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¿Qué hacer?

Hay veces que debemos esperar. Parar. Mirar atentamente, a ver qué es lo que deberíamos hacer.

Otras veces, tenemos que actuar aún sin demasiada noción clara sobre qué hacer.

¿En qué situación estamos?

Brasil está saliendo de uno de los períodos más tenebrosos de su historia. El imperio de la anomalía. La incapacidad de amar, como política de gobierno.

El retorno a la democracia es el resultado de acciones colectivas e individuales entrelazadas, que dieron como resultado la victoria de Lula y Alckmin el 30 de octubre de 2022.

El neonazismo, sin embargo, no ha sido eliminado, ni en Brasil ni en el resto del mundo. Hay que seguir trabajando en la reconstrucción humana.

No es tarea de algunos partidos u organizaciones, solamente. Cabe a cada una, a cada uno de nosotros(as) actuar decididamente en favor de la vida.

Una opción clara y definida por el bien más valioso. El amor es acción, es trabajo, es una práctica, o muchas prácticas interconectadas.

Es más que discursos, que sin embargo también pueden tener algún efecto. Es cuidar. Esperar. Escuchar. Prestar atención. Ver claramente. Abrirnos a las demás personas. Honrar el estar vivos(as).

No omitirnos frente a lo mínimo ni frente a lo máximo. Saber que la responsabilidad es mía también, de cada persona. Volver a confiar. Volver a esperar lo mejor. Recuperar la fe que nos mueve a salir a la calle cada día.

Dar un abrazo. Un paso que sea en dirección a lo que nos es más sagrado. La recuperación de la identidad. El orgullo de ser quien somos. Habitar el presente sin miedo, o a pesar de los miedos.

La función del arte

“El espíritu se sumerge en la apatía a menos que sus invisibles tentáculos busquen constantemente una luz inalcanzable.” (Herbert Read, Imagen e Idea. La función del arte en el desarrollo de la consciencia).

Esta afirmación tiene un sentido muy profundo. El ser humano es direccional. Debe construír sentidos para su vida. Y si no orienta su energía en el sentido de la creación como actitud contínua frente al mundo, se degrada. Un dicho popular dice que “Un cerebro desocupado es el taller del diablo.”

¡Cuánto placer y alegría obtenemos al disfrutar de lo bello! La belleza nos rodea por todas partes. Es necesario crear un sentido para ella. La persona parásita es estéril y dañina. No adquirió el hábito de la construcción, que nos habitúa a la colaboración solidaria, a la suma de esfuerzos.

Si no adquirimos el hábito de trabajar con las manos, nos disociamos de esta función fundamental de la vida humana. Todo es creado. El proprio ser humano se crea y recrea continuamente. Por eso me alegra haber aprendido desde niño a jugar con un juego de maderas que mi madre había hecho con sus propias manos. El Ti-Co-Tí.

Inventábamos lo que queríamos. Puentes. Casas. Sube y bajas. Todo dependía de la imaginación. Así nos fuimos habituando a crear con la mente. Imaginar. Ver que es posible hacer las cosas. Todo implicaba en algún trabajo. Entonces también fuimos ganando una intimidad con las cosas.

Conocer, comprender, cuidar. Todo da trabajo. Son trabajos placenteros. Humanizadores. El arte nos enseña que siempre hay una salida posible. Siempre podemos encontrar una solución. Y podemos transformar en bien el mal que nos pueda estar afectando.