Contrariamente a lo que algunas personas piensan, yo no pienso mucho. Más bien dispenso. Lo que sí hago es prestar atención. Y esto es algo que me conecta muy fuertemente con todo alrededor.
En algún sentido, prestar atención es casi un opuesto a pensar. Esto es lo que puede haber llegado a hacer pensar que yo no pienso. Prestar atención es un acto concentrado, intenso e intencional. Comprende todas mis facultades y sentidos.
Pensar, de la forma como algunas personas piensan, es, al contrario, una reducción, muchas veces un cancelamiento o substitución de lo real. Una idea substituye la cosa. La imagen, al contrario, es real y mantiene lo real. Todo esto nos lleva al sentido de las palabras.
Sólo una cosa es indudable, y es que un día nos vamos. Entregamos el alma. O simplemente morimos. Lo demás exige examen, atención, concentración. A ver si es o no es, y qué es y de qué modos. La atención me trae a la realidad y me mantiene en la realidad.
La atención me mantiene en movimiento, ya que todo cambia. El pensamiento por ahí puede llegar a adormecer o distraer, apartar más que aproximar. La atención contiene todo lo que existe, congrega, reúne y me reúne. El pensamiento más bien selecciona y separa, recorta hasta que de pronto puede llegar a dejarme afuera. No estoy oponiendo pensar y prestar atención, sino llamando la atención para no confundir. La realidad no son ideas sino una intersección e integración de planos, niveles o mundos, como quieran llamarle.
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