domesticadoras. Lo natural se armoniza, o tiende a armonizarse, con lo social.

En un mundo donde vemos frecuentemente la presión de las estructuras de poder y dominación social y económica, estrujando a las personas, asfixiándolas, sacándoles el aire, en la TCI, al contrario, la vida se recrea en un ambiente de fiesta, de alegría, de refuerzo de lazos positivos que animan y dan esperanza.

El cuidado conmigo mismo, en este momento de mi vida, está en primerísimo lugar. Amarme a mí mismo, aceptar el ser que soy sin restricciones. Adoptar mi historia de vida, poniendo cada cosa en su debido lugar, como en una biblioteca. Aprendiendo a abollar y a tirar lo que no sirve. Aprendiendo a borrar, para dejar la basura en la basura. ¡Y que venga la primavera, en cada estación, en todas las estaciones!

Terapia Comunitaria Integrativa en español

Puede ser que yo haya estado aparentemente ausente de las rondas de TCI en español de los viernes. Pero no es así. No puedo estar ausente de un lugar que se fue haciendo podría decir indispensable para mí.

Lo mismo digo de la Red Internacional de TCI en Español. Es que la vida me trajo de vuelta a Mendoza, el lugar donde nací. Y estoy viviendo días en familia. Extrañando en varios sentidos mi tierra natal. Tan rica y próspera aparentemente. Tan diferente de Joao Pessoa, donde vivo habitualmente.

Ahora la calandria canta anunciando la llegada del nuevo día. Este espacio de TCI en español se fue haciendo muy valioso para mí. No menos que las rondas en portugués, debo decir. Pero hablar de mis sentimientos entre ustedes, reverme, rever mi historia en español, tiene un sentido especial. Es mi lengua materna. De aquí vengo.

Migrante. No dejé de ser un migrante. Hay cosas que solamente supe al escucharlas en español, en rondas de TCI en español. Hay veces que las palabras desdicen lo que queremos decir. Entonces es mejor escuchar. Escucharme. Escuchar. ¿Adónde quiero llegar? Adonde estoy. Ser migrante me enseñó esto. El ir llegando.

Lo vi claramente en el texto de Adalberto Barreto, “As dores da alma dos excluidos no Brasil.” Y sigo viendo que el proceso de regreso es continuo. A menos que yo esté plenamente atento y presente, podré estar perdiendo la vida, que es sólo de ida. Por eso es que les escribo. Por eso es que escribo.

Por eso es que estoy con ustedes aun no estando. Sigo escuchando el canto de la calandria, y la luz del día ya se va mostrando en el cielo. Tengo la sensación muchas veces de estar en un mundo extraño e inaccesible, hasta cierto punto. En otros momentos me parece que con toda la tecnología y modernidad imperante, nada cambió o casi nada.

La vida sigue siendo ese lento e imperceptible ir transcurriendo. Ir pasando, como dice el poema de Jorge Luis Borges, “Arte poética.” Hay muchas cosas que aprendo con gusto y no sin cierta perplejidad. El lenguaje incluyente o inclusivo.

Les agradezco la atención y la resonancia que me brindaron en muchos momentos. Hemos construido vínculos. Pertenecimiento. He podido ver de otra manera, hechos y sentimientos que me esclavizaron en el pasado. Me encadenaban a un pasado que ni siquiera era mío.

Me toca ahora habitar un presente del que soy un visitante inesperado. Alguien que de pronto se admira de estar donde está y de ser quien es. Esto lo registré en mi libro Um terapeuta comunitário em busca de si mesmo. Es el nacer continuo. Poiesis. Les puedo asegurar que formar parte de esta red es y seguirá siendo para mí esencial. Gracias!

Despegarme del pasado no es olvidar

Es dejar de estar preso a una cadena causal

A una idea de que porque me sucedió esto y aquello

Entonces soy así.

Yo no soy así porque me pasó esto o aquello

Soy así porque decidí ser así

Decidí ser como soy

En medio de las circunstancias que me tocó vivir.

Mis libros on line / meus livros

Um Terapeuta Comunitário em busca de si mesmo (clique aqui)

 

Sociologia itinerante (clique aqui)

 

Libertatura (em portugués) (clique aqui)

 

Libertatura (en español) (clique aqui)

 

Terapia Comunitária: Reflexões (clique aqui)

 

Terapia Comunitaria: Reflexiones (clique aqui)

 

Déjalo ser – Diario de un despertar (clique aqui)

 

Juego de reflejos (clique aqui)

 

Folhas recolhidas (clique aqui)

 

Mirada Poética (clique aqui)

Hay más lugar

Hojeando las anotaciones de las rondas de TCI de 2020

Me viene un regocijo

Hay más lugar

Sé más de mí

Me veo mejor

Tengo más recursos

Veo mis cualidades

Me quiero más

Me exijo menos

Pertenezco a un colectivo poderoso y acogedor

Sensible y sabio

Tengo una sensación de fortaleza

No soy perfecto

Soy como una planta

Soy creador

Soy capaz

Seguiría enumerando ecos y resonancias

Pero prefiero parar por aquí

Este archivo, este diario

Es como un mapa de mí extendido

Desactivando el mecanismo de la violencia interior

La reacción automática

Un lago y un espejo

El sentir nos une

Nos conecta

Me empodero al verme mejor

Mi historia es repetida e inédita

Soy un vencedor

Nazco constantemente

No tengo edad

Mi foco no es la basura sino la belleza

Flores, flores, y flores

Amor. Paz. Felicidad. Familia.

La fragilidad me une a mí y a vos.

 

¿Por qué Terapia Comunitaria Integrativa en español?

Identidad. Pertenecimiento. Sentimientos.

El objetivo de estas líneas es el de delinear de la manera más precisa posible, el sentido y los motivos sobre por qué es necesario fundamentar la TCI de manera propia en el contexto de la comunidad hispanoparlante.

La lengua, el lenguaje, son más que medios de comunicación. Son formas de sentir, de ver el mundo.

El foco en este hecho fundamental es lo que anima este intento. He escrito ya bastante sobre la TCI, a partir de mi experiencia como formador.

Hay sobre todo dos textos que voy a mencionar ahora, en los cuales he conseguido avanzar de manera concreta en este terreno. Son ellos: Reflexiones sobre la TCI, y Um terapeuta comunitário em busca de si mesmo.

La investigación sobre los valores, sobre la construcción social y cultural de la persona, ha sido y sigue siendo un eje de la sociología clásica, como también lo es de la TCI tal como la veo y practico.

Esto es para ir llegando ya a lo que quiero decir en pocas palabras. El hecho de que la TCI se haya ido estableciendo en muchos países fuera de Brasil, ha creado un desafío a enfrentar.

A menos que seamos capaces de releer esta práctica social transformadora desde la comunidad hispanoparlante, estaremos de alguna manera traicionando sus principios.

Justamente una de las finalidades principales de la TCI es la de devolver la persona a sí misma. Restablecer la comunicación perdida con nuestro ser auténtico. Rehabilitar el ejercicio pleno de nuestra humanidad.

Es necesario que seamos capaces de vernos como parte de un sistema cultural amplio que se impone en buena medida como parte del ejercicio de una dominación de clase. Esto es el fundamento de la sociedad capitalista.

Las personas son cosas a ser usadas y descartadas. Pero en el medio de esta misma cultura y sociedad, existen formas alternativas y libertadoras que llevan a tomar conciencia de la opresión y a librarnos de ella.

Al poner el foco en el sentimiento, como aquello que nos une a nuestros semejantes, tenemos en manos una herramienta potente, que nos conecta al mismo tiempo con nuestro ser más profundo.

Poner en primer plano nuestro sentir, nos capacita para vivir con la totalidad de nuestro ser, sin amputaciones. Toda nuestra historia, todos nuestros recursos de sobrevivencia, están a nuestro favor.

Podemos existir en sociedad sin necesidad de someternos, sin violentarnos, sin claudicar. Aprendiendo a poner a nuestro favor nuestra historia de vida.

Nuestra cultura es el manantial inagotable de donde nacen nuestros recursos, junto con nuestra experiencia de vida.

No quiere decir que adoptemos como nuestros todos los contenidos de nuestra cultura de origen ni de adopción, si somos migrantes.

Más bien es que hacemos eleciones y tomamos decisiones según lo que hemos ido descubriendo de nuestro ser más profundo.

Al escucharnos y escuchar con el corazón, nuestras debilidades, vulnerabilidades, o simplemente nuestra sensibilidad, se transforman en herramientas contínuas de liberación que nos van proyectando horizontes de más y más felicidad, plenitud y paz.

Las canciones que escuchamos en nuestra infancia y juventud, nuestra vida en familia, nuestras luchas y trabajos, son otras tantas fuentes de una fuerza inagotable que nos impulsa a seguir.

Destacan necesidad replantear salud mental desde la comunitaria

Por Viannelys Alcantara

Con el objetivo de fomentar y discutir acerca de los diversos temas vinculados a la salud mental, el Instituto de Salud Mental y Telepsicología (ISAMT) realizó su primer seminario del año denominado “Pensando la salud mental desde la comunidad”, donde se reflexionó sobre esta visión de intervención en salud mental donde se prioriza la defensa y protección de los Derechos Humanos.

Las ponencias estuvieron a cargo del doctor José León Uzcátegui, médico psiquiatra y el doctor César E. Castellanos, neuropsicólogo. Mientras que la moderación estuvo a cargo de la licenciada Angelina Sosa.

Durante su intervención el doctor León Uzcátegui, médico psiquiatra analizó comparativamente en lo académico, conceptual frente a la realidad de la salud mental desde la comunidad. “La salud es enfermedad, salud pública es enfermología pública, salud mental es enfermología mental, mientras que la salud mental comunitaria y psiquiatría comunitaria es en buena medida encontrar las enfermedades mentales en la comunidad”.

“Nos vendieron un concepto de salud mental que tiene que ver con psicofármacos, especialistas en enfermedades mentales, con estigma, con manicomios, encierros, ausencia de derecho. Cuando nos planteamos la salud mental desde la comunidad tenemos que pensar de otra manera”, dijo.

El doctor León Uzcátegui destacó la necesidad de cuestionar el concepto de salud, de salud pública y de salud mental, para entender la salud no como una mercancía, sino como un derecho.

“Para poder entender la salud mental comunitaria desde otra perspectiva, hay que romper con los paradigmas que aprendimos, con una clínica y epidemiología que debemos construir como no positivistas. La determinación social de la salud, la salud como proceso, salud-enfermedad-cuidado como derecho humano fundamental de donde surge la salud mental colectiva y el buen vivir”, sostuvo.

Recalcó la necesidad de replantear la salud mental comunitaria para lo que se requiere otro marco teórico conceptual, metodologías y otros actores, porque plantea una nueva manera de vivir. “El único cambio posible y necesario para plantear otro mundo posible es el cambio cultural de nuevos valores”.

De su lado el doctor Castellanos, sostuvo que la salud mental debe pensarse desde varias aristas, no solo desde la comunidad. Asimismo se refirió a lo emergente y lo sumergente en la salud mental mirada desde lo sistémico complejo en la comunidad.

Fuente: Diario Salud

(02/02/2011)

No estamos obligadas a ser felices para siempre

Por Emiliana Parente

A principios de este mes la doctora en psicología e investigadora, Carolina Aspillaga, publicó en sus redes sociales una reflexión que tituló ‘No estamos obligadas a ser felices para siempre’. En ella puntualizó algunas de las alternativas a ese ya manoseado mandato:

Podemos conocernos, acompañarnos y amarnos el resto de nuestras vidas.

Podemos encontrarnos en un momento y luego decidir que es mejor avanzar sol@s.

Podemos amarnos eróticamente y luego hacerlo desde la amistad.

Podemos primero elegirnos y darnos cuenta que no nos gusta estar junt@s.

Podemos amarnos y decidir separarnos porque no nos hacemos bien.

Y finalmente concluyó:

Pero no podemos quedarnos donde no nos sentimos bien, porque ‘felices para siempre’ no es la única forma de felicidad.

 

Mediante esa publicación, Aspillaga pretendía dar cuenta de que no existe un único camino para vincularse sexoafectivamente. Por lo contrario, hay distintas alternativas y el ‘ser felices para siempre’ no tiene por qué ser el fin último o la máxima proyección en una relación. “No tenemos por qué pensar que el ser felices para siempre con una pareja es el único final adecuado, o el único que nos va generar felicidad”, explica. “A su vez, que esa idea exista como premisa, implica que si no la cumplimos, nos sentimos frustrados o como si hubiésemos fallado. Y eso no es así”.

La publicación venía a cuestionar un modelo instaurado –principalmente en el occidente– que postula, hace ya siglos, que hay una sola forma válida de amar; un modelo, planteado como paradigma absoluto en el que existen roles diferenciados entre hombres y mujeres y en el que solo tienen cabida la monogamia y las relaciones de pareja heteronormadas, ojalá para siempre. Tal como nos mostraron las películas de Disney cuando éramos pequeñas. En ese sentido, la crítica iba dirigida, justamente, hacia la falta de alternativas y el asentamiento de un modelo como único y correcto. “La idea de la eternidad está erróneamente asociada a la felicidad. Pensamos que las relaciones son más valiosas en la medida que duran más. Pero cuando nos damos la posibilidad de cuestionar el por qué una relación tendría que ser para siempre, nos abrimos a la posibilidad de cuestionar también cómo nos sentimos en esa relación”, explica Aspillaga. “También nos damos la posibilidad de vivir el momento, sin mayores presiones o expectativas, y así poder identificar si nos estamos transgrediendo a nosotras mismas o no, si nos estamos pudiendo desplegar libremente o si queremos elegir salir de esa relación”.

Y es que la idea de la eternidad asociada a la felicidad surge desde los mitos del amor romántico; narrativas que históricamente han determinado lo que significa estar enamorados y cómo hay que vincularse en pareja. Uno de ellos siendo que existe un único gran amor de la vida, o un alma gemela. “Si pensamos que eso es así, probablemente nos vamos a quedar en una relación en la que no nos sintamos cómodas en función de que ese es nuestro destino porque es el amor de la vida. Ahí entra en juego otro mito, que plantea que el amor todo lo puede. Para no perder al amor de la vida entonces, aguantamos cualquier cosa. Porque el amor es más fuerte. Y ahí ambos mitos se van retroalimentando”, explica.

Según la clasificación de Fundación Mujeres de España, estos mitos –que han servido para naturalizar nociones muchas veces erradas– son cuatro: Que el amor todo lo puede; que existe un único amor de la vida y está predeterminado; que el amor es lo más importante y requiere de nuestra entrega total; y que el amor implica posesión y exclusividad. “Pero cuando nos cuestionamos la idea de que los únicos vínculos valiosos son los que duran para siempre y están predeterminados, nos damos la posibilidad de ver que podemos amar muchas veces en la vida y a muchas personas, y que eso no significa que hayamos fracasado”, detalla Aspillaga.

Ahí también juega un rol clave lo que entendemos por felicidad, lo que nos han dicho que nos genera felicidad y, por sobre todo, la hegemonía y búsqueda completa de la supuesta felicidad como única meta viable. “Hay un imperativo que plantea que tenemos que ser felices a toda costa y que ciertas situaciones implican más o menos felicidad. Pero es una felicidad armada y no se trata solo de ser felices, sino que de no estar tristes o de no pasar por momentos más bajos. Como si fuese algo que dependiera únicamente de nuestra gestión”, señala Aspillaga. “Ninguno de esos discursos de autoayuda es mal intencionado, pero es necesario hacer una profundización porque son discursos que son individualistas y de la meritocracia. Indirectamente plantean que si te esfuerzas lo suficiente vas a poder ser feliz y, por lo contrario, si no lo eres, es tu culpa. Te responsabilizan de tu éxito y vinculan el éxito a la felicidad”. Discursos que sobre simplifican la complejidad de las experiencias humanas y de vivir en sociedad.

Como explica la psicóloga y terapeuta familiar, Catalina Baeza, no solo no estamos obligadas a ser felices para siempre, la felicidad, o lo que creemos que nos entrega felicidad, no es universal. Tampoco todos somos felices –o nos alegramos– con lo mismo. El ‘felices para siempre’, a su vez, asume un destino, y hace que no nos enfoquemos en el proceso, sino que en esa meta, pasando por alto todo lo que pasa entre medio. “Si nuestra meta es vivir un proceso en el que tratamos de ser felices, eso no está mal. Pero hay que tener claro que en ese proceso van a haber momentos en los que no somos felices, y eso es parte”, explica. “Además, la felicidad es un estado de ánimo más o menos constante de la persona, que no depende de si está en una relación o no. Tiene que ver con tener las necesidades básicas resueltas, y está más cerca de la tranquilidad que de lo que solemos entender por felicidad. Lo otro son momentos de alegría por circunstancias específicas”. Asimismo, tener momentos alegres no garantiza la felicidad y ser supuestamente felices no garantiza momentos de alegría.

La especialista explica que los libros y películas infantiles siempre terminan en el momento en el que la pareja se junta. Pero resulta que no vemos lo que sigue. “De ahí en adelante empieza una convivencia, y esa convivencia no es fácil nunca. Incluso entre personas que se aman. Esa obligación de tener que ser felices en parejas viene de la religión judeocristiana y de esa noción de soportar la pena, la rabia y el maltrato en función del sacrificio y el amor. ¿Pero cómo soportamos eso y nos declaramos felices? Es sin duda muy complicado y muy confuso para quien está viviendo la situación. Porque se va sentir traidora por no ser feliz para siempre pero también si expresa que no es feliz en esa relación y en ese momento”.

En ese sentido, el ‘para siempre’, siempre es una prisión para Baeza. Y a eso hay que sumarle que es necesario hablar de sentirse o reconocerse vulnerables. “Hay una obligatoriedad de mostrarse firmes, fuertes, con los objetivos claros, y con metas a largo plazo y para siempre. Y resulta que en esencia los seres humanos somos flexibles, cambiables y vulnerables. Poder reconocernos así y pedir ayuda está mucho más cerca de un proceso que va encaminado hacia la felicidad”.

Fuente: Nütram – Salud Comunitaria

(21-10-2021)

 

 

Aprendiendo a resistir

Son tiempos realmente admirables. Intentar orientarse y seguir adelante en los días actuales es tarea de gigantes. Ha sido así también en otros tiempos.

La continuidad de los esfuerzos personales y colectivos en el sentido de la construcción de una sociedad más humana, nos da una sensación de poder.

Se puede actuar según valores supremos, y no de acuerdo a lo que nos tratan de imponer desde los medios de dominación.

Los lazos de amistad y los vínculos familiares son el eje alrededor del cual se organiza la vida.

Mantener en este espacio, así como en la esfera comunitaria, una conducta abierta al aprendizaje contínuo, es una salvaguarda que nos protege y fortalece.

Ahondar en la existencia, valorizar cada segundo, poner el sentimiento más noble en cada pequeña cosa.

Hay gente a la que nada le importa. Vayamos en la dirección contraria. Tendremos en nuestro auxilio aquella fuerza que sostiene al mundo.

La noción de nuestro propio valor personal, surgido en el enfrentamiento de las adversidades a lo largo del camino, debe darnos la seguridad necesaria para proseguir con confianza.

Pasan las dictaduras, pasan los regímenes ilegales, pasa toda forma de opresión. Y lo que descubrimos finalmente es que nuestra lucha se fortaleció gracias a nuestra integridad.

No tengamos miedo. Esto ya pasó y seguirá pasando mientras permanezca el sistema alienante y atroz en el que vivimos.

Arte, educación, ciencia, trabajo honesto, son otros tantos antídotos que nos potencian para una vida plena, justa y feliz.

Convidamos a que nuestras lectoras y lectores nos hagan llegar sus experiencias.