¿Qué hago?

Solo la fantasía es omnipotente.
Me hice la pregunta “qué hago,” y sentí una detención, una espera, un espacio. Algo que creía que quería o que iba a hacer, dejó de ser importante. Evito la acción mecánica, meramente repetitiva, ausente de mí.
La fantasía es una parte fundamental de mi vida. La realidad es imaginaria, por eso es tan importante que me permita vivir mis deseos imaginariamente. Ese es el lugar donde puedo ser y soy libre. Libertad no es hacer cualquier cosa, sino hacer lo que me hace bien, lo que me gusta, lo que corresponde a mi naturaleza. Libertad es obediencia a mi ser más profundo, y esto en muchas ocasiones exige sumisión.
En estos tiempos en que nos vemos obligados/as a permanecer en casa, veo que mi casa es un lugar íntimo. Son mis recuerdos, que afluyen al presente como un ingrediente inseparable de la vivencia, una especie de cemento que va pegando todo lo que hago y lo que existe. Mis deseos y fantasías tienen esa misma función, y aún más, me proporcionan una felicidad profunda y esencial.

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