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Diario

Diario. Un lugar para mí.

Uma posibilidad para ser yo la persona que soy, más allá de las presiones sociales que, como sabemos, son potentes e inevitables, llevando muchas veces a la anulación o, al menos, a la deformación de la persona y de la personalidad.

Estar yo en mi lugar y ser yo la persona que soy, en la infinita o al menos enorme variabilidad de dimensiones que me componen y habito, es lo que me hace llevar un diario. Un lugar donde estoy a gusto, más allá de intentos por agradar o provocar no sé qué impresiones en quien quiera que sea.

Muchas veces la violencia nace de la falta de sí, la ausencia de un espacio interno aceptable. Este lugar de la persona no puede ser negado. Tenemos derecho a existir, y esto tiene un significado concreto.

Que tengamos que coexistir y hacer concesiones o modificar comportamientos en el encuentro muchas veces conflictivo con las demás personas, no significa que debamos cancelarnos por el hecho de vivir en relación. La vida es hasta el final. No cesa, o no debe cesar antes de tiempo.

Me empeñé como profesor, y sigo empeñándome como escritor, en estimular y promover, habitar propiamente, el espacio del ser. El lugar de la persona. Esto me pone en primer lugar, en el sentido de que a todo momento y en cualquier circunstancia, mi prioridad es seguir siendo yo mismo.

La tarea de encontrar y habitar el propio lugar es incesante y no puede ser postergada. De ahí que la atención a la vida, el cultivo de lo que nos hace bien y nos alegra, lo que nos hace felices y plenos o plenas, sea un objetivo central y propriamente vital.

No ceder en lo esencial, aunque muchas veces tengamos que hacernos a un lado o dejar pasar algo que podría dañarnos. Recuperar el sentido de las palabras es algo a lo cual el diario nos va acostumbrando.

¿Qué quiero decir cuando digo algo? ¿Sé lo que estoy diciendo, o meramente repito lo que escucho o lo que veo por ahí, en las redes sociales? Brasil ha vuelto en sí. El país vuelve a sí mismo. La gente ha venido también volviendo a sí y en sí.

Leo mucho, siempre leo mucho y me leo en lo que leo y en lo que escribo, en lo que sucede. Lo bello tiene un lugar primordial como fuente de vida y de energía. Descubrir esto y aceptarlo, cultivarlo, es una sola cosa. Amar da trabajo, y exige una actitud de apertura y creatividad constante.

Es más fácil odiar, pero esto me destruye. No quiero destruírme. Estos últimos 10 años en Brasil han sido de resistencia y de construcción de espacios de supervivencia. Esto deberá continuar en el retorno a la democracia. La liberación no es automática.

No se trata de repetir lo que otras personas dicen o hacen. Es más bien un volverse continuamente a las fuentes de la vida y del amor. Un despertar constantemente a lo que es verdadero, a lo que está aquí. El arte, la poesía, la escritura, son cruciales en este empeño.

La pasividad consumista, la actitud meramente sumisa a autoridades externas, imbeciliza, nos extraña de nosotros mismos, mismas. La vida es un soplo. En un instante pasa y se va. Alegría es imprescindible para ser feliz. ¡Buen día, Brasil! ¡Buen dia, humanidad! De vuelta estamos de vuelta.

Escribir como manera de ser

Vengo desde otro tiempo

Todo tan rápido ahora

Hay que estar atento para saber qué pasa

Escribo para poder ver

Para entender

Para registrar lo que sucede

Para escuchar y escucharme

Sigo escribiendo como lo hacía de niño

Escribí un poema que me sigue guiando

Un poema de mi madre me sigue acompañando

Cuando escribo puedo sentirme

Sé que me voy haciendo minuto a minuto

Autor de mis días

La vida no se me pasa en vano

Sintonía fina.

Escribir es ir abriendo espacio

Es ir dejando la basura afuera

Deshacernos de lo que no nos pertenece

Dejar abierto el camino hacia lo que realmente somos

Vivir totalmente nuestra realidad interna

Apropiarnos de lo bello en nosotros mismos/as y en nuestro alrededor

Disfrutar de la plenitud de ser completos, completas

Ir rehaciendo nuestra historia, constantemente

Ver lo nuevo ahora, todo el tiempo.

Gloria de mi tierra

¡Cuántos días en un día!

¡Cuántas decisiones todo el tiempo!

Las ganas se hacen.

Saborear el mate.

El día empezado.

Las chicas de la limpieza de la calle pasan con sus carritos hacia la playa

Ella duerme.

Las memorias de ayer.

Los renglones siguientes los iré agregando a medida que sucedan.

O me iré subiendo por ellos hacia el cielo

Que está adentro mío y alrededor.

Allá lejos y arriba

La pandemia y el pandemonio

Lejos y arriba es el lugar del parasitismo y la impunidad

Aquí la vida

Minuto a minuto

Todos los días

Siempre ha sido así

Dos mundos

El externo y lejano

El interno y propio

Una lucha contínua

Vence la vida

Si le pongo ganas

Y aún a veces sin muchas ganas

De tanto insistir el río me lleva

Y voy a mi favor

Adonde sea.

Los últimos días

¿Qué sabemos de los últimos días?

El último capítulo

Puede ser esta letra

Este renglón

Este irme hacia el sol siempre

Que soy

Gloria de mi tierra.

Unas pocas personas, unas pocas palabras

Esto compone mi universo interior

Mi mundo interno

Las palabras son

Sol

Silencio

Sinceridad

Sensualidad

Sentimiento

Sensaciones

Soledad

Amarillo

Amar

Y yo

Rojo

Celeste

Verde

Rosa

Naranja

Azul

Mi diccionario interno

Mi alfabeto interior

Leo mi libro y mis colores

Siguen las palabras

Río

Agua

Lluvia

Alegría

Sueños

Esperanza

Vida

Muerte

Eternidad

Camino

Jesús

Familia

Comunidad

Barcos al mar

Las personas las siento

Las miro a los ojos y sé qué son

Me defiendo siendo yo todo el tiempo

A tiempo me resguardo de todo mal

Vínculos

Intersección

Multiplicidad

Multidimensonalidad

Siguen las palabras

Las personas son singulares

Singularísimas, como yo

No son multitudes.

Personalmente. Precisamente. Poéticamente.

¿Qué mundo es este? ¿Dónde estoy? ¿Cuál es mi lugar en un sistema de cosas en el que la vida humana parece tener poco o ningún valor?

Estas son preguntas que nacen frente a hechos históricos. Acontecimientos en que vastos contingentes de personas se desvanecen en una especie de niebla.

El sistema económico-político y cultural absorbe de tal modo la existencia de tantos seres humanos, que las preguntas que enuncio arriba, tienen sentido.

La dictadura de Videla en Argentina puso sobre la mesa el hecho de que para mucha gente cualquier medio vale para alcanzar sus objetivos.

Para entregar el país al capital extranjero de una forma aún más desvergonzada, apelaban al anticomunismo y a la religión como justificativas para violar los derechos humanos, sociales y laborales.

El régimen ilegal, inconstitucional e ilegítimo actualmente en el poder en Brasil, reproduce un cuadro semejante. En esta coyuntura, la pandemia impone cuidados que ni el gobierno ni buena parte de la población (como en otros países del mundo) ponen en práctica.

La vida sin embargo sigue existiendo, a pesar de la situación adversa. Parece inclusive potenciada por el hecho mismo de estar amenazada de extinción.

Como ayer, como durante la dictadura de Videla, somos obligados y obligadas a acatar lo inaceptable. Nada, sin embargo, puede forzarme a actuar contra mi propia conciencia. No lo hice ayer ni lo hago hoy.

Aquí es donde me siento a gusto para desarrollar lo que en este preciso momento me mueve. La esfera de lo individual, lo personal, lo único y singular que constituye a una persona y la mantiene como algo diferente de los rebaños.

No es lo genérico, tan impuesto en las hablas, que hay veces que me pregunto qué diablos están diciendo. Usan palabras cuyo sentido desconocen, en lugares inapropiados, de modos inadecuados.

No hay una vida genérica sino individual. Es la persona quien vive y muere. Es la persona, por lo tanto, el bastión irreductible donde se frena la abominación.

No es el sistema, sino los valores que elegimos como deseables, quien define lo que somos. La conciencia tiene varias dimensiones que es necesario conocer y habitar.

La multiplicidad y diversidad de dimensiones que nos constituyen, son irreductibles a lo utilitario. La capacidad creativa, el ejercicio del arte, la poesía, son esferas sin las cuales nuestra humanidad se degrada y desvanece.

Mientras la barbarie prosiga afuera, puedo y debo ponerle barreras personales y comunitarias intransponibles. En medio de la situación actual, en cualquier situación, soy responsable por la manera que vivo.

La poesía es justamente el lugar y el modo de recuperación de lo más valioso que tenemos. La actitud personal, la manera propia de ser y de sentir.

La fuerza interior concreta y poderosa que me defiende de la despersonalización. Basta una palabra. Basta una persona.

Yo puedo ser esa palabra, esa persona. Yo puedo hacer la diferencia. Va a ser mejor para mí. Inevitablemente los rebaños tienen como destino el matadero. Puedo elegir la vida

Concientemente

No me basta vivir. Tengo necesidad de saber que estoy viviendo concientemente. Saber que soy yo mismo todo el tiempo, sin concesiones a las concesiones habituales y adaptativas, que puedan estar robándome este instante de valor sin igual.

Trato de vivir con propósitos, con finalidades y con determinación. Estar todo entero en cada pequeña cosa. Entonces todo es pleno. Y veo que mi vivir es integrado, es una costura de tiempos y no un mero transcurrir ausente o semiausente.

Cuando consigo estar plenamente presente, todo está bien. Lo que me angustia y molesta es la semivida, el estar a medias, el hacer de cuenta. Pasé buena parte de mi vida luchando contra presiones adaptativas forzadas más o menos clara y abiertamente.

Creo que conseguí ser yo mismo aún en muchas situaciones en que parecía que sería imposible no tener que ceder y doblegarse. No lo consigo siempre, hay momentos de distracción o ausencia o automatismo.

Pero trato de que mi estar aquí, tan valioso y preciso, sea justamente cada vez más mío, cada vez más clara y totalmente yo aquí. A la edad en que me encuentro, veo la trayectoria total de mis dias, como un tejido integrado que me contiene y representa de manera bastante verídica.

Poco falseamiento. A no ser unas cobranzas de mayor autonomía y decisión que tengo que enfentar casi diariamente, desmintiendo el saldo negativo inexistente. Rehaciéndone cada vez más yo. Siempre más yo. Esto me calma y tranquiliza. Me da paz.

Puedo fluir y tener mis lugares convivenciales y relacionales y ejercer mi voluntad creativamente para conservar mi libertad. Da trabajo, pero es divertido a veces. Otras veces, cansa. Es como jugar. A veces gano, otras no. Pero siempre me alegra ver que tengo otra chance.