Entre dos soles

Hasta que llego aquí es un poco de irrealidad. El paseo por la peatonal esta mañana. Ahora el sol y el viento. Una lluvia pasajera. El verde a los lados del camino. La casa me parece más chica ahora.

Me muevo entre dos soles. Un sol de mañana y otro de tarde. Y todavía otros solcitos que se van hacia adelante, construyendo un camino de amor y confianza.

Paz y belleza. El mundo en que vivo. Así paso de un día al otro. Así atravieso las noches. Esperando el sol que inevitablemente siempre vuelve a nacer. Todos los días.

En vez de una revista, yo debería tener una editora. Tal la realidad escrita que me envuelve. De todas maneras, este lugar es propicio. Sigo creyendo en la palabra.

La palabra que es escucha, que es diálogo. Ahora escucho el soplar del viento. Vienen muchos recuerdos de todas partes. El arte es anidarse en los recuerdos. Los buenos recuerdos, por supuesto.

La buena memoria como lugar donde nacer a cada instante. Así podemos crecer continuamente, en dirección al sol. Creo que las cosas se simplifican cuando tenemos un centro. Un eje. Un foco. Algo que nos organiza.

Entonces es un poco más fácil. Encontrar un rumbo. Saber adónde ir. Qué hacer. A mi alrededor los libros. Los colores. Un cuadro que me retrata, probablemente más que cualquier otro cuadro mío. Es el que ilustra estas anotaciones. Es mi lugar.

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