Tiempo para mí
Mi tiempo
“En el centro de mi pecho no existe nadie más que tú” dice la canción
“Quizás el amor y las rosas no se usan ya más…” prosigue.
El amor romántico parece estar medio desprestigiado, para decir lo menos. Bajo fuego cruzado.
Amor incondicional sería cosa del pasado.
¿Qué pasó con el romanticismo? ¿Qué pasó con la poesía? Dejo la pregunta para los debatedores y debatedoras, y sigo lo mío.
Ayer justamente recordaba que fue con mis trece años mi entrada en la política. Era un tiempo romántico.
Hoy parece no haber más tiempo ni de respirar. Todo pasa antes de pasar. ¡Esto es una locura! Ni te escucho y ya te estoy respondiendo.
He vuelto a meditar, meditaciones cortas, siguiendo recomendaciones de un artículo de la Clínica Mayo publicado en esta revista.
Disminuye la ansiedad en el acto. Lo repito varias veces durante el día. El resultado es menos tensión. Menos miedos.
Me toca habitar un tiempo que será más breve que el ya vivido. ¡Tanto parece haber cambiado el mundo y la vida desde el siglo pasado!
La rapidez tiene ventajas y desventajas. Depende de qué y para qué. Hay cosas que siguen su ritmo inalterable.
Vuelvo a lo mío. Amo a mi manera. Vivo siguiendo lo que busqué en mi adolescencia en Mendoza, Argentina. Una mujer que me pudiera amar.
Todo lo que hago está centrado en este sentimiento de confianza y esperanza. La certeza de este amor.
No creo en la homogeneidad de comportamientos o caracteres. Esto ya era sí en los años 1970 y sigue siendo ahora. Sigo lo mío.
Cada día, cada momento, tienen su propio color, su propia vibración. La variabilidad es la nota de la existencia, no la homogeneidad ni lo estático. Todo cambia, todo está siempre cambiando.
Por supuesto está también lo que permanece, lo que pasa de un día al otro, lo que perdura durante toda la existencia.
Vivo más feliz ahora que habito lo singular del día y la hora. Soy un hombre del instante. Escucho y me escucho.
Sigo lo mío.
La literatura me enseñó y sigue enseñándome a inserirme en mundos más vastos. Leo la Biblia y romances, poemas. Es una inserción continuada en la realidad.
La lectura de Karl Marx, Ferdinando Braudel, Alfred Schutz, entre otras muchas obras, me ayuda a vivir la diversidad de tiempos y la singularidad de momentos.
Sociología es para mí una manera de vivir. Integración es revolución. Este sistema vive de la disociación, desagregación y extrañamiento.
Pero hay acciones y visiones integradoras que nos establecen en la realidad. Acabamos de salir aquí en Brasil, de una pesadilla que empezó con agitación y noticias falsas.
Fueron diez años de destrucción prolija y minuciosa del tejido social. Toca reconstruír, rehacer. Este es el tiempo.