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Integridad

El otro día escucho un tipo decir que el papa Francisco es medio comunista.

Le respondí que el papa Francisco es católico, y que se ocupa de los pobres.

La ignorancia da la vuelta y aparece por otro lado.

El hecho de que después de incontables papas preocupados con cualquier cosa menos con la justicia social o la humanidad, aparezca el papa Francisco, debería ser suficiente alegría para el mundo.

Un papa radicalmente seguidor del evangelio. Trabajador incansable por la paz y por el respeto a las personas excluídas, por las cuales trabajó toda su vida.

La pertenencia a una u otra religión, credo u opción partidaria, no necesariamente habla en favor de quien quiera que sea.

Hay gente que se esconde detrás de rótulos. Siempre traté más bien de ser yo mismo quien estaba y está presente.

Cuando viene una provocación o una ofensa, sin embargo, salgo al frente. Los rótulos más bien esconden la realidad que la revelan.

Trato de ser más bien fiel a mi integridad. La persona que siguió un camino que la trajo hasta aquí. Sin cortes ni omisiones.

Alguien que se reconoce en una lucha eterna humanizadora, que pasa por lo cotidiano, el trabajo, la familia, la amistad, la fe, el arte, la educación, la cultura.

Argentina es eso. Una continuidad que aún con retrocesos, no se pierde. Esto es noción de patria. Es noción de sí. Noción de humanidad.

 

El valor de la vida

Nunca será suficiente lo que se pueda llegar a escribir sobre esto.

Por poco que tengamos alguna sensibilidad cuanto al hecho del vivir, necesariamente deberemos experimentar algún sentimiento profundo.

Toda vida es en sí misma algo admirable.

Cada persona es una superación de infinitas circunstancias adversas que fueron superadas.

No siempre tenemos un buen ánimo, ni una predisposición para maravillarnos con lo que llamo “el milagro de la vida.”

Sin embargo, mi trayectoria vital me llevó desde temprano, y aún hoy, a mantener una actitud de admiración frente a la vida.

Sentirme vivo, ver como en un pantallazo todo lo que experimenté a lo largo de mis ya muchos días.

Saber que supe despertar cariño y respeto en muchas personas en diferentes contextos, algunos extremadamente adversos.

Puedo decir que aprendí a encarar con una actitud de respeto a las personas, pero no puedo ser tolerante con quienes desprecian la vida.

En particular, soy totalmente intolerante para con quienes usan y abusan del poder (económico, político, midiático, etc.) para ofender, agraviar, calumniar, perseguir, amenazar, matar, destruir la esperanza.

Es lamentable que las leyes que reprimen estos abusos, no sean aplicadas.

El cuidado, la protección, la promoción y la práctica efectiva de los Derechos Humanos, obligan a una actitud atenta y vigilante.

En los días de hoy está difundida una “ideología de la libertad,” en la que se escudan los grupos contrarios a la vida, para practicar sus crímenes.

La consciencia exige, sin embargo, que seamos rigurosos, rigurosas, en la denuncia de las prácticas que lesionan la humanidad.

Las Naciones Unidas orientan a que se denuncie en el ámbito judicial-policial local, todo y cualquier acto contrario a la integridad de la vida humana.

No olvidar que la omisión es complicidad.