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Frecuencia sensible

Hasta que llego a la hoja es una especie de ausencia. Inexistencia. No sé si es bien así, pero es más o menos así. Cuando llego es una paz. Tranquilidad. Estoy en casa. Todo es como debería ser. No me falta nada. Todo está bien.

Los afectos, la familia, el trabajo. Entonces dejo que vayan bajando algunas impresiones. Vivencias. Experiencias. Sentimientos. Cosas que por ahí no están del todo bien, se arreglan. Se organiza. Por ahí un cansancio. Una expectativa todavía no cumplida.

Entonces empiezo a ver lo que hay. Lo que tengo. Esa ranura de luz por donde paso. Esa puerta estrecha por donde consigo atravesar. Saber que todo está bien. Mi fuerza. Mi luz. La confianza en que me apoyo. Saber que no estoy solo. Aquellos sueños que persigo y que me alimentan y sostienen.

La belleza que veo adentro mío y a mi lado. Los gestos de personas que por ahí me hacen sentir que no estoy solo. La frecuencia sensible, amarillo y rojo. El placer de ver una flor, un paisaje, un rostro. Saber que todo va cambiando y yo también.

Escribo como una necesidad. Mi vida se reúne. Mis afectos aparecen en todo el esplendor de su realidad. Mi fuerza se multiplica. Por eso sigo escribiendo nomás. Más y más. Día tras día. Compaginando el libro que soy y por donde ando. Cuando estoy en mi frecuencia, estoy feliz.

Identidad

Escribo aunque no tenga nada que decir

La vida afluye en palabras

Sentimientos e imágenes se congregan

Se reúne y se compacta. Se reorganiza

Toda mi vida.

La vida vivida, no la pensada

No soy pensado, prensado

Soy contacto, integrado

Me saqué los rótulos que no eran míos

Y me quedé yo solo nomás

Lo que soy no es nombrable

Es visible y sensible

Es color

Luz, centro, confianza, amor

Trabajo, creación, solidaridad, enraizamento

Continuidad, renacimiento

Son brotes y flores

Agua que viene y va.

Imagen: “El tejido del universo”

Sintonía

El amor es una frecuencia.

El placer es una frecuencia.

Puedo vivir en esta frecuencia si me sintonizo con el placer de vivir.

Miro adentro mío y alrededor y veo esa luz inextinguible.

Es lo que le da solidez a mis pasos

Seguridad a mi estar aquí

Confianza en cada respiración.

Identidad

Soy un color antiguo y eterno

Color amarillo

Me veo en el cielo y en mi cuarto

Y adentro mío cuando oro

Amarillo

Esa tarde, sintiera la necesidad del amarillo. Salió buscando por la casa, el tubo de amarillo. Lo encontró finalmente en el rincón donde estaban algunos viejos cuadros. Las sensaciones que tuvo al pintar outra vez, al ver outra vez esse amarillo delante de sus ojos, no pueden ser del todo descriptas aqui. Y no por uma deficiencia de las palabras, pero si talvez  por una limitación del lenguaje. Amarillo es amarillo. La palabra amarillo puede no ser amarillo. Puede ser que el sol que saliste a buscar esta tarde, el sol que encontraste esta noche, el amarillo que viste y que ves en los cuadros que pintaste después de tanto tiempo, el amarillo en que te envuelves, sean tales que no puedan ser transcriptos del mundo del color al de la palabra.

Sin embargo, puedes contar, y cuentas, lo que encontraste al encontrar el amarillo, al buscarlo por la casa. Eras otra vez aquél niño, aquél adolescente, ese hombre maduro que por tantos años hizo un lugar para sí en el mundo del color. Al buscar y encontrar el amarillo, al volver a encontrarte en ese color, te encontraste en todos los cuadros que pintaste. Pero no en una evocación sumaria, exhaustiva, de todos los cuadros que pintaste, y sí en la esencia, en el estar allí, del otro lado, en ese lugar que nace de tus manos, que está dentro tuyo y se hace tuyo al pintar, al dejar que el color venga como vino esta noche.