¿Puedo ser feliz? ¿Puedo disfrutar? Seguro. Más vale. Sin duda. Depende qué es lo que miro. Miro la belleza, que está por todas partes.
Gestos. Actitudes. Historias de vida, empezando por la mía. Una bella jornada. No le faltó aventura a mi trayecto. Creo que pudo no haber sido tan trágico o doloroso como llegué a pensar.
Mejor pasarlo que pensarlo. La verdad es que fue interesante, para decir lo menos. Desafiador. Creativo. Sorprendente. La guerra me enseñó muchas cosas.
La convivencia, la comunidad, la escucha del corazón, me han enseñado y me siguen enseñando otras muchas cosas.
Ahora me toca vivir un tiempo en el que la fragilidad, vulnerabilidad o cosa así por el estilo, son una realidad evidente, no una idea ni un concepto. No hay peligros evidentes alrededor.
Lo que hay es la sensación de finitud. Y esto me hace aprovechar cada momento de una manera nueva. No necesito repetirme constantemente. Puedo ver que todo cambia, realmente.
Siempre fue así, pero ahora la sensación es más viva. La belleza del mundo alrededor me toca más intensamente. Es un tiempo de una mayor calma, en la medida en que esto es posible.
Esto implica en confiar más, aprender a esperar. No es fácil. Más bien fui un tipo de persona que hacía las cosas nacer. Ahora también sigo siendo así. Pero ya no de la misma manera.
La paciencia todo lo alcanza, dice la oración. No tengo esa paciencia. Pero voy viendo que el tiempo se organiza en horas y que las horas son cosas concretas.
Los días son espacios delimitados, así como yo y como todas las demás cosas. Intento, sin demasiado éxito, organizar mis proyectos en el tiempo.
Tengo que ser paciente conmigo mismo. Talvez uno de mis mayores triunfos sea el de haber comprendido que no tengo culpa ni debo nada. Y que puedo pedir ayuda y la obtengo.
No necesito hacer las cosas solo, no soy un salvador de la patria. Puedo contar con las demás personas. Hay mucha bondad en el mundo.
Y las pequeñas cosas de cada día me traen una alegría y contentamiento preciosos. Las gotas de lluvia en el cable eléctrico. La rosa que floreció ayer.
Las personas queridas que me componen por dentro. Una cosecha de luz. No necesito pensar en cosas tan grandiosas que sucederán mañana o después. No necesito pensar tanto.
La vida va yendo, de todos modos. Sentimiento y razón. Es un fluir en el que me puedo permitir oscilaciones, detenciones, paradas fecuentes o largas. Una sensación de acogimiento y pertenecimiento.

Doutor em sociologia (USP). Terapeuta Comunitário. Escritor. Membro do MISC-PB Movimento Integrado de Saúde Comunitária da Paraíba. Autor de “Max Weber: ciência e valores” (São Paulo: Cortez Editora, 2001. Publicado em espanhol pela Editora Homo Sapiens. Buenos Aires, 2005), Mosaico (João Pessoa: Editora da UFPB, 2003), Resurrección, (2009). Vários dos meus livros estão disponíveis on line gratuitamente: https://consciencia.net/mis-libros-on-line-meus-livros/