Pertenecimiento

Escribiría algo. Como tantas otras veces, por la necesidad de estar en mi lugar.

Aquí me reúno. Aquí soy yo. Aquí puedo respirar a plenos pulmones. No necesito cumplir papeles. Yo sé que tenemos papeles que cumplir. Pero, paradojalmente, es en el papel, donde me siento libre de todos los papeles.

También en la Terapia Comunitaria Integrativa me siento libre de los papeles. Recuerdo tantas personas queridas que conozco en esta red. Personas de varios países de América Latina, y Europa. Ahora que estoy aquí, ahora que llegué a la hoja, descanso.

Puedo dejar que vengan algunas de las impresiones de hoy y de otros días. Las plantas. Los malvones. Las parras brotadas en medio de esta primavera invernal. La gentileza de las personas que he encontrado en la calle. Gente atenta. Esto me anima y reconforta.

Los colores, que he vuelto a ver en estos últimos días. Los colores me son especialmente queridos. Los siento, y me siento por ellos acogido. Me transmiten sensaciones muy buenas. Me traen de vuelta mundos distantes.

Los libros también me resultan especialmente gratos. Los que leo y los que escribo. Y también los que no leo. Todos me contienen. Son como que tal vez mi casa más grande. Andar por las veredas de Mendoza, como quien nunca se fue.

Me fuí, pero es como si la ausencia se estuviera cancelando, o se hubiera cancelado. Como si se hubiera cerrado la brecha de muchos años de estar afuera. Aquí también encuentro mi lugar. Esta mañana, en el gimnasio, me acordé de unas palabras de Jesús Cristo.

El hacerse niño otra vez. La inocencia. Una memoria nuestra que subsiste. Un tiempo de confianza, alegría y paz. Ese amor atemporal, que nos contiene, si nos hacemos accesibles a él, si le hacemos un lugar.

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