¿Qué sentido tiene la vida? ¿Tiene algún sentido estar vivos, vivas?

¿Ya te has hecho esta pregunta alguna vez, querida lectora o lector?

Cuando estalla una guerra, cuando veo como se mata por nada y para nada, por motivos fútiles, o aún por el mero “placer” de matar, me pregunto una vez más:

¿Qué sentido tiene la vida?

Los noticieros nos bombardean constantemente con noticias que refuerzan un escenario de desvalorización de la vida

Sin embargo, siguen naciendo personas todo el tiempo. ¿Para qué? ¿Para ser usadas, abusadas y descartadas cuando ya no sirvan más?

¿Servir para qué?

¿Para qué sirve la vida?

¿Para enriquecer a quienes ya tienen riqueza de sobra?

Ahora sale el sol. Sobre el mar, a lo lejos, veo el sol naciendo. Un brillo precioso, refulgente, por debajo de nubes grises.

En tiempos de crisis, nos hacemos preguntas. Es mejor que tratemos de darles respuestas. Pero yo no soy de aquellos que le dan trabajo a los demás.

Trato de hacer lo mío. Me hago estas preguntas y las comparto, y también comparto algo de lo que aprendí en este ya largo camino.

No comprendo que haya gente con hambre, gente pidiendo comida y durmiendo en las calles.

Esto me duele.

Luché para que en la Argentina de los años 1970, hubiera un país sin hambre, sin dominación y sin violencia.

Esto significaba educación para todos y todas. Darnos las manos, hacer juntos, juntas. Ir más allá de las divisiones de clases.

El intento tuvo corta duración. En seguida el retroceso. Más de lo mismo, y ahora ya en una escala sin precedentes. Campos de concentración. Centros de tortura.

Esto no me gusta ni me hace bien recordar. Pero me lo recuerda todos los días la prensa, los diarios, la televisión, las redes sociales.

No tengo más remedio que sacarlo afuera, para que no se pudra. La basura afuera. Adentro, luz, esperanza, solidaridad, como ayer, como siempre.

No se puede matar la vida. Subsiste bajo toda circunstancia. Y aún parece ser que cuanto más se la trata de extinguir, viene con más fuerza, como las plantas.

La educación y el arte, la literatura y la poesía, el amor, siguen siendo para mí lo que le da sentido a la vida.

Así que ya ven que sigo siendo de aquellas personas que no se rinden.

El sol ya está un poco más arriba en el cielo, lo cual me recuerda una canción que escuché en 1977: Sale el sol.

Sale el sol. Sigue saliendo el sol. ¿Esto tiene algún sentido, algún significado?

La luz amarilla anaranjada pinta las paredes. Cantan los pájaros y pájaras.

¡Buen día!

¿Qué fué lo que aprendí? ¿Qué aprendo todos los días?

Que se puede. Un día por vez es posible. Y un poco después también. Una meta próxima, para después de la oscuridad.

Familia, fe, amistad. Construcción colectiva. Comunidad. Confianza. Esperanza. Estas son cosas que vi que subsisten.

Siguen siendo recursos con los cuales podemos seguir contando.

No tenerle miedo al miedo. Cuentan que el miedo golpeó a la puerta. El coraje fue e a abrir. ¿Saben qué encontró? ¡Nada!

No quedarnos solos, solas. Esto es fundamental. No perder contacto con gente alrededor.

No vivir a la defensiva ni a la inofensiva. Esto es: no inventar enemigos ni enemigas, ni tampoco hacer de cuenta de que no los hay.

Pero si es que hay enemigos o enemigas, no son míos, sino de la humanidad. Y a esto no hay que temerle. Es nada. Menos que nada.

Las emociones nos unen, nos dan fuerzas. Mis sentimientos me unen a mí mismo. Son la costura del tiempo.

Estando yo unificado, sintiendo y comprendiendo con el corazón, estoy en comunión con la fuerza que sostiene al mundo.

Ni aún quien quiera que pueda llegar a creer que es mi enemigo o enemiga, no me pondrá contra mí.

Estoy a mi favor.

Si sé lo que quiero, si tengo claridad sobre qué es lo que quiero, no hay nada que me pueda derrotar.

La confusión es lo que hay que evitar. Que no nos confundan, bajo ninguna circunstancia.

¿Morir por la patria? ¿Qué es eso? ¿Qué patria? ¿La patria de quién? ¿Adónde están los señores y señoras de la guerra?

No me vengan con macanas. Sólo conozco el trabajo. La suma de esfuerzos que conduce a que una persona se transforme en algo valioso.

Una obra de arte. Algo que pueda valer la pena. Esto es lo que para mí le da sentido a la vida.

No es quedarse sentado o sentada viendo lo que pasa, o más bien, lo que dicen que pasa, que es muy diferente de lo que realmente sucede.

Es patético el espectáculo de vanidades que se presenta en la llamada escena política actual. Personajes en todo contrarios a la vida dominando el escenario.

Pero hay una luz, una hendidura. Una posibilidad. Apenas perceptible, la luz se viene infiltrando en medio de la oscuridad.

 

Foto: “Paz”, pintura del autor

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