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Elecciones

Las elecciones son momentos de decisión.

Es la hora en que tenemos que decir de qué lado estamos.

No hay neutralidad.

Puntos de vista son la forma como nos situamos en el mundo

No son meramente la manera como vemos las cosas

Es la manera como somos, como estamos, como actuamos

Yo no puedo ver la política desde un punto de vista abstracto, porque esto sería desdecirme, anularme como persona

Sería borrar mi camino, desparecer como persona

Por eso opto, y opto claramente

Opté siempre, desde mi más temprana edad, por el lado del pueblo

El derecho a la vida cuando la dictadura mataba estudiantes y obreros

El derecho a la educación cuando querían que la universidad fuera para una élite

Ahora sigo optando por las posibilidades de vida para el conjunto de la población

No me olvido de dónde vine ni me olvido de quien soy

Comprendo que es necesario mantenernos leales a nuestros principios y valores

Sin esto, somos hojas al viento

Sin noción de quiénes somos, somos mero juguete de quienes dominan la sociedad, la economía y la política

Por eso le doy firme a la poesía y a la literatura

Los libros y el arte

El arte de ser feliz enfrentando las circunstancias adversas

Esa es mi política, esa es mi religión, mi ciudadanía y mi fe

Ese es mi camino, mi verdad y mi vida

Así he ido aprendiendo que las revoluciones se hacen desde adentro y desde abajo

No me omito ni me escondo

Mi lugar está a la luz del día.

Apoyo Lula y Alckmin y el Proyecto de Reconstrucción Social y Nacional de Brasil

O Evangelho dissipa nossas trevas. Só nos basta cumprir os seus conselhos

O Evangelho dissipa nossas trevas. Só nos basta cumprir os seus conselhos

Antes de prosseguir estas linhas, trato de justificá-las, brevemente. O País se acha profundamente ameaçado, em sua gente e demais viventes. Qualquer atitude de silenciamento ou de omissão compromete nosso agir de cidadã(os) e de cristã(os), pela raiz. Diante de tantas e tão graves ameaças de aprofundamento da barbárie, não temos o direito de hesitar, de nos omitir. Diante dos ataques à Mâe-Natureza, aos povos originários, às mulheres, às crianças, às comunidades quilombolas, aos agricultores, aos trabalhadores em geral, entre outros alvos da barbárie, só nos cabe enfrentar esses riscos de aprofundamento.

Neste sentido, considerando a nociva eficácia do fundamentalismo religioso – tema sobre o qual já tivemos a oportunidade de refletir (cf. “A leitura popular da Bíblia: vacina contra o fundamentalismo religioso – http://textosdealdercalado.blogspot.com/2022/10/a-leitura-popular-da-biblia-vacina.html) -, tomamos a liberdade de rememorar alguns princípios evangélicos tão violentamente afrontados, em nossos dias.

 

‘’Esta gente Me louva com seus lábios

quão distante de Mim seu coração?’’ (Mt 15:8)

 

‘’ Não quem diz.. oh,Senhor! Oh,Senhor!

Mas quem cumpre a vontade de Meu Pai’’ (Mt 7:21)

 

’O maior testemunho de Amor

É de quem se dedica aos mais sofridos’

 

‘’Feroz lobo persegue Minha Gente

Por seus frutos vocês o reconhecem’’ (Mt 7:15)

 

Há quem fala em nome da verdade

Mas de dentro só saem mentiras graves

 

‘’Eu vim para que todos tenham vida

E a tenho, para todos,em abundância.”[Jo 10,10]

 

Grave risco ameaça nossa Gente

De quem mente e ataca os viventes

 

A mentira elevada ao seu extremo

Esvazia o caráter dos humanos

 

As mentiras que grassam sem controle

Do Maligno procedem, nâo de Deus

 

Quem à Mâe Natureza devastou,

Só demonstra desprezo aos viventes

 

Qual foi mesmo a atitude do Gestor

No período da trágica pandemia?

 

Que respeito devota o candidato

às Mulheres, aos Negros, aos Indígenas?

 

Quem acusa corrupto o adversário

O quê tem a dizer dos próprios crimes?

 

Quem tem mais condição de governar:

Quem respeita nossa Gente, ou quem é pária?

 

Quem descumpre tantas regras democráticas

Se eleito, desfará Democracia…

 

Votar mal uma vez, até se entende

Mas, querer o inferno u´a vez mais??!!…

 

João Pessoa, 25 de outubro de 20227

Sem medo de ser feliz

Este texto destina-se especialmente àqueles e aquelas que têm a responsabilidade de decidir o destino do Brasil nas eleições de 30 de outubro.

Lula ou a barbárie.

Lula ou a desumanidade.

Eu sou um imigrante. Cheguei ao Brasil em busca de uma oportunidade. Uma possibilidade. E fiquei. Fiz a minha de história no meio de pessoas que, como eu, abriram um espaço para si no mundo. Um lugar na sociedade.

Agora as coisas chegaram a um extremo inimaginável. Algo que está na presidência da república e tenta se perpetuar, atacou este país, e suas tradições, ofendeu a humanidade em todas as suas nuances e de tantas maneiras, que parece inevitável ter que acabar com a abominação .

Nem sequer respeitou a religião, a fé, o mais sagrado. Ele ofendeu, ou tentou ofender, porque algo me diz que ele vai conseguir o que merece, coisas que não devem ser manchadas de forma alguma.

O nome de Deus, a fe em Nosso Senhor Jesus Cristo, nada tem respeitado isso que não tem limites em abusar da inocência das pessoas.

Sabemos que Jesus é para os que sofrem, está com aqueles que não têm outra força do que as lágrimas que os impelem a seguir seu caminho de qualquer maneira, em busca de um lugar ao sol.

Os pobres e migrantes, os excluídos em todos os sentidos, mulheres e crianças, trabalhadores, sempre buscaram a proteção e a força que vem da fé, seja qual for a religião.

O que hoje agride a humanidade de tantas formas aberrantes, não pode, não deve, de forma alguma, continuar. Corrompeu tudo, palavras, função pública, respeito, história, memória, decência, inocência.

Corrompeu até o que pensávamos não poder ser corrompido. Há apenas um nome para isso, e é um nome que aprendi a não pronunciar. Quem me lê conhece esse nome.

Ele é aquele que confronta Deus e a humanidade. É o que abusa do amor e da inocência. Repito uma e outra vez. O que está lá confrontando a humanidade deve ser interrompido a todo custo.

Só Lula e a mobilização social e nacional que ele lidera podem deter o abominável. Não se deixem apalpar, não se deixem abusar novamente, não se deixem bestializar novamente. Nunca. Por nada neste mundo.

Temos direito à vida, felicidade, saúde e tudo mais.

Vote em Lula e Alckmin em 30 de outubro.

Sem medo de ser feliz

Sin miedo de ser feliz.

Este texto podría haber sido escrito en portugués, una vez que se destina especialmente aunque no únicamente, a quienes tienen la responsabilidad por decidir los destinos de Brasil en las elecciones del 30 de octubre.

Lula o la barbarie.

Lula o la deshumanidad.

El hecho de que no use para escribir, el idioma de Paulo Freire y Cecilia Meireles, pero sí el de Jorge Luis Borges y el Martín Fierro, no deja, sin embargo, de gustarme.

Soy un inmigrante. Legué a Brasil en busca de una oportunidad. Una posibilidad. Y me quedé. Hice mi historia en medio de gente que iba como yo, abriéndose un espacio en el mundo. Un lugar en la sociedad.

Ahora las cosas han llegado a un extremo inimaginable. Algo que está en la presidencia de la república e intenta perpetuarse, ha agredido a este país, y a sus tradiciones, ha ofendido a la humanidad en todos sus matices y de tantas maneras, que parece inevitable tener que ponerle un freno a la abominación.

Ni siquiera ha respetado, eso que está hoy queriendo repetir la destrucción, la religión, la fe, lo más sagrado. Ha ofendido, o intentado ofender, pues algo me dice que va a tener su merecido, cosas que no deben ser mancilladas de ninguna manera.

El nombre de Dios, la confianza en Nuestro Señor Jesús Cristo, nada ha respetado esto que no tiene límites en abusar de la inocencia de la gente.

Sabemos que Jesús es por quienes sufren, está con quienes no tiene otro patrimonio que las lágrimas que les empujan a abrirse paso de todas formas, en busca de un lugar bajo el sol.

Los pobres y los migrantes, los excluídos en todos los sentidos, las mujeres y los niños y niñas, los trabajadores y trabajadoras, buscan desde siempre el amparo y la fuerza que viene de la fe, no importa cuál sea la religión.

Lo que hoy agrede a la humanidad de tantas formas tan aberrantes, no puede, no deben de ninguna manera, seguir adelante. Ha corrompido todo, las palabras, la función pública, el respeto, la historia, la memoria, la decencia, la inocencia.

Ha corrompido hasta lo que juzgábamos que no podría ser corrompido. Hay un solo nombre para esto, y es un nombre que aprendí a no pronunciar. Quienes me están leyendo conocen ese nombre.

Es quien afronta a Dios y a la humanidad. Es lo que abusa del amor y de la inocencia. Repito una y otra vez. Lo que está ahí confrontando a la humanidad, debe ser detenido a toda costa.

Solamente Lula y la movilización social y nacional que encabeza, pueden detener lo abominable. No se dejen manosear, no se dejen abusar de nuevo, no se dejen bestializar otra vez. Nunca. Por nada de este mundo.

Tenemos derecho a la vida, a la felicidad, a la salud y a todo lo demás.

Vote en Lula y Alckmin el 30 de octubre.

Indignación, fatalismo, fe, esperanza y aprendizaje: Covid-19

La aparición de la Covid-19 ha traído grandes cuestionamientos para la existencia humana. Para frenar su propagación se han impuesto varias medidas restrictivas que han provocado impaciencia, indignación, desesperanza y fatalismo. Pero han creado también la oportunidad de fe, de esperanza y sobre todo de reflexión acerca del sentido de nuestra presencia en este planeta y un aprendizaje para la vida, que debe continuar mejor, más tierna y fraterna.

El virus invisible ha desenmascarado la arrogancia del ser humano moderno que se juzgaba un pequeño dios, capaz de dominar las fuerzas de la naturaleza con la tecnociencia y someterlas a su servicio. La Covid-19 ha demostrado que solamente somos señores de la naturaleza si la obedecemos. No somos dueños sino parte de la naturaleza junto a y no encima de los demás seres.

La Covid-19 nos ha revelado como seres expuestos a la imprevisibilidad y la vulnerabilidad, es decir, no dominamos las condiciones que garantizan o amenazan nuestra vida. ¿Quién, exceptuando epidemiólogos, como uno de los mayores, David Qammen, previó la llegada amenazadora del virus? Son pocos los países que tienen un SUS (Sistema Único de Salud) como nosotros en Brasil. No lo tienen Estados Unidos, Italia, España y México entre otros. Además somos seres que no poseen ningún órgano especializado (Mangelwesen de Arnold Gehlen) que asegure nuestra existencia ni poseemos un hábitat propio, como tienecada especie de la naturaleza. Tenemos que construir, mediante la interacción con la naturaleza y el trabajo. Nuestro hábitat, o sea, un lugar hospitalario en el cual podemos vivir sin mayores amenazas y en paz.

El virus ataca a personas, ricas y pobres, clases, religiones y todas las naciones del planeta. Las armas de destrucción masiva sobre las que se funda el poder de los imperios de hoy en busca de hegemonía mundial e incluso del dominio sobre otros pueblos, se han vuelto ineficaces e incluso ridículas. Lo que nos está salvando no son los mantras de la cultura del capital (lucro, competencia, individualismo, asalto a los bienes y servicios de la naturaleza, dominio del mercado sobre la sociedad) sino los valores casi ausentes en este sistema capitalista y neoliberal: la centralidad de la vida, la interdependencia entre todos, la solidaridad, la generosidad, el cuidado de unos a otros y de los escasos bienes naturales, las relaciones sociales más amigables frente a la insaciable voracidad del mercado, un estado social que atiende las demandas básicas de sus ciudadanos Este es un aprendizaje que estamos haciendo; hay que interiorizarlo y fundar un nuevo paradigma de comportamiento, para que no se traduzca en unos pocos actos sino en una actitud permanente, ya que esto es lo que transforma.

La indignación y la impaciencia son comprensibles porque somos seres sociales. No poder convivir, abrazar y besar a nuestros seres queridos y amigos es doloroso y triste. Asumimos las renuncias como cuidado de nosotros mismos y como solidaridad con los demás para no contaminarlos ni contaminarnos nosotros mismos. Importa que la indignación se transforme en empatía por los que sufren, ya sea en los hospitales, o con las familias que han perdido a sus seres queridos.

El fatalismo significa aceptar un hecho como inevitable ante el cual no podemos hacer nada. Esta es una visión negacionista que nos lleva a la inercia y al abatimiento. Olvida que el ser humano fue creado creador; tiene energías ocultas en su interior que son más fuertes que la dureza de los acontecimientos. Podemos resistirlos, evitarlos y, aunque ocurran, siempre es posible sacar lecciones de ellos y así superarlos. Nada es fatal en este mundo. Solo la muerte lo es. Pero la muerte no tiene por qué significar el fin de nuestra peregrinación, sino el momento de transfiguración, el ejercicio de la libertad suprema al no permitir que nos quiten la vida, sino entregársela a un Mayor, y despedirnos de este mundo agradecidos por el hecho de haber existido. La última palabra de Santa Clara, compañera de San Francisco de Asís, es inspiradora: “Señor, te doy gracias por haberme creado”. Inclinó la cabeza hacia un lado y expiró y así cayó en los brazos de Dios-Padre-y-Madre de bondad que la esperaban.

Ante la pandemia avasalladora, es urgente suscitar la fe y alimentar la esperanzaLa fe, en su sentido bíblico, significa más que acoger verdades y adherirse a doctrinas. Es sobre todo confiar en Alguien que acompaña nuestros pasos, conoce todos nuestros altibajos, sabe de qué polvo estamos hechos y se apiada de nosotros. Por eso, como dice de forma consoladora el Salmo 103: “Él no está siempre acusando ni guarda rencor para siempre; como un padre tiene compasión de sus hijos, así el Señor se compadece de los que confían en él, porque conoce nuestra naturaleza y recuerda que somos polvo” (v. 9-14). Tener fe significa que la vida, por penosa que sea, tiene sentido y vale la pena asumirla y amarla. Hoy la asumimos en su fragilidad y confiamos en que ese Alguien pueda compadecerse de nosotros y salvarnos del virus letal

La esperanza nos hace comprender que lo invisible es parte de lo visible. La realidad empírica y dada no es toda la realidad. Oculta algo invisible que pertenece a nuestra condición humana: las innumerables posibilidades y virtualidades escondidas dentro de nosotros. Podemos desentrañarlas inventando una nueva solución a nuestros problemas. La esperanza nos permite soñar y pensar en mundos aún no vividos y ensayados pero que nos desafían a darles forma. Mientras haya esperanza, no habrá callejones sin salida. Por la esperanza nos convencemos de que la Covid-19 no será el Next Big One, el gran virus terminal, contra el que ninguna vacuna sería eficaz y que podría liquidar gran parte de la biosfera y acabar con millones de seres humanos. Pero el virus es misterioso, desconocemos las consecuencias y su posible permanencia endémica entre los humanos. Todo indica que el mundo pre-pandemia definitivamente ha pasado. Debemos prepararnos para algo nuevo en la humanidad: una nueva forma de vivir y convivir entre nosotros los humanos y con la naturaleza a ser regenerada.

Nuestra esperanza es que aún tenemos futuro. Nacidos en el corazón de las grandes estrellas rojas, hace miles de millones de años, seguiremos irradiando. Alimenta nuestra esperanza una de las últimas frases de la Laudato Si: cómo cuidar de la Casa Común delPapa Francisco: “Caminemos cantando; que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza” (n.244).

Traducción de Mª José Gavito Milano

(09-04-2021)

Desafío

Si fuera ya un antiguo ritual este de venir por la mañana y tratar de dejar alguna señal. Un breve rastro de algo que pasa y se queda.

Una época que perdió noción de historia e identidad. El pertenecimiento un poco se diluye en asimilaciones fortuitas.

Un día la masa va para allá, al ratito se vuelve nomás y se tira al despeñadero. El vivir se asemeja a un acontecimento irrelevante. No era así años atrás.

Y todavía hay quienes mantienen en sí viva la memoria y la fuerza de un existir pautado por valores permanentes y elevados. La reflexión es necesaria si es que aspiramos a ser de hecho dueñxs de nosotrxs mismxs.

Cuanto más las presiones despersonalizadoras, anomizantes y alienantes fuerzan en la dirección de un vivir vacío y sin sentido, más debemos empeñarnos en buscar las raíces de aquello que puede rescatarnos.

Sumergirnos en la historia, en la filosofía, la poesía, el arte, la religión, el trabajo. Todo aquello que nos reconecta con la dimensión mayor e inmediata de la existencia.

Dejar un poco de lado el mundo prefabricado que se impone desde los medios. Hacer con nuestras propias manos un mundo que valga la pena de ser vivido. Este es el desafío.