Reunión

fotoA veces creo que tengo algún problema o inconveniente. Entonces recuerdo como he ido recuperando el sentido de mi vida sobre todo en la Terapia Comunitaria Integrativa. Un sentido de unidad.

Un sentir de que valió la pena. De que todo lo que me tocó sufrir, de algún modo han sido y siguen siendo oportunidades de superación. Posibilidades de aprendizaje. Sé que me falta mucho. Hay cosas y personas que no he perdonado. Pero trato de perdonarlas y perdonarme.

No acarrear rencores ni bronca. Ni rabias ni deseos de venganza. No quiero andar pesado por el mundo. Cuando me pasa de pensar que tengo algún problema, recuerdo lo que ha sido y sigue siendo mi vida desde que me empecé a contactar con la Terapia Comunitaria Integrativa.

Cada encuentro de TCI, desde el primero hasta el último, es una marca indeleble en mi trayectoria de vida. Un momento claro y distinto, en la recuperación de mi sentido de vivir. He ido recomponiendo mi humanidad, de maneras claras y definidas.

Puedo situar o enunciar con una frase, lo que he recuperado en cada uno de mis momentos con la TCI. Mis momentos en la TCI. Y sé que esto todavía va a seguir. La vida es contínua. El trabajo es permanente. Pero lo que hoy disfruto de mi estar en el mundo, no habría sido posible sin que yo me hubiera integrado en esta red de cuidados.

Es cierto que yo tomé la decisión de tenerme de vuelta. Yo quería volver a ser la persona que había sido hasta el golpe de estado de 1976 en la Argentina. La dictadura de Videla. Pero sin la TCI, así como sin los cuidados y el cariño de mi família y mis amigos, no lo habría conseguido.

Algo en mí se ha ido recomponiendo. Algo en mí se sigue rehaciendo, cada vez que participo de un curso de formación en TCI. Algo que creía que se había roto para siempre, se va recomponiendo. En la medida en que me ido incorporando a estos grupos de gente que se viene buscando a sí misma, muchas veces gente pobre, pero con una integridad y una voluntad de vencer a toda prueba, he ido recuperando la noción de mí mismo.

Una noción de mí mismo que en realidad había empezado a perder desde hacía mucho más tiempo. Desde las primeras experiencias dolorosas de mi vida, cuando niño. Otras después, en la adolescencia. Y aquellas que empezaron a ocurrir en 1976 y también después. Todos esos dolores, en medio de la gente que frecuenta los cursos de formación en TCI, se fueron transformando en otra cosa.

Mi vida se parece mucho a todas las demás vidas. Esto hace que ahora, a esta altura de mí mismo, pueda respirar aliviado, sintiendo una sensación de unidad. Mi pasado y mi presente se han juntado. Se siguen juntando. Por eso muchas veces cuando siento que tengo algún problema, recuerdo lo que he ido aprendiendo en el contacto con la gente de la TCI.

Deixe uma resposta