Límites

Paciencia y perseverancia hemos tenido. Han sido 10 años de ver descomponerse el tejido social por la acción maliciosa del sector antidemocrático de la sociedad. Incluyendo, por supuesto, el sector corrompido del Legislativo y Judicial, así como la llamada “gran prensa,” iglesias cristianas, empresarios, etc.

No, no faltó paciencia al lado de acá. El lado de allá, sin embargo, no se conforma con haber sido derrotado el 30 de octubre de 2022, en las elecciones que dieron victoria a Lula y Alckmin.

Ahora que la Justicia parece haber despertado del largo sueño adormecedor a que se entregó, no falta quien se queje alegando derecho de manifestación.

Pedir dictadura, desconocer el resultado de las elecciones, no son derechos. Son delitos, y deben ser punidos. La justicia demoró mucho en actuar, y lo está haciendo, lentamente.

No es justo que el sector democrático y popular, que soportó todo este tiempo de golpes, ataques, prisiones ilegales, calumnia y difamación, tenga que seguir soportando las amenazas de nuevos ataques terroristas.

La justicia y la policía deberían garantizar la seguridad pública y el ejercicio de la vida cotidiana de la población. Esa es su función. No lo han hecho hasta ahora, pero es su obligación.

10 años no es poco. Creció el feminicidio, la homofobia, el racismo, los asesinatos impunes. Cortaron presupuesto educacional y cultural. Destruyeron el sistema de salud pública.

No nos pidan más paciencia. Cumplan la ley como es debido y déjennos reconstruir lo que se queda de este país devastado por la delincuencia política institucionalizada y sus apoyadores.

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