Unidad(e)

A casa toda se preparava para a primeira ¿palavra? ¿nota? ¿pincelada? Raíces. Estaba solo. Nadie lo llamaría. Nadie lo vendría a buscar. No iría a ningún lado. Ni siquiera ella vendría a estar con él. Ya no hablaba. Era todo silencio. Apenas los pájaros cantaban Y no siempre. No a toda hora. Había intervalos.

Estaba vivo. Comía pescado y miraba “A mão e a luva” en la mesa. La imitación de Cristo. El sombrero de paja. Un dolor de estómago recordaba la angustia de la hora. Ir o no ir a Mendoza. No habría viaje que pudiera impedir la partida de sus padres. Y cada víspera era tortuosa. Dolor de espalda. Sueño. Desentendimientos con María. Recuerdos del tiempo malo. Todos los malos recuerdos se ponían en fila: No pasarás. No pasaría. Natalia vendría y no interrumpiría su arraigo.

Nunca en la vida se había sentido así: parte del lugar. Del tiempo. Del mundo. Una familia mayor, Doña Rosa. Zefinha. Afya. Reiki. Efu. Teresía. Socorro. Alder. Genaro. Habían pasado casi 27 años desde la partida. Ya era tiempo. No más cortes. No más quebradas. Nunca más exilio. No así. No ya. No ahora. Todo puede esperar. La vida no. Vos no. No ahora. Sumauma. Mar. Sol. Suma. Luna. Nazaré. Rosana. Sí. Remontaría el camino del sol. Cortaría la apetencia obligatoria. Se entregaría al lugar que lo acogió. Camino con corazón es eso.

No se habla con nadie. Los pajaritos cantarían indefinidamente. Y los grillos. Y el mar. Y el viento. Nada de humo ni de aeropuertos ni controles. Nada de perros de uniforme. Los hijos de la guerra. La casa de los espejos era un laberinto. Ajedrez. Los enos de Simona. Lucia. Un vestido en la mano. El mar. Gibran. Los libros. Mariana. Una estrella roja. Rosa. Lourdes. Bernadete. Cristo. Sumergido en Dios.

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