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Orgullo de ser argentino

Me indignó ver un comentario prejuicioso contra el Papa Francisco por ser argentino.

¡Cómo es lamentable la bajeza moral de quienes ignoran lo que dicen! Hablan sin saber. Lastiman sin darse cuenta.

Sin siquiera saber que practican un delito. Xenofobia es crimen.

Siempre me dolió la ignorancia disfrazada por detrás de máscaras que supuestamente darían impunidad a quienes se esconden por detrás de ellas.

Hubiera sido mejor que más brasileños y brasileñas tuvieran alguna noción de decencia y humanidad, y nunca hubieran elegido un delincuente como el ex – presidente que precedió Lula.

La nacionalidad no es un divisor de aguas. Hay gente que nunca será gente, por el mero hecho de que optaron por la mediocridad.

Argentinos como Jorge Mario Bergoglio son un orgullo para la humanidad. Un motivo de alegría y esperanza.

Tengo orgullo de ser argentino. Mi historia me da orgullo. Mi origen me ennoblece. Inclusive porque soy de un país donde la educación y la cultura fueron un eje en la construcción ciudadana.

Humanidad se hace estudiando y aprendiendo. Construyendo a muchas manos. Soy de una generación que luchó por la vida.

Trabajamos por una Argentina sin hambre, sin violencia ni dominación. Ese sueño está vivo y me sigue animando, dondequiera que esté.

Nunca más

Marzo. Noches de vigilia. ¿Cómo no recordar?

Personas desaparecidas

Secuestro, tortura

La mentira como política de estado

No ha pasado

Pasa y vuelve

Volvió

Vuelve todas las noches

Marzo

Juicio y castigo a los culpables

La vida debe ser defendida, debe ser cuidada

No sólo con palabras sino con acciones

El amor es una práctica, no una prédica

Impunidad, inmunidad

No.

Justicia.

No se trata de una militancia

Sino de una cuestión de educación.

Las armas matan

La conciencia es conciencia de vida para la vida

No se mate, no mate

Estudie, trabaje, únase a quienes precisan de cuidados

La solidaridad nos rescata de la deshumanización

¡No hay tiempo que perder!

La vida es muy corta

Exclusión social, alienación, hambre, matan.

Nunca más.

Perspectiva

La edad que tengo y el modo como me encuentro crean una situación en que veo las cosas y la vida de un modo singular. Así fue en otras edades también. Pero ahora quiero referirme en particular, a la perspectiva que se tiene cuando la vida está por un hilo. Esto me ha pasado ya muchas veces a lo largo del camino. Estar por un hilo.

Sea por el motivo que fuera, había de hecho, y hay, algo que no puedo dejar de tomar en cuenta. No tengo mucho tiempo. Esto pone las cosas en una manera característica. Todo gana su justo valor. Lo que es despreciable se muestra como tal. Lo que es falso se ve de manera indudable como falso. No engaña. Vos podés engañarte y creer que me engañás.

Pero yo dediqué mi vida al arte de ver la realidad. A deshacer embustes, engaños y mentiras. No quiere decir que no me equivoque también. Pero hay un sentir, una sensación, un aviso, una percepción, que me hablan con claridad. Y sé cuando estás mintiendo, así como sé también cuando estás intentando engañarme.

Saber y sentir que no tengo mucho tiempo está a mi favor, una vez más. Así fue ayer, en los sucesivos ayeres que hoy están encuadernados en este ahora. Este instante fecundo e intenso. Precioso como nada más en este mundo, te lo puedo asegurar. Esta es la perspectiva que ahora tengo.

Y no solamente por la situación en que me encuentro, sino también por el hecho de que estoy todo aquí, más que antes aún. Mucho más que antes, o tanto cuanto. Ahora tengo menos motivos para fingir, si es que alguna vez los tuve. Sigo con la misma cara de siempre. Más marcada, sin duda.

Las líneas que se dibujan en mi piel son la señal de mis caminos. Y en esta hora tan singular, aprecio aún más lo que siempre tuve como el mayor bien. Ver las cosas como son. Ser el que soy. Cada vez más yo mismo. Esta fuerza se sigue acentuando a medida que el tiempo pasa.

Identidad

Escribo aunque no tenga nada que decir

La vida afluye en palabras

Sentimientos e imágenes se congregan

Se reúne y se compacta. Se reorganiza

Toda mi vida.

La vida vivida, no la pensada

No soy pensado, prensado

Soy contacto, integrado

Me saqué los rótulos que no eran míos

Y me quedé yo solo nomás

Lo que soy no es nombrable

Es visible y sensible

Es color

Luz, centro, confianza, amor

Trabajo, creación, solidaridad, enraizamento

Continuidad, renacimiento

Son brotes y flores

Agua que viene y va.

Imagen: “El tejido del universo”

El valor del conocimiento

El conocimiento que no sirve para liberar, no sirve. Yo sé por qué y para qué estudié sociología. Quería sociabilizarme. Hoy han pasado tantos años desde aquellos días iniciales, y sin embargo mi objetivo, el sentido de esta acción basada en el conocimiento, sigue siendo el mismo.

Es cierto que había un contexto de cambio social. Una expectativa de revolución en la Argentina. Liberación significaba desalienación, toma de conciencia, inclusión social. Sigo pensando lo mismo.

Hoy como ayer sigo creyendo que la sociología solamente se atiene a los fines para los cuales fue creada, cuando y si colabora para que las personas se liberen. Sepan quién son, cuál es su valor, el sentido de su vida. Nunca entendí la sociología como un ejercicio meramente especulativo, intelectual, teórico.

Al contrario, para mí significaba y continúa significando, una inmersión en la práctica de modo a cambiarla. De manera que cada vez seamos más felices, más plenamente auténticos o auténticas. Más integrados o integradas en una aspiración humana de desarrollo total de todas nuestras potencialidades y dimensiones.

En mi trabajo docente siempre estimulé a que mis alumnas y alunos, y yo mismo, cooperásemos en una elevación de nuestra calidad de vida. Hubo quienes, acostumbrados a un ejercicio pasivo de la permanencia en sala de clase, se quejaran de que eso no era clase. Querían que yo les dijera qué deberían investigar.

Lo que sé es que mi paso por las universidades no se disoció de mi sentido original. Lejos de los modismos de esta o aquela tendencia o militancia, nunca milité en nada. Me limité y sigo limitándome a ser cada vez más una persona más libre, porque más dueño de mí, menos esclavo de las determinaciones externas.

Esto lo tuve en claro desde el comienzo. Sólo el trabajo en común libera. El sentimiento une, crea comunidad. Si no vamos en esa dirección, en la dirección del amor, que es lo permanente y da sentido a la vida, todo será vano. Estas palabras tienen un sentido y una oportunidad. La vida es muy breve. No importa cuántos años vivamos, un día nos vamos.

Estos años en Brasil, desde el golpe de estado de 2016, han sido de un retroceso brutal en lo que se refiere a las condiciones de vida de las personas. Retirada de derechos, hambre, mentiras, calumina, persecución política, abuso de poder. Todo esto puede ser revertido, si las personas despiertan.

Educar es ver, es sentir, es ser responsable. Volvamos a ese camino. No puede ser que la ignorancia y la brutalidad sigan imperando. El trabajo debe volver a ser el eje de la vida social. No el parasitismo, no la burla descarada al sufrimiento humano.

El estado y las instituciones deben estar al servicio de quienes trabajan, así como de las jubiladas y jubilados, y no al contrario. ¡Vamos a poner las cosas en su lugar! No existe disociación entre pasado y presente. Es imposible negar la historia, negar la ciencia, la filosofia, la cultura.

La vida es un camino ascendente, no descendente. Quien ama la tristeza es el diablo. ¡Vamos a ser felices! No importa qué tiempo de vida tengamos. Un día, un año, el tiempo que sea. ¡Que sea pleno! Piense, elija, decida, reflexione.

Vote en quien se parece con usted. 

Sin obligaciones. Elecciones felices

Saboreando un mate empieza el día en la Casa de Las Artes

Pasar al segundo renglón exige reflexión

¿Qué hacer? ¿Qué decir?

Sin obligaciones. Ya hice mucho.

Me complazco viendo mi camino hasta aquí.

Mis luchas. Trabajo. Familia. Un empeño.

Le puse ganas a la vida y lo sigo haciendo.

Sólo que ahora despacito.

El canto de una pajarita o de un pajarito me alegra.

Sintiendo encuentro mi camino

Elecciones felices.

Una y otra vez vengo aquí a decir lo mismo o casi lo mismo

Y a fuerza de tanta insistencia

Este trabajo incesante va dando sus frutos

Vale la pena hacer el esfuerzo

Cada día un poco

Un poco más

O un poco menos.

No aflojar

Al final la cosecha es harta.

No hay ventaja en querer acortar camino

Vivir da trabajo

Es un trabajo

El vago o la vaga

Sin duda van a tratar de engañarles

Yo no me engaño

Desde el comienzo les veo la cara.

No me convencen con palabras vacías

La palabra vacía grita en mis oídos.

Hay que poner en su lugar a esa gente

Si se borran los límites del orden social

La convivencia se hace imposible.

No importa cuántos años tengas

No dejes de trabajar.

Yo sé por qué te lo digo.

La función del arte

“El espíritu se sumerge en la apatía a menos que sus invisibles tentáculos busquen constantemente una luz inalcanzable.” (Herbert Read, Imagen e Idea. La función del arte en el desarrollo de la consciencia).

Esta afirmación tiene un sentido muy profundo. El ser humano es direccional. Debe construír sentidos para su vida. Y si no orienta su energía en el sentido de la creación como actitud contínua frente al mundo, se degrada. Un dicho popular dice que “Un cerebro desocupado es el taller del diablo.”

¡Cuánto placer y alegría obtenemos al disfrutar de lo bello! La belleza nos rodea por todas partes. Es necesario crear un sentido para ella. La persona parásita es estéril y dañina. No adquirió el hábito de la construcción, que nos habitúa a la colaboración solidaria, a la suma de esfuerzos.

Si no adquirimos el hábito de trabajar con las manos, nos disociamos de esta función fundamental de la vida humana. Todo es creado. El proprio ser humano se crea y recrea continuamente. Por eso me alegra haber aprendido desde niño a jugar con un juego de maderas que mi madre había hecho con sus propias manos. El Ti-Co-Tí.

Inventábamos lo que queríamos. Puentes. Casas. Sube y bajas. Todo dependía de la imaginación. Así nos fuimos habituando a crear con la mente. Imaginar. Ver que es posible hacer las cosas. Todo implicaba en algún trabajo. Entonces también fuimos ganando una intimidad con las cosas.

Conocer, comprender, cuidar. Todo da trabajo. Son trabajos placenteros. Humanizadores. El arte nos enseña que siempre hay una salida posible. Siempre podemos encontrar una solución. Y podemos transformar en bien el mal que nos pueda estar afectando.

Sobre el trabajo humano

Me maravilla la variada gama de quehaceres a que se dedica la gente. Uno hizo el teclado desde donde escribo. Otro, la pantalla donde leo las palabras. Otro más, arregló el techo que goteaba. Un cuarto, los cables por donde va la energía eléctrica.

Uno, inventó el teléfono. Otro, la televisión. Un tercero, la Internet. Otro, los autos que pasan por la calle y que nos llevan de aquí para allá. Ya sé que la Internet fue fruto de numerosos trabajos combinados, como cualquiera de los otros trabajos, inventos o tareas. Todo trabajo, como todo lo que existe, las personas, las plantas, las cosas, son combinaciones de muchos trabajos, frecuentemente anónimos.

Mientras unos se dedican a orar o a cuidar enfermos, otros asaltan, roban, matan. Unos hacen de la oración su meta y su modo de vida, la comunión con Dios y el servicio a su prójimo, del que no se distinguen, mientras otros ocupan su tiempo o parte de él en charlas vanas, juegos, deporte, ver televisión o desfiles de escolas de samba.

Todos son trabajos o tareas humanas, quehaceres, oficios o actividades. En todos, la persona se realiza o saca algún provecho, por las buenas o por las malas. Unos aman y otros odian, unos hacen la guerra y otros la paz, curan heridos, sanan, amparan, protegen. Uno escribe libros para liberar, y otro para lucrar. Uno para ir a la verdad, y otro para difamar, para mentir, para calumniar.

Me maravilla la enorme dispersión de tareas en que ocupa su tiempo el hombre, la persona humana, hombre o mujer. La gente, en una palabra.