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Destacan necesidad replantear salud mental desde la comunitaria

Por Viannelys Alcantara

Con el objetivo de fomentar y discutir acerca de los diversos temas vinculados a la salud mental, el Instituto de Salud Mental y Telepsicología (ISAMT) realizó su primer seminario del año denominado “Pensando la salud mental desde la comunidad”, donde se reflexionó sobre esta visión de intervención en salud mental donde se prioriza la defensa y protección de los Derechos Humanos.

Las ponencias estuvieron a cargo del doctor José León Uzcátegui, médico psiquiatra y el doctor César E. Castellanos, neuropsicólogo. Mientras que la moderación estuvo a cargo de la licenciada Angelina Sosa.

Durante su intervención el doctor León Uzcátegui, médico psiquiatra analizó comparativamente en lo académico, conceptual frente a la realidad de la salud mental desde la comunidad. “La salud es enfermedad, salud pública es enfermología pública, salud mental es enfermología mental, mientras que la salud mental comunitaria y psiquiatría comunitaria es en buena medida encontrar las enfermedades mentales en la comunidad”.

“Nos vendieron un concepto de salud mental que tiene que ver con psicofármacos, especialistas en enfermedades mentales, con estigma, con manicomios, encierros, ausencia de derecho. Cuando nos planteamos la salud mental desde la comunidad tenemos que pensar de otra manera”, dijo.

El doctor León Uzcátegui destacó la necesidad de cuestionar el concepto de salud, de salud pública y de salud mental, para entender la salud no como una mercancía, sino como un derecho.

“Para poder entender la salud mental comunitaria desde otra perspectiva, hay que romper con los paradigmas que aprendimos, con una clínica y epidemiología que debemos construir como no positivistas. La determinación social de la salud, la salud como proceso, salud-enfermedad-cuidado como derecho humano fundamental de donde surge la salud mental colectiva y el buen vivir”, sostuvo.

Recalcó la necesidad de replantear la salud mental comunitaria para lo que se requiere otro marco teórico conceptual, metodologías y otros actores, porque plantea una nueva manera de vivir. “El único cambio posible y necesario para plantear otro mundo posible es el cambio cultural de nuevos valores”.

De su lado el doctor Castellanos, sostuvo que la salud mental debe pensarse desde varias aristas, no solo desde la comunidad. Asimismo se refirió a lo emergente y lo sumergente en la salud mental mirada desde lo sistémico complejo en la comunidad.

Fuente: Diario Salud

(02/02/2011)

¿Cómo aplicar lo aprendido en las rondas de Terapia Comunitaria Integrativa?

Cuando digo aplicar, es practicar. Toda palabra puede llegar a tener algún tipo de restricción o inadecuación. Más allá de esto, que trato de contornar yendo a la esencia más que a la forma, lo que me interesa es compartir lo que voy aprendiendo en este aprendizaje colectivo, esta reeducación emocional.

En la ronda de ayer del grupo TCI en español, resonó algo que yo ya venía trabajando: la fuerza viene de la fragilidad. Donde pongo fragilidad puede ser vulnerabilidad, imperfección. El pájaro sobre la rama que se rompe, aprende a confiar en sus alas. Sabe que puede volar.

La vida es inestable e insegura. La fuerza del aprendizaje comunitario es que lo que descubro en mí, es validado por personas que viven o vivieron cosas parecidas. Una de las cosas que me gusta de esta práctica educativa humanizadora es que me reconcilia conmigo mismo.

Son exactamente esas sensaciones de inseguridad, vulnerabilidad, inadecuación, que me ayudan a enfrentar el día a día sabiendo que esa es mi fuerza. También me gusta que en la escucha de mí y de la comunidad, se aguza el oído para la polifonía.

Por ahí la mente se detiene en perfeccionismos linguísticos, pero el corazón no se equivoca y hace la costura exacta. Junto el sentir, que me trae seguridad, confianza, tranquilidad, sosiego, con lo que voy comprendiendo. La memoria se agudiza, se juntan los tempos de la vida.

Dejo de vivir de manera fragmentada o recortada, para vivir unificadamente. No hay ninguna perfección en esto. La vida es como la construcción literaria. Un castilllo de arena que el agua del mar disuelve, y volvemos a construir, incesantemente.

Mis heridas, que son una compañía constante, me recuerdan la totalidad de mi camino. ¿Qué fue lo que aprendí en las sucesivas y constantes situaciones de amenaza y/o agresión? Mi vida a mi favor.

Les invito a que nos hagan llegar sus experiencias. La fuerza colectiva es el sumar, el agregar, el juntar hacia una vida más sana y justa.

Venceremos

Otra vez ayer

La canción “Sólo le pido a Dios”

Memorias de la guerra

La guerra era distante

Nací en un país en guerra

Y los enemigos éramos nosotros

El pueblo

Los trabajadores y trabajadoras, los estudiantes

Las palabras se atropellan

Falla la gramática

Pero lo que quiero decir y digo

Es que en estas redes de la Terapia Comunitaria Integrativa

En estas rondas de TCI en tiempo de pandemia

Pude volver atrás y ver

Renacer

Recomenzar

Una vez más

Ponerme a mi favor

Yo en primer lugar

Y saber

Que no tuve culpas

No soy culpable por nada

No le debo nada a nadie

Y puedo seguir mi camino en paz

Tengo unos minutos

Este instante

Y desde esta eternidad en que me meto

Y me escondo y me protejo

(Las letras son un lugar protegido

Aquí nadie me puede dañar)

Lo que quise y seguiré queriendo

Justicia y amor y paz

Belleza y arte y solidaridad

Y sobre todo seguir siendo yo mismo todo el tiempo

Cada vez más

Hasta el momento triunfal

En que aquél Dios que me acompañó toda mi vida

Mi Jesús de las calles y los bordes

Me doy cuenta de que hay y siempre hubo

Una subhumanidad que desprecia la vida

La hubo ayer y la sigue habiendo

Me protejo en flores y colores

Y ya me voy yendo.

Voy y vuelvo y aquí estoy otra vez

A ver qué me dicen

Qué me digo

Qué decimos en coro

Voces múltiples y diversas

Venceremos.

La Terapia Comunitaria Integrativa: un mapa de afectos

Anoche no podía dormir. Me puse a ver un video que la comisión de cultura de la Abratecom-Associação Brasileira de Terapia Comunitária Integrativa preparó, y que se puede ver en la página web de la asociación.

Me emocionó ese recorrido por los países de América Latina y el Caribe donde está la Terapia Comunitaria Integrativa. Me tocó profundamente revivir en poco tiempo, todo un trayecto que me llevó por esos lugares.

Algunos de estos países conocí personalmente, otros a través de la historia, la poesía, la sociología, la literatura. Algo en mí se recompuso y se afianzó. Sentí como me he integrado vivencialmente en estas jornadas de rondas de TCI. Es un mapa de afectos.

Rumbo

No quisiera engañarme, ni inducir a nadie a engaño. Me parece que la situación en que nos encontramos como humanidad, exige claridad.

Ver con nitidez. Usar la propia historia como herramienta capaz de alumbrar nuestro camino. La mera denuncia -en mi opinión- así como los discursos y doctrinas, muchas veces oscurecen y dan falsas seguridades.

¿Qué rumbo seguir? ¿Qué hacer? Mi experiencia me dice que es más efectivo el esfuerzo concreto y concentrado en tareas definidas, que enunciados vagos que parecen decir mucho y en realidad no dicen nada.

Una vez que tenemos una noción de nuestra vocación y del trayecto recorrido para ser quien somos, nuestra historia se pone a nuestro favor.

Actuar colectivamente, comunitariamente, siempre arroja más luz que cuando creemos que aisladamente podemos alcanzar algún avance.

Esto no significa ser pasivos/as, sino actuar colaborativamente. Sumar luces. Sumar fuerza. Sumar aprendizaje. Esto es lo que creo que nos va sacando del fatalismo y nos va promoviendo a una vida más activa, feliz y conciente.

Denunciar al régimen inconstitucional e ilegítimo es necesario. Pero no es suficiente. Cada uno/a pude hacer su parte para que la democracia vuelva a Brasil.

Que haya justicia y plena vigencia de los Derechos Humanos. El espacio cotidiano, personal y familiar, comunitario, son nuestro terreno privilegiado para plantar y cosechar valores superiores capaces de dar sentido a nuestra vida.

No esperar que alguien nos salve. Basta confiar en nosotros mismos/as y hacer lo que está a nuestro alcance. Llegar a ese mínimo esencial permanente de donde nace la luz. Los cambios mínimos que nos instalen en lo eterno.

Mínimamente

Ya se me ha hecho un hábito. Vengo aquí aunque no tenga algo determinado para decir. Un sentimiento como de que voy a encontrarme con un amigo, una amiga.

La sensación es como de estar volviendo a un viejo barrio. Un lugar donde fui feliz en algún momento de mi vida. También me he despedido ya de este lugar.

Nada es permanente o definitivo, en cierto sentido. En otro sentido sí, existe lo que es permanente. Y ya me voy acercando al foco de estas reflexiones.

Hay ciertas prácticas que nos reponen en aquello que es mínimo esencial y permanente. La Terapia Comunitaria Integrativa es una de esas prácticas.

No es necesario tener problemas o ser enfermo(a) mental para participar de una ronda de TCI. Al contrario, es una buena manera de evitar enfermarse.

¿Qué es ese mínimo esencial y permanente que recupero cuando participo de una ronda de TCI? Hay gente que me escucha y escucho gente.

Me escucho al escuchar a las personas. Me gusta escucharme en la voz de otras personas. Me descubro plural, diverso, poderoso.

Es algo tan tenue, tan sencillo. Es como llegar a una plaza o a un parque y sentarse a ver la gente pasar. Es darme un tiempo para mí mismo.

Es dejar de creer que tengo algún problema. Es saber que vengo para encontrar gente amiga. Es tener certeza de que tengo un lugar.

Tengo una familia. Tengo comunidad. Humanidad. La vida transcurre en estos espacios mínimos. Una mirada, una sonrisa, una canción, un poema.

Encuentro fuerza para seguir adelante. Superar el dolor de las pérdidas. Potenciarme hacia nuevas jornadas de superación.

Saber que entre todos y todas somos invencibles. Aquí no se habla mal de nadie, no se critica a nadie, nadie te da consejos ni te analiza o interpreta.

Es un espacio tuyo, de cada uno, cada una. Hay respeto. Hay escucha. Hay apoyo. Hay resonancias positivas. Me veo en este espejo plural y diverso que me repone una sensación de paz y pertenecimiento.

Esa sensación benéfica de recuperar algo muy querido viene a mí. Hay algo que no muere. Algo que es permanente. Lo hago mío en estos espacios públicos abiertos y libres.