El canto de un gallo en la madrugada. Trato de evitar tanto como me es posible, la acción inconciente o semi-conciente. O sea, más bien podría llegar a decir que trato de vivir concientemente y atento. Sabiendo lo que estoy haciendo y por qué lo estoy haciendo.
Si esto a alguien pudiera paracerle trabajoso, no sé. Lo que sé es que no quiero vivir de otra manera. Es obvio que da trabajo. Ahora bien: ¿Qué es lo que no da trabajo en esta vida? Este es, sin embargo, un trabajo placentero. Me hago dueño de mí mismo en estas jornadas. El tiempo gana una cualidad muy agradadale.
Recuerdo el poema “Vida retirada”, de Fray Luis de León, que mi padre recitaba. “Despiértenme las aves con su canto suave no aprendido, no los muchos cuidados de quien al ajeno arbitrio está atenido.” Estas horas antes del amanecer tienen ese sabor. Uno está así como si dijéramos, libre. Todo puede ser. El río puede ir en cualquier dirección.
Y ni la muerte asusta, ya que Dios no puede haber puesto al final del camino, que no tiene final, nada malo. Debe ser un dejarse ir, como lo es este estar aquí ahora. Ahora sí ya se escucha el canto de los pájaros. Va llegando como una algarabía que en breve va a disipar la oscuridad.
A estas horas es cuando está más claro que la vida y el mundo son lo que son, no lo que quieren hacernos creer que sean. Estas horas son de un poder sin igual. No pueden ser robadas ni por el miedo ni por la desesperanza. Al contrario, aquí y ahora es que se congrega todo lo que es posible. Y lo que es posible es bueno.
La luz del sol traerá todas las horas del día que ahora es todavía una promesa. Una espera. Nacerán todas las horas. Veré el rostro de ella que me mira y la miro. Veré como en trasluz todo el camino que recorrí hasta aquí. Y seré mis palabras y mi silencio. Seré mis pasos y mi quietud.
Seré esa confianza ciega que aprendí a tener, de que este será un buen día. Y la gente que encuentre no será tan diferente de la gente que ya encontré. Serán rostros nuevos o viejos. Iré adelante como siempre fuí y seguiré yendo.
En medio de los desencuentros y de los desentendimentos que son inevitables, ya que somos diferentes, tenemos ritmos diferentes, opciones diferentes, todo diferente. Raro sería si así no fuera. Seríamos una manada, un rebaño, un ejército de robots. No encontré robots en el ejército. Era gente, gente de todo tipo.
Pasó el tiempo y ahora todo aquello es un recuerdo. Tantos caminos, y ahora todo se junta y se reúne. Algo que trato de rescatar como de un valor incalculable, es la capacidad de ver, decidir y elegir por mí mismo. Esto significa tener un espacio propio en toda situación. Estar conmigo todo el tiempo. Trato de mantenerme conectado con lo que sucede.
Pero no cedo mi lugar a nada ni a nadie. Ni a la información que quieren que crea, ni a la desinformación que me alienaria. Selecciono, elijo, presto atención, mucha atención.
Gasté considerable energía resistiendo a la ruptura del orden social y político que se vino practicando en Brasil desde 2013, consolidada con el golpe de estado de 2016 y con las elecciones viciadas de 2018, que pusieron en la presidencia de la república alguien sin cualquier cualidad positiva.
Empieza a verse una luz al final del túnel. Esto no puede durar mucho. No sé qué es lo que podrá llegar a venir. Lo que sé es que no me van a robar lo que me es más precioso. Esto que está aquí. La vida recuperada día a día. Esto no hay ladrón ni ladrona que pueda robar. El pío de una lechuza. ¡A vivir nomás!

Doutor em sociologia (Universidade de São Paulo). Mestre em sociologia (IUPERJ). Licenciado em sociologia (Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina). Professor aposentado da UFPB. Terapeuta Comunitário Formador. Escritor. Membro do MISC-PB Movimento Integrado de Saúde Comunitária da Paraíba. Vários dos meus livros estão disponíveis on line gratuitamente: https://consciencia.net/mis-libros-on-line-meus-livros/