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Esperanza

Cuando pongo algunas letras en la hoja, todo se ordena. Por lo menos, veo aún más claramente. Todo está en su lugar y es como debería ser.

El fin de año me trajo algunos momentos de alegría. Convivencia. Conversaciones. Contacto. Confianza. Comunidad. Esperanza.

Cosas antiguas que se renuevan y refuerzan. Familia. Amistades. Arte. Fe. La memoria junta tiempos. Se restablecen sensaciones primordiales de seguridad, tranquilidad y paz.

Felicidad puede ser saberse en el lugar exacto. El amor adentro y al lado. Permitir el placer, el disfrutar, el saborear. Pertenecimiento. Comenzar el año con esperanza renovada.

Aprendizaje

¿Quién dice que no se aprende con las hijas e hijos?

Yo aprendo, y mucho.

A compartir, a convivir, a aceptar las diferencias

A saber que padre es para siempre

No es un título descartable

Ni una posición condicionada ni condicionante

Es una referencia fija, en medio de todos los cambios

Una de las cosas que también estoy aprendiendo, es a leer lo que mis hijas o hijos leen

A nivel crecer con las novedades

En este sentido, les cuento que leo Todo sobre el amor, de Bell Hooks, que mi hija Natalia me regaló como regalo de Navidad

Me hice quien soy leyendo y sigo leyendo

Leo a mi manera y ya les cuento que esto me anima, me alegra y me airea

No les voy a contar lo que dice esta autora, feminista negra, así la leen también

Sólo les voy a decir que es alguien que escribe con el alma, valorizando el amor como una acción, una práctica (además de un sentimiento), y un movimiento cultural, para el cual son necesarias políticas.

Oportunísimo escuchar esto.

Creía que sabía mucho sobre el amor, pero veo que es bueno que siga aprendiendo. La autora me refuerza en el sentido de saber que los hilos afectivos que componen la familia extensa, así como la comunidad, son de un valor incalculable, a la hora de afianzarnos y enriquecernos como personas.

Sobre todo en estos tiempos en que se planta tanto odio desde las llamadas redes sociales, y tanto anonimato masificador!

Con mi hija Carol leo García Márquez en los intervalos. Con mi hijo Leo me leo en jardines. Y con mi hijo Rodrigo me leo en la lectura cotidiana de la vida.

Impresiones

Volviendo de Patos

Interior de Paraíba

Algunas impresiones

Belleza alrededor y adentro

Gente en movimiento

Reunión familiar

Confianza y fe

Luz y amor

Convivencia y canto

Compartir.

Las flores que vinieron después de la lluvia

Aquello que sé de mí y me libera

Lo que me reconcilia conmigo y con mi pasado, con mi historia

Lo que me da paz interior y me consuela y me alegra

No lo puedo decir, aunque quisiera

Es un viaje personal

Lo he venido encontrando largamente, lentamente

Y está aquí, soy yo

Es esto que escribo esta mañana lluviosa

No soy perfecto, como no lo es nadie

No necesito gustar de quien no gusto

Lo he venido registrando en incontables escuchas y conversaciones

Está en mis libros y artículos sociológicos

En un cuadrito que revela la belleza de lo que son

Las flores que vinieron después de la lluvia

Es esto: las flores después de la lluvia.

Puedo gambetear

Puedo también patear

Puedo gritar y chillar,

Puedo cantar

Pintar y poetizar

Y puedo también ver la página de hoy que escribo

Es un nacimiento todo el tiempo.

 

 

Jazmines del cielo

Celeste. Veo jazmines del cielo. Despreocupación. Confianza. Tranquilidad. Paz. Los colores me son propicios. Vengo en ellos y me repongo. Me rehago. Amarillo. Anaranjado. Rojo. Verde. Blanco. Azul. Marrón. Mi vida en colores.

No necesito estar todo el tiempo pensando, interpretando, reverberando lo que viene desde los medios. Puedo venir a este mundo tan acogedor donde la vida pulsa y me recargo. Creo que he hecho esto muchas veces en mi vida.

Pintar. Dibujar. Traer la vida al papel y a la tela. También vienen buenas emociones. Me río. Se recompone todo mi trayecto vital. Se juntan todos los momentos, todo lo vivido. Crear. Hacer un mundo propio.

Un lugar donde pueda respirar y ser feliz. Los jazmines del cielo que veo son como los que hay en el jardín. Aquellos que traigo al papel, en cambio, tienen solamente cuatro pétalos. Celeste. Paz. Los colores me organizan.

Después de escribir esto vi un verde azulado y un verde hoja. Esto me trajo la sensación de fluidez e integración. Centramiento. Puedo vivir en paz con las personas que me rodean. Estoy seguro.

He ido reuniendo mi vida en colores. Me he venido resumiendo en colores. Tengo la sensación de pertenecer a ese lugar. Un lugar silencioso y sereno.

Consideraciones sobre el acto de escuchar

El hecho de que yo pueda escuchar, que yo me disponga a esperar sin expectativas o casi sin expectativas, es lo que permite que disminuyan las tensiones y la frustración.

En la medida en que escucho, estoy en paz y veo. Soy yo. No necesito estar a la defensiva, listo para reaccionar o imponer una opinión o un curso de acontecimentos.

Cuando escucho y espero y soy yo y veo y estoy en paz, puedo coexistir conmigo mismo y con otras personas en armonía.

Todo esto que digo es literal y concreto. Es fruto de experiencias que realizo constantemente conmigo y en grupo.

Cuando escucho y espero, la otra persona puede venir tal como ella es. No necesita ser callada ni obediente a mis caprichos o deseos. Puede ser quien es y estar tal como está.

Yo no necesito imprescindiblemente de nadie más que de mí mismo. Cuando escucho y espero no estoy solo. Toda mi historia está conmigo. Estoy pleno. Soy todo lo que soy, lo que fui y lo que quiero.

Cuando espero y escucho, las cosas pueden ser tal como son. Si llueve no quiero que haga sol. Si hay viento no me molesta, trato de no salir si no quiero.

Puedo hacer una cosa u otra. Todos mis escritos y mis sueños, mis caminos, mis juegos, se congregan en este único y pleno instante presente.

Solamente cuando escucho y espero puedo ser feliz. Puedo salir a caminar y encontrar a la gente sin rechazo ni miedo o frustración.

Puedo dibujar o pintar o leer o ver una película sin tantas exigencias o casi sin exigencias. Antes creía que necesitaba silencio total. Puedo hacer todas estas cosas y muchas otras aún cuando esté escuchando.

Escuchar no cansa, no es una violencia ni una imposición. Al contrario, es el cese de la presión interna insoportable. Es la paz, finalmente la paz.

Escuchar es ante todo escucharme. Es saber que puedo ser como soy y puedo ser quien soy. Tengo un lugar en el mundo, y en buena medida yo soy quien hace este lugar.

En realidad vivo en mi propio mundo, en buena medida.

Tengo ayuda de otras personas casi siempre, y cuando no la obtengo puedo esperar. No tengo mucha urgencia. Ya corrí mucho.

Escuchar. Esperar. Escribir. Es una sola cosa. Leer, leerme en la escritura del mundo. Es paz. La paz no depende de que yo no sea agredido sino de que yo sepa sin lugar a dudas de que puedo defender mi lugar a toda costa en caso de necesidad. Esto disminuye la violencia, la rabia y el resentimiento.

Puedo vivir en contacto contínuo y pleno con mi ser interior. No necesito estar solo para ser libre. Vivo en mi propia realidad casi todo el tiempo. La belleza está en la mirada, en la imaginación, en la fuente interior de la vida.

La felicidad no depende de lo que otros u otras hagan o dejen de hacer. Depende más bien de que yo pueda seguir siendo yo mismo todo el tiempo. Y para mi suerte, que agradezco, muchas veces el mundo ha venido y sigue viniendo en mi dirección.

El confinamento me sacó del aislamiento, aireó mi interior sacándome de falsas certezas que me aprisionaban y sofocaban. Puedo respirar mejor en un mundo que se acercó mucho de lo que yo quiero. Menos de todo.

Menos exigencias, menos expectativas imposibles de atender, menos presiones. Más capacidad de esperar. Escuchar.

Vuelvo a escuchar canciones como hacía tiempo que no lo hacía. Dejo de pensar tanto. No es necesario estar pensando todo el tiempo.

Lo que pienso frecuentemente me separa de lo que está. Lo que está necesita ser visto y sentido, no necesariamente pensado.

Más escucha. Más espera. Más visión interior y exterior. Más conexión. Más presencia. Más integración.