Las rosas crepusculares

Por Belisario Roldán

¡Ay de tí si al final de la jornada

_ya en la etapa postrer de la pendiente_

no sabes convertir en llamarada

la propia nieve que blanqueó tu frente,

ni encender una antorcha de alborada

en el bosque sin luz de tu poniente!

¡Ay de tí si el invierno te ha caído

y arrastrando las fláccidas y entecas

piernas de la vejez, no has aprendido

a llenar de otra luz tus noches huecas

y ennoblecer tu tálamo derruído

con el perfume de las flores secas!

¡Ay de tí si el sillón en que reposas

no recoge un latido de ilusión

y no sabes hallar las nuevas rosas

que el crepúsculo brinda al corazón

y que urdidas en sombras misteriosas

pálidas rosas de misterio son!

¡Ay de tí si desnudo te encontrara

de ilusiones el fin de tu destino

porque al cruzar tu huerto o tu Sahara

agotaste las odres de tu vino

como un pájaro loco que dejara

su plumaje en las zarzas del camino!

¡Ay de tí si no nace en cada una

de tus noches un lírico rosal

y no sabes trocar la última luna

en un astro fecundo y augural

que reviva el armiño de la cuna

en esas horas blancas del final.

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