Rumbo

No quisiera engañarme, ni inducir a nadie a engaño. Me parece que la situación en que nos encontramos como humanidad, exige claridad.

Ver con nitidez. Usar la propia historia como herramienta capaz de alumbrar nuestro camino. La mera denuncia -en mi opinión- así como los discursos y doctrinas, muchas veces oscurecen y dan falsas seguridades.

¿Qué rumbo seguir? ¿Qué hacer? Mi experiencia me dice que es más efectivo el esfuerzo concreto y concentrado en tareas definidas, que enunciados vagos que parecen decir mucho y en realidad no dicen nada.

Una vez que tenemos una noción de nuestra vocación y del trayecto recorrido para ser quien somos, nuestra historia se pone a nuestro favor.

Actuar colectivamente, comunitariamente, siempre arroja más luz que cuando creemos que aisladamente podemos alcanzar algún avance.

Esto no significa ser pasivos/as, sino actuar colaborativamente. Sumar luces. Sumar fuerza. Sumar aprendizaje. Esto es lo que creo que nos va sacando del fatalismo y nos va promoviendo a una vida más activa, feliz y conciente.

Denunciar al régimen inconstitucional e ilegítimo es necesario. Pero no es suficiente. Cada uno/a pude hacer su parte para que la democracia vuelva a Brasil.

Que haya justicia y plena vigencia de los Derechos Humanos. El espacio cotidiano, personal y familiar, comunitario, son nuestro terreno privilegiado para plantar y cosechar valores superiores capaces de dar sentido a nuestra vida.

No esperar que alguien nos salve. Basta confiar en nosotros mismos/as y hacer lo que está a nuestro alcance. Llegar a ese mínimo esencial permanente de donde nace la luz. Los cambios mínimos que nos instalen en lo eterno.

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