Cuidando do cuidador

La “izquerda” se olvidó del interior, del toque, del espíritu, del abrazo, del afecto. Cuidando del cuidador forma parte de una estrategia que el Movimiento inspirado por el Dr. Adalberto Barreto, del Movimiento de Terapia Comunitaria (ver sitio en Internet), ha puesto en marcha para construir el hombre y la mujer nuevos. Acaba de realizarse en Beberibe, en las “Ocas do indio”, municipio vecino de Fortaleza, Ceará, el evento correspondiente al mes de noviembre.

De él participaron cerca de setenta profesionales del arte de cuidar del Brasil entero, en régimen de internado, durante siete días, teniendo clases teóricas y vivencias prácticas, con derecho a masaje terapéutico incluído en el paquete. Las líneas que siguen repiten, en un lenguaje narrativo que es propio del autor, trechos del entrenamiento del modo como fue realizado, y forman parte de un proyecto del Programa de Pós-Graduação en Enfermagem de la Universidade Federal da Paraiba (João Pessoa, PB).

La finalidad es poner al alcance de un público el más amplio posible, las enseñanzas –el autor debe estar arrancándose los pelos—del sistema de prevención de la salud mental comunitaria recientemente divulgado como instrucción del Ministerio de Salud de Brasil, en la tentativa de romper la dicotomía “medicina oficial”-“medicina complementaria” en la Atención Básica del Programa de salud de la Familia. Como es bien sabido –y si no lo es, es bueno que se sepa–, el PSF es modelo en América Latina y para otros países del mundo, como estrategia preventivista exitosa donde otros fracasaron.

A título informativo, y a modo de introducción a los lectores del trabajo del Prof. Barreto llamado Terapia Comunitaria passo a passo (Fortaleza: Gráfica LCR, 2005), digamos que el sistema puesto en práctica sintetiza el saber popular y el científico, la teoría de los sistemas y la antropología cultural, y ya hace más de 20 años que está siendo ejecutado en casi todos los Estados de Brasil. Los módulos formativos son impartidos todos los años en las Ocas do indio y están abiertos a toda persona que tenga vocación de terapeuta (no solamente profesionales de salud), que pasa a actuar en dinámicas semanales en su comunidad de origen una vez concluída la formación.

Ahí va la crónica.

“Tantas obras de bien, dijo,
Para mi hijo Jesús”.
Este es Pina, que se burlaba de mí cuando llegaba al Colegio Liceo Agrícola Sarmiento.
Papá me ayudaría a plantar el árbol de mi casa, el que transformaría mierda en flores y frutos, de víctima a vencedor.
No me debes nada.
Una piba pasaba a la noche.
Hoy estoy aquí solamente para mí.
La vergüenza de Jaime.
Deban despedido.
Tu pensión disminuiría, no podrías ahorrar.
Un libro de vidrio con ¿….? De macoña.
Washington agregando excluídos,
Uma linda manera de terminar.
Y las puertas se cierran a tu paso.
Estuvo solo meditando en la oca.
Me traía el oratorio para que orara.
Todo lo arreglo con dinero.
¿Dónde iría la chica a esa hora de la mañana?
Conocerás a otra Leila.
Carlos plugado en la Internet.
Leila nome incluye en familia.
Un vigía pasa con un palo bajo el brazo.
Adeílda casi me toca el bilau.
Cheire el agua.
¿Cómo se dice colher en español?
El lobo e Isabel, la de la sonrisa coringa.
Miedo, rabia.
Te oigo respirar en la cama.
Si tuviera un Note Book tendría una historia para Consciencia.
Beberibe, cerca de Fortaleza.
Nunca seré un terapeuta comunitario.
No me interesan las historias de los otros.
Sólo la mía, el de la historia quebrada.
El del nudo a los ocho años.
El sin hermanos.
El patito feo.
Pina, el hijo del basurero.
Y ahora yo venía a visitar su escuelita.
Ye veo tan bien, aprumado.
Você é como um pai para mim.
¿Qué quieres de mi, Dios
Vida
Amor?
¿Quién publicará estas cosas?
La terapia Comunitaria ya es asunto de Estado, 30 Estados brasileños con Polos Formadores, la historia de Washington y Silvia y la chica con las hermanas víctimas de Talidomida y la transfusión de la hija a la madre a nadie interesarían.
Un baño de mar. Una rueda doble. Quiero recuperar mi sueño de niño, se calca Jaime, el vecino de cuarto.
Creo en mí.
No puedo dormir con el ruido del mar,
En el fondo te alegras con su desgracia,
La tuya se hace más pequeña.
Una familia desgarrada.
El doctor y las francesas.
El Brasil de las ONG.
¿A quién le interesaría?
¿Volveré al infierno?
¿Conoceré otra Leila?
¿Puedo ser yo?
Las preguntas se agrupaban y vos dormías.
Me curaré publicando otro libro.
Viajando con vos siempre que pueda.
¡Rolandín! Me llamabas en la noche.
Un pueblo movilizado socialmente.
Salud mental para todos.
Esa sí era una buena noticia.
Aunque volvieras a la sombra a esconderte en el baño a escribir.
Aunque la sonrisa de Isabel fuera para todos y ella no se sentara en tu mesa porque estabas acompañado.
Mandarle un libro a Jaime.
Con unas notas argentinas.
Un repórter hormiga.
¿Por qué no te podés bañar solo?
¿En medio de todos?
Te van a ver.
Verán un cabecita negra.
La gallina de Angola – o como se llame — anuncia la llegada del dia y despertaste a la hora de escribir.
¿Irías a Mendoza con Bruno?
¿Y si papá te deja en la calle?
¿Cómo será volver a João Pessoa después de una semana en la Oca do índio?
Morro Branco.
Todos brillan y yo también.
No creas tanto en la salud mental de los profesionales de salud mental.
Más vale un masaje terapéutico con Nívea.
El estruendo del mar es constante.
Volver a caminar.
Volver a acompañarte solo lejos.
Sin niños, sin demandas, sin agregados.
¿Qué sentido tendría ser terapeuta comunitario?
Ser feliz en medio de otros.
Un sueño de niño hecho verdad.
El guaraná espera en la bolsa.
Gustavo guardará un lugarcito para estas líneas al borde del mapa.
Y la tristeza se irá para siempre.

Los hermanos de Adalberto trabajan con él.
Un francés escribió un libro con él, El indio que vive en mí.
Las víboras tienen miedo de hablar.
¿Cuál sería el animal de Jaime?
Cocinero cinco estrellas.
El mar se acerca.
¿Qué pensaría Nazaré?
El habla del escritor es su escrito. O escrita. Así dijo Ariano Suassuna, creo.
¿Y quién leerá estas palabras al borde del cambio de piel de la serpiente que se libera del pasado?
Sólo una dosis de guaraná bien grande y mucha cajuína.
El mundo globalizado puede ser unas Naciones Unidas de mentiritas. Con un obrero francés haciendo una borboleta de conchitas. Y un cocinero internacional sentándose en tu mesa.
Gabriel, Gorete, Bruno, Leila, Romero, Marieta, Chico ¿Serían familia de verdad un día?
Te duele el cuello y hay que dormir porque la jornada es larga mañana.
Talvez, al final, sea un terapeuta solitario.

Descargando la rabia. Cambiar de piel. María se incomodó porque perdió el baño de mar porque yo dejé la llave en la oca. Desayunamos con Jaime. Está cansado. Familia. Perdón.

¿Cuánto tiempo puede llevar encontrar el niño interior? Mirar a los ojos.

El cuerpo tiende a repetir el trauma.
Qué inchapelota el chocalho atrás mío.

Los dos candados estaban abiertos.

Yo puedo. Toda elección impone un sacrificio. Destruír el autoboicot.

Rolando Lazarte, Sociólogo e escritor. Professor colaborador do Grupo de Estudos e Pesquisas em Saúde e Sociedade do Programa de Pós-Graduação em Enfermagem da Universidade Federal da Paraíba.

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