El valor de la vida

Tener una revista a disposición es un sueño realizado. Un sueño a muchas manos. Es un volver en el tiempo y volver al tiempo en que el mundo estaba de pie. La juventud buscando primaveras. Ahora otra vez lo mismo. La guerra. La muerte. El programa anti-humano. Anti-vida. No podemos dejar que esto nos supere. No hemos llegado hasta aquí para ahora arriar banderas.

Insistimos en lo mismo. La diversidad es el dato de lo humano. No tenemos que pensar igual ni ver el mundo del mismo modo, ni actuar de la misma manera. Basta respetar. El respeto es todo.

La vida es un trayecto breve, al borde del crepúsculo. Cuando nos damos cuenta ya pasó. Yo me hice pintor gracias a Van Gogh. Había un cuadro de Van Gogh en la casa de mis padres, y yo lo veía todos los días. Una reproducción. Unas flores de almendro.

Esa imagen me fue llamando y llevando y me fui hacia allá. Pinté, dibujé, vine en colores y canciones. Eran Los Beatles, Sui Generis, Tormenta, Leo Dan, Palito Ortega, Arco-Iris.

¿Y ahora qué? Insisten en la guerra Palestina Israel. ¿Cuál es el problema? ¿No hay lugar para todas y todos?

El mundo cambió mucho desde 1967 hasta ahora. Pero no dejo de ver que este no es mi mundo. No, no. No. Para nada. Yo soy vida, luz, amor. Nada que ver con el horror. No me vengan con esas morbilidades. Morbosidades, o como se diga.

Termino esta breve anotación recordando nada más ni nada menos que el valor de la vida. Sólo se vive una vez. No olvidar.  

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