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El poder de la memoria

Una antigua costumbre me sigue siendo útil: la de venir temprano a escribir. O simplemente esperar el día amanecer. Una y otra se parecen. En realidad, andan casi juntas. Lo decisivo es llegar primero.

Antes de que se puedan imponer las programaciones habituales. Este espacio inaugural, este mero estar por un tiempo simplemente conmigo mismo, me lleva de nuevo a un punto original. Menos juicios. Menos mandatos. Nada de malo con los juicios ni con los mandatos. Unos y otros tienen su momento.

Pero es bueno tener al menos un tiempo para uno mismo, una misma. Tiempo que se repetirá a lo largo del día y de los días siguientes, si es que tenemos una atención concentrada y alerta. Una disposición a actuar según nuestra naturaleza más profunda. Esto del lenguaje inclusivo o incluyente es importante.

Las mujeres suelen tener bien menos tiempo que los hombres, para sí mismas. No consigo reflexionar en abstracto. Lo que quiero compartir ahora, es algo bien sencillo. Prestar atención a lo que sucede. Estar presente. Estar en medio de las personas sin que esto signifique una claudicación o una abdicación. Más bien al contrario.

Que el estar juntos y juntas signifique un potenciar lo que nos es naturalmente bueno y querido, para una vida plena y feliz. Fluir en medio de las circunstancias, sin que el peso de las normas o la costumbre, o lo que sea, nos desfiguren.

Ser capaces de amar, con todo lo que esto significa. Abrir el corazón de tal forma que podamos darle la mano a quien lo necesita, y en este acto y por este acto, florecer. Ser más.

En los días actuales, la velocidad de los cambios y la predominancia de la vida virtual o los contactos a distancia o impersonales, desdibujan en alguna medida las características del existir. En varios de mis escritos he compartido aquí algo sobre esto. Lo que podría amenazar la vida, es también un desafío para descifrarla y vivirla más en plenitud.

Los sentidos son forzados a funcionar de maneras distintas a como era antiguamente. Pero en esta vorágine hay oasis de calma. Escuchar con atención, escucharnos y leernos en lo colectivo, es primordial. No perder de vista nuestra historia de vida. Saber quién somos, qué queremos, cuáles son nuestros valores fundamentales.

Ninguna tecnología podrá robarnos lo que es la existencia real. Una mirada, un abrazo, un toque de manos, una emoción profunda. Ayer estuve en la sede del sindicato docente al que pertenezco, y del cual fui parte de su dirección en dos oportunidades. La memoria de lo que fueron mis tiempos de docente en la UFPB tuvo el efecto de un tónico.

Un despertar. ¡Cuántas luchas en esos espacios!  ¡Cuánto de mí debo a esas jornadas colectivas de convivencia no siempre tranquila! La lucha moviliza. El abrirnos a las demás personas nos da una fuerza invencible. El recuerdo de que soy un luchador, me acerca a quienes están en esa misma condición.

Me asemejo a toda una humanidad que por todas partes se esfuerza por tener un lugar bajo el sol. La vida sigue siendo un transcurso efímero. ¡Que este transitar nos encuentre plenos y plenas de aquella energía que brota de los valores superiores! ¡Que cada pequeño acto esté impregnado del placer y la alegría que mueven montañas!

Foto: Aconcagua (Mendoza, Argentina)

La poesía. Los colores. El sentir.

Cuando no tengo nada que hacer, me pongo a escribir. Esto me da seguridad. Identidad. Pertenecimiento.

Rehago mis caminos. Resignifico mi historia. Esto ya lo he dicho otras veces, y lo sigo diciendo.

A fuerza de escribir sobre lo que va sucediendo, sobre lo que voy viendo y viviendo, se va abriendo un panorama.

Amplío mis horizontes. Contacto otras personas, que a veces me traen devoluciones preciosas. Esto justifica este quehacer.

Veo que esto es lo que más me junta. Y la unión se da adentro mío y a mi alrededor. Me voy cosiendo con el tiempo y con el mundo. Lo que voy aprendiendo se consolida y refuerza.

También se modifica. Algunas cosas permanecen y se profundizan. La poesía. Los colores. El sentir. La poesía es lo que casi no cambia. Es lo que forma el mundo.

Los colores son sensaciones, sentimientos, y comprensión. Por el hecho de que voy experimentando estos caminos, en busca de una vida unificada, feliz, amorosa y plena, me voy sintiendo cada vez mejor.

Se van de mí algunos sentimientos dañinos. Voy respirando mejor. Andando mejor por el mundo. Disfrutando más del estar vivo.

Concientemente

Escribo sin tener algo muy definido para compartir

El intento, sin embargo, siempre trae más cerca alguna vivencia

Alguna experiencia

Alguno de esos retazos de vida de que se compone el existir

Andar por las veredas del barrio

Ver el mar

La gente pasando por la peatonal

Los barcos a lo lejos

El barranco de Cabo Branco

Las idas y venidas cotidianas

El aprendizaje incesante

En dirección a más claridad, seguridad, confianza

Dejar las presiones indebidas

La vida ya exige algún tipo de presión

Que sea la mínima para persistir

No dejar que los hábitos o la costumbre cancelen el aliento

El ánimo sin el cual ya no sería vida sino mero aguantar

Esperar y esperar siempre que necesario

El ritmo de las cosas y el propio ritmo

Estar cerca es más que explicar, que complica

Saber que el aprendizaje constante renace la vida

Y que todo sale bien al final

Así la esperanza es real

Mueve nuestros pasos así sea hasta la playa

Hasta la esquina

Hasta ver o sentir o sentir viendo

La belleza circundante

Que nos contiene y anima.

¿Cuál ha sido tu experiencia?

Esta pregunta tiene un enorme efecto liberador.

Cuando me la hice esta tarde, vinieron varias respuestas:

-Se puede (Yo puedo). Puedo enfrentar victoriosamente cualquier situación

-Basta una palabra. Basta una persona

-Vine yo como respuesta. La totalidad de mi ser. Todo lo que soy. El conjunto completo de mi experiencia se hizo presente.

La ventaja de esta pregunta es que ella es totalizadora. Vinieron el recuerdo de lugares donde viví, gente con quien conviví, situaciones pasadas. Una fuerza nueva se hizo presente.

No necesito ser esclavo de reacciones programadas, procupaciones, miedos, ansiedad.

Mi experiencia me trae tranquilidad.

Muchas veces la mente crea dificultades, obstáculos.

Esta pregunta limpia, abre espacio, alivia, sosiega.

Me deja más libre y suelto, sin tantas presiones, o sin ninguna presión. El presente queda más limpiecito.

No necesito forzarme tanto, o no necesito forzarme para nada. Basta estar y ya está. Si pude, puedo y podré.

Los días pasan, pasaron ya muy muchos días. Estos que van viniendo son ahora más livianos.

Es como un libro que va pasando. Pasan las hojas, pasan las horas, ya pasaré yo también, aunque no tengo ningún apuro. Despacito. Al ritmo del tiempo.

La felicidad de ser

El día ya comenzó. Sol. Aves cantantes. Alguien pasa y sonríe. Existe la felicidad, la alegría, el placer de ser, y también los motivos para estar feliz, alegre, disfrutar.

Puedo estar feliz porque sí, porque disfruto y me alegro nomás, y también puedo estar feliz porque…y ahí vienen los motivos. Listas largas o cortas no importa.

Lo que importa es que ser feliz, estar alegre, disfrutar, tener placer, son propiedades del propio ser. Son cosas de la vida. No necesariamente adquiridas.

Por supuesto que soy más feliz por tener una casa propia, salud, amor, que si no los tuviera. Pero puedo ser feliz aún con bien muy poquito, como ya me pasó muchas veces en la vida.

Piso de barro, casa alquilada, y éramos una familia feliz. Vuelvo a ese comienzo. Puedo no tener tampoco mucha plata, pero la que tengo me alcanza para comer, vestirme razonablemente y andar por ahí en auto. La felicidad se alcanza, sin duda. Pero también se tiene si se quiere.

Creo que esto tiene mucho que ver con dónde pongo el foco. En qué apoyo mi vida. Cuáles son las bases, los valores que me mueven y le dan sentido a mi existir. Bueno, esto me vino hoy, como una especie de regalo de primavera.

¡Compartí tus experiencias! ¡Vamos a fortalecernos mutuamente!

¿Qué es lo que puedo llegar a controlar?

¿Qué podría llegar a escribir?

Sólo el hecho de llegar aquí ya me alegra.

¿Qué es lo que puedo llegar a controlar?

¿El sueño? ¿La respiración? ¿El corazón y sus latidos?

¿Una mujer?

Hoy pensaba que lo que es más fundamental va por sí mismo.

El sueño, en realidad, es lo que me parece que tiene una característica más a nuestro alcance.

En la medida en que veo que he ido llegando a esta estructura o tejido tan tenue, voy teniendo una sensación de paz, plenitud, pertenecimiento.