Sur, hoy.

Esta mañana, me gustaría referirme a algunas frases y temas presentes en el poema en prosa de Julio Cortázar, “Después hay que llegar”. En el comienzo del largo texto, divulgado casi 20 años después de que fuera escrito, surge ya lo que será, a lo largo de todo el poema, como que la frase de efecto constante, una especie de mantram: Sur. Sur, sur. ¿Qué es el sur? ¿Qué sería el sur en este poema de Julio Cortázar que, escrito en 1977, tiene aún una actualidad enorme?. El sur es esto, dice en algún lugar. El sur está en medio de las primeras planas de lo diarios y de las revistas. Sur esperanza, esperanza de sur.

Este texto me inspiró a escribir “Argentina esperanza”, en aquellos días de 2001 en que la gente en la Argentina pareció querer tomar de una vez por todas en sus propias manos la dirección de sus vidas, los destinos del país como nación. Lo que quiero aludir ahora, son dos o tres cosas que el texto de Cortázar señala, que me parece que vale la pena tomar en cuenta: El Sur es más que un país, es esto, es lo que le da sentido a al vida, es el tiempo presente, el aquí y ahora. Es algo a lo que estamos tratando de llegar constantemente, algo en lo que vivimos cuando chicos, y algo a lo que el escritor nos invita a volver, o nos desafía, como quieras. “Se puede partir de cualquier cosa…pero después hay que llegar, llegar no se sabe bien a que, pero llegar”. Sur, esperanza de sur, repite. En otro lugar, habla de que “todos los mapas mienten, menos el del corazón, mapa del corazón, tan pocas veces consultado”, y dice aún, que “no hay discurso del método, hermano”. O sea que hay varias cosas en el texto de Cortázar, que me interesa destacar aquí: Una sensación de dirección, de sentido, de lugar, de ir hacia allá, y un no tener referencias hechas, sino algo que se va buscando constantemente, y a lo que el corazón estaría referido. Talvez fuese el corazón ese lugar, o la guia para llegar a ese sur que no se define, pero que cada uno sabrá o es desafiado a tratar de descubrir qué es o dónde está.

El texto de Cortázar fue escrito en 1977, en el tiempo en que el terrorismo de estado estaba por todas partes en la vida de la gente en la Argentina. Aún así, si es que se puede hacer esta interpretación, había esperanza, esperanza de sur. En 2001, esa esperanza dio lugar a movimientos de base, algunos de los cuales duran hasta hoy, que mantienen encendida esa esperanza de que un día la Argentina pueda ser, de hecho, un país para la gente, un país de la gente, y no de unos pocos. Estas reflexiones desordenadas no quieren anticipar algún rumbo, solamente registrar una sensación de que se puede, que ese camino es posible, es viable, puede ser.

Entiendo que el texto del poema se refiere a algo que cada persona puede y hasta talvez deba encontrar en su vida, en su vida diaria. Una alegría, una plenitud, una sensación de felicidad, de pertenencia, de estar donde debe estar.

Esto no lo dice el autor, pero me parece que está sugerido: que no pierdas tu vida en algo que no tenga magia, que no tenga encanto. En cualquier situación es posible el sur, ese sur mítico o talvez potencial contenido en todas las circunstancias, y para llegar al cual no hay recetas, sino solamente el desafío.

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