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Un puerto seguro

Un lugar de acogimiento. Esto es lo que fui encontrando al escribir y publicar. Había alguien del otro lado. Conseguía tocar a alguien. No estaba solo.

Así fue como fui abriendo un espacio para respirar. Esta misma sensación es la que me sigue acompañando ahora. Muchas cosas cambiaron en mi vida. Pero lo que sigue prevaleciendo es la validez de este ejercicio.

Escribo y publico lo que voy viendo y viviendo. La belleza circundante. La insistencia en ser cada vez más feliz, más yo mismo. Saber que no existe la perfección. Lo que vale es el ejercicio de estar abierto al aprendizaje.

Esto me obliga a tomar en cuenta a quien está a mi lado. La seguridad que voy alcanzando es la que nace de esta apuesta total en el amor. El amor es una práctica, una acción.

Un saber que en medio de todas las acechanzas e incertezas, es posible seguir poniendo un ladrillito más. Puedo seguir confiando en mi percepción del mundo y en mi experiencia. Un paso por vez.

Concentración. Atención. Intención focalizada en la confianza de que es posible seguir adelante.

Cosas que me alegran

Hay cosas que me alegran.

El barrio donde vivo, con sus ya muchos lugares guardados en la memoria.

Veredas por donde voy a distintos lugares

Árboles que ya guardo en mí

Sus raíces y su sombra

El dibujo de las palmeras sobre la arena

El mar, esa línea horizontal verde y celeste

Las personas que encuentro en los lugares que frecuento

Las memorias anteriores a este lugar

Que confluyen en este ahora.

Libros que leo y compongo

Dibujos y colores

Sentimientos de pertenecimiento

El aprendizaje contínuo del vivir

La fe que se enciende adentro mío, cosiendo mis días y mi ahora

La belleza que he sido capaz de encontrar

Esta larga caminata que no deja de sorprenderme

Y sobre todo el amor que me sostiene y contiene

Cosas que vivo hoy

Y que me ayudan a permanecer atento y abierto

Página a página

Hora tras hora

Maravillado y admirado

Agradecido por el bien que gozo

Y lo que sigo siendo capaz de generar.

Ilustración: “Letras y colores”

Continuidad

Llega a su fin este domingo

Alivio al tener el retorno de la hija pródiga

Poder seguir confiando

Confiar en la espera

Espera de esperanza

Esperanza activa

Acción integrada

Integrar todas las dimensiones

La vida como una intersección de dimensiones

Vivir todos los planos

Crecer en la fe

Amarillo celeste y rojo.

Empieza otra semana con la misma sensación

Puedo confiar

Puedo seguir adelante

Mejorando la salud

Evitando el estrés

La luna sobre el mar

Las estrellas en el cielo

Un día

Todo el tiempo es un día

Un día son todos los días

Cosidos

Encuadernados

Así el lunes y el martes y todos los días hasta octubre

En que espero estar a mi espera.

Es un milagro estar vivo

Estar vivo y entero

Saber que los días son únicos

Recoger la lección de cada instante

Agradecer este espacio

Esta revista que sobrevive al tiempo.

 

Ilustración: “El tejido del universo”

Tiempo

¿Será que ya pasó el tiempo de la escritura?

¿Pasó el tiempo de la contemplación?

¿El tiempo de la reflexión?

¿Pasó el tiempo del sentimiento?

¿Pasó el tiempo de la conversación?

¿Pasó el tiempo de escuchar?

¿El tiempo de construirnos juntos y juntas?

No pasan estos tiempos.

Si no tengo tiempo para mí, no tengo tiempo para nada

Todo el tiempo me llaman hacia afuera

Voy y vengo

Mi parte mayor está adentro

Aquí hice mi casa

Aquí vivo

Tengo tiempo para mí

Por eso escribo, escucho, veo, siento, decido

Voy por donde veo y siento

Mi mundo no es aislado

Al contrario, es integrado

Hice mi lugar y lo habito

Por eso escribo, no dejo de escribir

Así lleno de alegría mis instantes del día

(Recupero mis sentidos substraídos por el aluvión informativo

Anido y me anido en la poesía cotidiana)

 

Imagen: “Naciendo”

 

Perspectivas

Tener un lugar para compartir experiencias. Crecer en la escucha del mundo y de mí mismo

¿Será que reduje mi vida al circunscribirme al amor?

Puedo elegir adónde mirar

Si para mí la felicidad es el amor de una mujer

Eso es circunscribirme, sí

Lo que no es, es una reducción

Es una concentración

Una focalización y un enraizamiento

Una reorganización de mi estar en el mundo

Vivo una vida particularizada

Esto pone mi atención en los detalles

Las estaciones de la vida

Lo que me toca ahora

No necesito tantas cosas

Son más bien algunas poquitas

El registro de lo vivido me repone en la realidad

Me trae de vuelta de lo que se trata de imponer desde los medios

Los miedos plantados, suplantados, replantados

No soy ominpotente ni impotente

Me abro a mí mismo y al mundo

Y esta conjunción, esta confluencia, me va liberando de prisiones

El presente me sorprende y me apoyo en lo más próximo y cercano

Sabiendo que no dejará de haber tropiezos

Y a cada uno de ellos deberá sucederle una reorganización de perspectivas

Aprendo a estar en el mundo de maneras diversas

Poetizando.

Piso los puntos de luz que fui construyendo en el pasado

Así paso de un día al otro.

De un estado de ánimo medio perdido y tenebroso.

A uno más alegre y luminoso

De la sombra a la confianza

Voy reencontrando mi hoy, mi ahora ahora

Es una escalerita por donde voy llegando adonde estoy.

¡Tantas letras para decir algo tan sencillo!

Justamente son estas cosas compartidas

Este aire nuevo que entra cuando te escucho

Cuando tus historias y mi historia y otras tantas historias

Se hacen un espacio común en movimiento

Salgo de las prisiones internas y de cierto cansancio que pudiera haberse adueñado de mi ánimo

A mi modo, de este modo y de tantos otros que voy registrando y aprendiendo

Lunes

¡Buena semana!

 

Ilustración: “Puntos de luz”

Limpiar la despensa

Este 2022 también fue el año en que el miedo a la violencia, a perder el patrimonio, los hijos, la casa, la herencia o la libertad fue ampliamente alimentado por sujetos que se dicen patriotas y, como era esperado, el miedo ocupó y todavía ocupa un gran espacio en el imaginario nacional. Tal como un boomerang que va y viene en un espiral ascendente, el miedo continúa creciendo y quienes lo fomentan lucrando con él.

Todos los años, en la última semana del calendario, escribo una columna con el tema que considero marcó el ciclo que termina.

Todos los años tengo muy claro sobre qué voy a escribir. En esta ocasión son tantos los posibles que no se bien por dónde empezar.

Escogimos un Presidente que nos prometía brisas de juventud y renovación. Un Presidente que no teme cambiar de opinión y, por el mismo motivo, es ampliamente criticado. Votamos por una propuesta de nueva Constitución y perdimos. Presenciamos una guerra y la pandemia, que pensábamos ya había terminado, y continúa entre nosotras.

Tuvimos un Mundial de Fútbol en el que no participamos, en un país donde murieron 6 mil personas para recibir a sus convidados y que viola sistemáticamente los derechos humanos de las mujeres. Por algunos días u horas nos emocionamos con la victoria de otros países y dejamos de lado la preocupación por los derechos y las vidas.

También dejamos de lado ese extraño patriotismo que ha tomado cuenta de un sector de este y otros países. Patriotismo que se sustenta en banderas, símbolos y canciones entonadas con furor.

Un patriotismo regado a creencias religiosas y concepciones con un poco de olor a algo que hace mucho tiempo venció en la despensa de las ideas, pero extremamente válido para quienes saborean los platos servidos con toques de falacias naturalistas donde sólo existe un tipo de familia y la diversidad es considerada, para la moral de estos patriotas, extremamente peligrosa para el buen funcionamiento de sus dogmas.

Este patriotismo, que tiende a oler a rancio, fue el que consideró que en Chile sólo podemos vivir chilenos, nada de chilenas porque eso es considerado también poco patriótico y eliminó con un trazo de lapicera la posibilidad de reconocer a los pueblos originarios como parte legítima de una nación.

Para estos patriotas, imaginar que Chile podría ser un Estado plurinacional generó alertas inmediatas de peligro. El status quo que mantiene en la despensa, llenas de moho, a las premisas fundamentales para sobrevivir le podía entrar algo de aire y luz.  Dos elementos que no conviven con el moho.

Estos mismos patriotas insistieron en que las mujeres, esos seres que sirven para procrear o prestar el cuerpo como dijo una vez una senadora, podríamos abortar incluso en el noveno mes y la lógica de este argumento se vio tomada por el moho que no permitía ver lo ilógico del mismo. Tal como en años anteriores la mentira y el engaño fueron actores principales en el escenario nacional.

Este 2022 también fue el año en que el miedo a la violencia, a perder el patrimonio, los hijos, la casa, la herencia o la libertad fue ampliamente alimentado por sujetos que se dicen patriotas y, como era esperado, el miedo ocupó y todavía ocupa un gran espacio en el imaginario nacional. Tal como un boomerang que va y viene en un espiral ascendente, el miedo continúa creciendo y quienes lo fomentan lucrando con él.

Este 2022 fue extraño y algunas veces incluso parecía que estábamos estancadas en él. El 31 de diciembre nos obliga a cambiar las agendas por las nuevas que dicen 2023 y observamos esas hojas en blanco imaginando que, por algún motivo, todo será mejor sólo por el hecho de cambiar el calendario.

No me excluyo, y observo las páginas en blanco con la esperanza de cambios que efectivamente limpien las despensas de las ideas añejas que no permiten la entrada de aire fresco sólo por el miedo de abrir las ventanas y las puertas para permitirnos escuchar nuevas ideas, diferentes a las que ya conocemos.

Mi esperanza para este año que comienza se basa en algo simple y extremamente difícil de lograr cuando estamos tomadas por el temor de dejar atrás lo conocido, aunque sea incómodo. Mi esperanza se basa en abrir puertas y ventanas que nos permitan sorprendernos al escuchar más y arriesgarnos a dialogar.

No es el cambio de año lo que nos cambia. Lo que cambia son esas hojas en blanco invitándonos a llenarlas con palabras nuevas y conversaciones que nos permitan conocer y reconocer que el otro, la otra, me pueden enseñar algo si escucho y me escucho a mí misma al hacerlo.

La disposición emocional de respeto por lo que la otra o el otro tienen para decir no es la fórmula mágica para cambiar el mundo, pero sin duda es un abrepuertas que permite renovar la despensa de ideas.

Al escuchar aprendo que siempre es posible integrar algo nuevo y fresco y, al mismo tiempo aprendo y me concedo el permiso de botar lo que ya no sirve más.

Fuente: El Desconcierto (Chile)

(31/12/2022)