Arquivo da tag: Tranquilidad

Acogimiento

La ventaja de haber escrito sobre casi todo

Es que vivo más bien acogido o incluído
Igual siempre todo me sorprende
La novedad no me asusta.
En el plano de la vida cotidiana
Desocupado de preocupaciones
La experiencia me tranquiliza.
Mi autoestima prevalece y se fortalece.
Vuelvo yo cada vez más señor de mí mismo.
Reconciliado con mis maneras de ser.
No fuerzo actos ni actitudes.
Simplemente estoy y soy
Los miedos crecen si no los miro
Cuando los miro desaparecen.

Renacer

Ya se escucha el canto de las aves. Ahora ya falta poco para que salga el sol. La luna detrás de una nube. Y los edificios de la ciudad en el horizonte.

Nada tan bueno como vivir la propia vida. El corazón contento lleno de alegría. La belleza que llama a disfrutar nuevamente de la jornada. Aprendiendo a vivir en relación sin rendirme. Lo supe desde siempre. Es que ahora es más consciente.

Junto mis tiempos cuando escribo. Imposible no conectar la alegría que siento, con el momento que se vive en Brasil. La diversidad en movimiento. La inclusión social y la integración social como pauta del gobierno de Lula. Es volver en el tiempo. Mis tiempos de estudiante.

No dejo de tener los mismos no sé si llamar de defectos, ya que trato de no juzgarme ni condenarme, pero sí características. Sea como sea que yo soy, es así como me quiero, y esto es ahora algo concreto, pleno y lleno de significado. Dudas, inseguridad, incerteza. Forman parte de la vida.

Más bien veo que mi eje principal sigue siendo lo bello. Lo que anima. Lo que mueve y le da sentido a la vida. Un día comienza y es una especie de preludio de las alegrías que vendrán. Mi foco es cada vez más lo que está siendo. Lo que está aquí.

He ido construyendo y sigo construyendo el mundo en que vivo. Aprendo que existen otras personas además de mí. O además de yo. Yo y las demás personas. Esto que parece una banalidad, está muy lejos de serlo.

Definir y comprender las propias fronteras, discernir los contornos de los límites dentro de los cuales existo, es toda una ciencia. ¡Está lleno de gente que desconoce esto tan fundamental y simple! Antes me dedicaba a enfrentarles y condenarles.

Ahora más bien trato de defenderme de los eventuales inconvenientes que puedan llegar a derivar de la proximidad o contacto con tales seres. No me confundo más, o no me confundo tanto. Sé que tengo un tiempo determinado de vida, que espero esté bien distante.

Sin embargo, mantengo a la vista y a la mano, los recursos que aprendí a descubrir y usar en esta ya larga jornada. Esto me junta conmigo mismo. Disminuye o se extingue la guerra interna. No me disocio más, o casi no más.

Al ser uno, unificado en todos mis tiempos, más bien fluyo con cierta tranquilidad, en un mundo aparentemente tan diferente del que viví, pero sin embargo tan esencialmente igual a cualquier tiempo anterior. Ya no me siento un exilado en el tiempo.

Miro a la gente con sus hábitos y características, y no me siento tan distante de lo que veo. Un trayecto breve entre dos eternidades. Mucha más perplejidad que certezas. Y no sé si por eso mismo, más sorpresa a cada instante.

Y una seguridad que brota de este ir mapeando mi estar aquí, lejos de las rotulaciones que pretenden decir mucho sin decir nada o casi nada. El haber juntado mis tiempos en este ejercicio diario del vivir, me reconcilió conmigo mismo.

Sé que soy el mismo que empezó este camino hace ya tanto tiempo, allá en mi Mendoza querida. Una Argentina que aprendí a amar trabajando para que todas y todos tuvieran derecho de vivir y estudiar. Este sueño mío se viene realizando en el Brasil de Lula.

Y me veo reflejado en la alegría de este pueblo que ahora vuelve a ser feliz. La maldad y la perversión capitalista no son un invento de la izquierda. ¡Son una afrenta a Dios y a la humanidad! Me alegra estar participando otra vez de un renacer que es personal y colectivo, comunitario, al mismo tiempo.

Frecuencia sensible

Hasta que llego a la hoja es una especie de ausencia. Inexistencia. No sé si es bien así, pero es más o menos así. Cuando llego es una paz. Tranquilidad. Estoy en casa. Todo es como debería ser. No me falta nada. Todo está bien.

Los afectos, la familia, el trabajo. Entonces dejo que vayan bajando algunas impresiones. Vivencias. Experiencias. Sentimientos. Cosas que por ahí no están del todo bien, se arreglan. Se organiza. Por ahí un cansancio. Una expectativa todavía no cumplida.

Entonces empiezo a ver lo que hay. Lo que tengo. Esa ranura de luz por donde paso. Esa puerta estrecha por donde consigo atravesar. Saber que todo está bien. Mi fuerza. Mi luz. La confianza en que me apoyo. Saber que no estoy solo. Aquellos sueños que persigo y que me alimentan y sostienen.

La belleza que veo adentro mío y a mi lado. Los gestos de personas que por ahí me hacen sentir que no estoy solo. La frecuencia sensible, amarillo y rojo. El placer de ver una flor, un paisaje, un rostro. Saber que todo va cambiando y yo también.

Escribo como una necesidad. Mi vida se reúne. Mis afectos aparecen en todo el esplendor de su realidad. Mi fuerza se multiplica. Por eso sigo escribiendo nomás. Más y más. Día tras día. Compaginando el libro que soy y por donde ando. Cuando estoy en mi frecuencia, estoy feliz.

Rumbo

Siempre me llamó la atención, desde temprano en la vida, el excesivo espacio dado a lo que no sirve, a lo que anda mal, a lo que no es como debería ser. No es que crea que debamos aceptar todo o estar de acuerdo inclusive con lo que nos hace mal. Para nada.

Tenemos que defendernos, sí, como no, de lo dañino. Esto es imprescindible. Pero de ahí a pasarnos la vida prestando atención a lo malo, a lo inútil, a lo que no sierve para nada, hay mucha distancia. La escena política, así como la prensa y las redes sociales, son un ejemplo gritante de esto. ¿Y ya no voy yo yendo por el mismo camino?

Lo que estoy tratando de decir, a ver si lo digo de una vez por todas, es que en algún momento, o en todos los momentos, tenemos que poner el foco en lo positivo, lo que queremos, los sueños que nos mueven, aquello que le da sentido, sabor y placer, alegría y felicidad a nuestra vida.

Para mí el arte, el buen humor, la fe, la oración, el mero andar por el mundo como quien está disfrutando de estar vivo, de pronto me llenan de bien estar, bien sentir. El poner las energías en una dirección constructiva, una meta a alcanzar, algo a conquistar, me resulta inmensamente sanador.

El hacer juntos, juntas, movernos en comunidad hacia metas superadoras, una vida más plena, se parece mucho con el paraíso. Mirando ahora desde la perpectiva del camino recorrido, me viene una sensación como de paz, tranquilidad. El crepúsculo tiene mucho de eso. Una luz que precede a la noche.

¡Que esa luz nos ilumine y nos guíe sin cesar!

Mi lugar

Talvez yo no haya cambiado mucho. Talvez yo no haya cambiado en nada, realmente. Lo que sí creo que cambió fue mi mirada.

Me veo de otra manera. Mi desafío sigue siendo la existencia social. Mejor dicho, como resistir a las presiones para que yo sea diferente. Esa presión es antigua y se repite.

Que sea más activo, más autónomo, más feliz, que tenga más iniciativa, que me relacione con más gente, que asuma el control. Esas presiones no son mías. Yo no debo atender a demandas externas. Yo soy como soy, y mi desafío hoy, o mi tarea, que es la palabra que prefiero, es sencillamente aceptarme como soy.

Callado, silencioso, introspectivo, amoroso, solidario, creativo, bello, lindo, hermoso, encantador. Cualidades que me son antiguas y recientes. O sea, es más bien reciente el saberme bello. Sigo siendo aquél mismo que se levantaba temprano, tomaba unos mates mientras el día iba llegando.

En esas horas primeras disfrutaba y disfruto del placer sin igual de ser yo mismo, sin presiones de ningún tipo. Yo sé que la existencia social impone presiones comportamentales. Hacé esto, no digas eso, andá para allá, vení para acá. Soy sociólogo y lo conozco bien a fondo.

Sucede también que soy terapeuta comunitario, y de los buenos, es decir, de aquellos que hacemos de la TCI un modo de vida. O sea, sé que mi derecho a ser quien soy lo debo ejercer, practicar, siempre que puedo. Y esto debe ser siempre. No ceder.

Esto no es ser intransigente ni inflexible, sino fiel a mí mismo, coherente con mi necesidad básica y esencial de respetarme como soy. Por supuesto que soy obligado a hacer concesiones. Es inevitable en la existencia social. Sólo que esas concesiones nunca lo son en lo esencial. En esto he sido siempre vencedor, y lo sigo siendo.

Me acuerdo en mi juventud en Mendoza, cómo era coexistir con esa marea de presiones revolucionarias de todo tipo que estaban en el aire. No era fácil. Sin embargo, creo que fue en ese ambiente, y debido también a presiones familiares, que me vi obligado a generar formas de resistencia que me capacitaron para poder sobrevivir sin perderme.

Creo que nunca me perdí de vista. Hoy tomo consciencia de este proceso, y lo pongo en evidencia frente a mí mismo, para saber que no necesito dramatizar ni preocuparme. Basta acordarme de mí todo el tiempo. Saber quién soy. De dónde vengo y para dónde voy. Eso es todo. No escribo ni publico para ser aplaudido, sino para poder respirar.

La mía es una necesidad esencial. Las mareas revolucionarias pasan, lo que no pasa es ese fuego que ilumina desde adentro. Esto es lo que debe permanecer en toda circunstancia. No nací pobre, pero sí en una familia en la que algunos valores y principios eran el pan nuestro de cada día. Respeto e integridad. Esto lo bebí desde temprano. Conducta.

Hoy es el día de la bandera en Argentina. Yo no sé qué es lo que esto podrá significar para otras personas. Para mí sigue significando una lealtad a una promesa y un propósito que me siguen guiando, y que debe haber nacido en mis primeiros años de vida.

Un sentimiento de tranquilidad y paz que me vienen de la certeza de haber cumplido con mi deber humano, ciudadano. Algo que se mantiene y se fue abriendo paso y se sigue sosteniendo y me sigue sosteniendo. Tiene que ver con raíz. Origen. Donde yo esté, soy argentino. Soy Argentina.

Un proyecto al cual le di forma y contenido concreto a lo largo de esta ya larga jornada. Volví a Argentina muchas veces después de haberme ido sin irme, en 1977. Me fui quedando.

Tanto, que cuando volví como terapeuta comunitario, reencontré un pueblo que no sólo no se había quebrado, sino que mantenía intactos los mismos valores que me sostienen. Ahora tengo certeza de que hay algo que no es destruído por nada de este mundo.

Es lo que somos esencialmente. Podemos adaptarnos sin perder nuestra esencia, nuestro modo de ser. No es necesario que tengamos otro reconocimento que el comunitario. El mundo próximo y cercano, íntimo y vecino. Este es el lugar que habitamos. (RL)

(20/06/2022)

Adonde mejor estoy es el celeste

Adonde mejor estoy es el celeste

No me preocupo.
Estoy en paz y tranquilo.
Es la flor del cielo.

Jazmines del cielo

Celeste. Veo jazmines del cielo. Despreocupación. Confianza. Tranquilidad. Paz. Los colores me son propicios. Vengo en ellos y me repongo. Me rehago. Amarillo. Anaranjado. Rojo. Verde. Blanco. Azul. Marrón. Mi vida en colores.

No necesito estar todo el tiempo pensando, interpretando, reverberando lo que viene desde los medios. Puedo venir a este mundo tan acogedor donde la vida pulsa y me recargo. Creo que he hecho esto muchas veces en mi vida.

Pintar. Dibujar. Traer la vida al papel y a la tela. También vienen buenas emociones. Me río. Se recompone todo mi trayecto vital. Se juntan todos los momentos, todo lo vivido. Crear. Hacer un mundo propio.

Un lugar donde pueda respirar y ser feliz. Los jazmines del cielo que veo son como los que hay en el jardín. Aquellos que traigo al papel, en cambio, tienen solamente cuatro pétalos. Celeste. Paz. Los colores me organizan.

Después de escribir esto vi un verde azulado y un verde hoja. Esto me trajo la sensación de fluidez e integración. Centramiento. Puedo vivir en paz con las personas que me rodean. Estoy seguro.

He ido reuniendo mi vida en colores. Me he venido resumiendo en colores. Tengo la sensación de pertenecer a ese lugar. Un lugar silencioso y sereno.

Tesoros

Paso de un libro al otro

Entre cada lectura, el tiempo se junta

Y yo me junto en esta reunión de tiempos.

La tarde se va yendo

Y el día que nos regaló el canto singular del pájaro

Ahora busca resumirse en la serena quietud que precede a la noche.

La conversación con un amigo

El amor de María

Ahora son como que el sello que me recuerda de qué estoy hecho

Qué es lo fundamental.

Familia, amistad, amor, fé

Arte, creatividad, literatura, poesía, vino, belleza

Acepto humildemente ser cuidado

La necesidad de descansar

Relajar la autoexigencia

Tortura nunca más

Si el amor es una frecuencia que Dios habita y donde habito

Nada más necesito y agradezco tener aquello que no muere

Unas hojas, unas letras, los colores, el sol que se va

Unas flores que se asoman a la tela

La vida simple que trato de vivir

Respiro y el aire me deja recuerdo de eternidad

 

Página eterna

A veces me dejo caer, por decirlo así, en una especie de hoja. Pero no es que me imagine que hay una hoja y me dejo caer en ella o sobre ella. Es que verdaderamente tengo la sensación inequívoca, de estar dejándome caer sobre una hoja. Es una hoja de un libro, de un color marrón amarillento de tiempo.

La sensación es la de ir siendo absorbido por esa hoja inmemorial. Esto me da un consuelo inmenso. El día ha ido pasando, he ido yendo a varios lugares y viniendo de otros, en ese incesante ajedrez cotidiano. Y ahora que ya es de tarde, ahora que la tarde de a poco se va transformando en noche, la sensación de estar ya casi del todo en la hoja, casi ya del otro lado de la hoja, me trae una tranquilidad enorme.

Pienso si este consuelo es por la vida de escritor que uno lleva. La poesía es una forma de ser, un modo de estar en el mundo, o varios modos. Hoy en el hospital, mientras dejaba el cuarto de una persona amiga internada, me llevaba su sonrisa como un regalo. Y al entrar en el corredor, ví un haz de luz que venía desde el cuarto de donde estaba saliendo. Supe ésto, que la poesía es una manera de ser, una manera de estar en el mundo.

Pensaba que este mundo de los escritores y de las escritoras, es un mundo muy singular. Uno se va adentrando en una dimensión atemporal de la existencia, y allí se encuentra, en ese lugar sin tiempo, en ese tiempo detenido en que las cosas y las personas parecen estar desde sempre y para siempre, incorporado por así decir a la eternidad. Y allí no hay dos sino uno.

Allí está todo lo que fue, los seres amados que ya se fueron, más presentes que nunca o tan presentes como siempre. Y esto ocurre en un día en que las rutinas se rompen y uno por una especie de rendija se contacta finalmente con lo que está aquí, consigo mismo, con el ahora eternamente presente. Las escritoras y escritores forman una especie de comunidad atemporal. Recrean la vida como dioses y diosas incesantes. Y al leer y al escribir, te sumerges en esa página sin tiempo, que incluye todo lo que hay, todo lo que existe.