Arquivo da tag: Crecimiento

Un lugar para mí

Un lugar para mí

Un espacio mínimo.

Eternización cotidiana.

Contacto humano.

No hay peligro.

Ni abandono ni rechazo.

Notas de viaje.

Aprendiendo a ser feliz.

Yo puedo vivir.

Puedo estar aquí.

Puedo ser como soy.

Tengo mi lugar en el mundo.

Posibilidad de ser.

Permiso para vivir.

Anidarse.

Anidarme.

Dejarme venir.

Dejarme llevar.

Aprendizaje

¿Qué es lo que me da fuerzas para pasar de un día al otro? Saber que no estoy solo. Saber también que se puede. Yo puedo.

Un día por vez. La vida se reinaugura cuando decido que voy a hacer valer este tiempo. No hay otro tiempo. Este tiempo es todos los tiempos. Es todo el tiempo. No me canso de recordar esto.

El aprendizaje del vivir es contínuo. Y cuanto más me abro a la experiencia colectiva del crecimiento, más se va revelando el valor de seguir ascendiendo. Siempre hacia arriba. Como el sol. ¡Hasta mañana!

Diariamente enfrento el dar vuelta la página. El salir de la oscuridad a la luz. Por eso confío y mi confianza cresce. Puedo mantenerme centrado en lo que es valioso. Lo que permanece. Lo que está a mi alcance.

Aprendizaje

Ayer a la tarde experimenté un sentimiento singular

Una sensación de libertad

Estaba como de espectador y autor al mismo tiempo

No esclavo, sino señor de las circunstancias

Sabiéndome capaz de confiar y al mismo tiempo

Viendo que era y soy capaz de actuar sin traicionarme

Permaneciendo fiel a mí mismo.

Puedo abrirme y me abro al aprendizaje

Esto me pone en un espacio de superación

Soy más que o que pienso que soy

Y esto no significa otra cosa que soy más que las fronteras artificiales de los rótulos

Las etiquetas no me contienen

El amor me potencializa y fortalece

Me ilumina y por esa luz que soy voy.

Abrirme al amor es saber y ser más

Más que una versión fija de mí mismo.

No necesito temer al amor

Él me lleva por caminos de justicia.

Soy yo y obedezco

No hay contradicción y la hay

Pero no anula sino converge y contribuye.

Somos intersección de frases, fuerzas, conocimientos

¡Que sean para nuestro crecimiento y felicidad!

Tiempo

¿Será que ya pasó el tiempo de la escritura?

¿Pasó el tiempo de la contemplación?

¿El tiempo de la reflexión?

¿Pasó el tiempo del sentimiento?

¿Pasó el tiempo de la conversación?

¿Pasó el tiempo de escuchar?

¿El tiempo de construirnos juntos y juntas?

No pasan estos tiempos.

Si no tengo tiempo para mí, no tengo tiempo para nada

Todo el tiempo me llaman hacia afuera

Voy y vengo

Mi parte mayor está adentro

Aquí hice mi casa

Aquí vivo

Tengo tiempo para mí

Por eso escribo, escucho, veo, siento, decido

Voy por donde veo y siento

Mi mundo no es aislado

Al contrario, es integrado

Hice mi lugar y lo habito

Por eso escribo, no dejo de escribir

Así lleno de alegría mis instantes del día

(Recupero mis sentidos substraídos por el aluvión informativo

Anido y me anido en la poesía cotidiana)

 

Imagen: “Naciendo”

 

Escribir y publicar

Construír un libro es como suspender el tiempo por un momento que se puede estirar por muchos días. No importa la cantidad de horas que dure este intervalo. Es como si se abriera una ventana.

Un paréntesis. Un espacio de contemplación. Una rendija. Una grieta. Una posibilidad para ver la vida y lo que existe, de otras maneras. Sin ningún apuro. Despacito.

Siempre que escribo y me pongo en esta tarea de compaginar lo que será el nuevo libro, me sumerjo en el caudal de experiencias que van componiendo la edición de cada día.

Se renueva de tal modo mi estar aquí, que todo lo vivido se presenta con todo detalle, desde el comienzo hasta los días actuales. Viene una sensación de plenitud y completamiento.

Es un espacio de acogimiento. Todos mis escritos tienen esa misma cualidad. Son lugares donde las personas pueden verse.

En medio de la fugacidad, de las incertezas y de las inevitables sensaciones de finitud, lo eterno se pone al día, como al comienzo. Todo adquiere un tono de “primera vez.”

Este proceso mío de venir a flote en letras, palabras y colores, se viene realizando en buena medida en las páginas de Consciência.

Así que les pido paciencia si es que por algunos días o por un tiempo mayor, mi presencia se hace un poco más espaciada. Seguiremos juntos y juntas de todas formas.

Algo que he ido aprendiendo es que la vida no para. Hay intervalos. Pero la vida sigue siempre, como un río de montaña. Juntar los tiempos es preciso. Para que la vida no pase, se quede.

Escribiendo

He estado dedicándome a escribir desde hace mucho tiempo. Escribir se hizo para mí, más que una segunda naturaleza, la naturaleza primera, la naturaleza original.
Así fui abriendo puentes hacia adentro y hacia afuera de mí mismo. Fui estableciendo conexiones entre mis partes, mis pedazos, descubiriendo la unidad. Y la semejanza con las personas alrededor. Se fueron creando vínculos positivos hacia adentro y hacia afuera.
Publiqué en revistas que se autodenominan de izquierda, o progresistas, siendo que en la práctica, muchas veces descubrí que no había allí mucho espacio para la libertad, para la originalidad, para lo que he andado buscando com mis escritos.
Eran espacios ideológicos, espacios de diatribas, de críticas, muy distantes del impulso creador y noble que anida en las iniciativas concretas de reconstrucción de la persona humana en las que estoy empeñado y de las cuales participo, de cuerpo y alma.
Recientemente, pasé un muy mal momento con la persona responsable de una revista con la que vengo colaborando desde casi su nacimiento. Fui tratado como si fuera un nadie, un desconocido.
Por el simple motivo de que me preocupé con el hecho de que la revista estaba off line, y tomé la inciativa de tratar de que esto fuera remediado. Pensé en dejar de colaborar con la revista.
Era otra vez el viejo doble discurso: hacia el público, pour la galerie, todo un rostro a favor de causas sociales. En el trato interno, al contrario, la prepotencia y la injusticia. La arbitrariedad.
Todo medio de comunicación es valioso. Pero hay un límite. Decidí seguir colaborando, inclusive porque no sólo es un lugar valioso para mí, sino también para varias personas y movimientos con los cuales colaboro.
Pero algo en mí se rompió. Me di cuenta de que debería empezar a despedirme de esa revista en la cual, con la cual y por la cual, pasé por tan buenos momentos.
De aprendizaje, de crecimiento. De conocimiento e intercambio con lectores y lectoras. Dejar que las cosas sigan su curso. Había llegado al límite.
En la academia, y aún en espacios del voluntariado del que participo, encontré también actitudes semejantes. La mediocracia reacciona.
Pero hay una causa más grande, algo más valioso que me sustenta: un quehacer que estabelece contactos, puentes de encuentro, entre lectores y quien escribe, quien comunica como algo vital, imprescindible para la vida.