Punto culminante

No poder dormir. Tos. Gripe. Esas cosas. ¿A quién no le pasó ya alguna vez esto? No es una pregunta retórica. Es que realmente me gustaría saber qué hacen cuando esto les pasa.

Escribir en una revista es una responsabilidad. No es largar cualquier cosa y ya está. Hay un propósito a alcanzar. Hay una finalidad. Educar. Venir a flote. Ocupar un lugar.

Algo de desconfianza hay. La normalización en marcha en Brasil se sigue llevando adelante en medio de un clima un poco enrarecido.

En todo caso, ayer llegué a mi punto culminante, y lo estoy festejando aquí con las lectoras y lectores. ¿Quién es que no tiene que vérselas con las limitaciones que el tiempo impone?

A todos y todas nos pasa. La edad va trayendo cambios a los cuales inevitablemente nos vamos a tener que ir acostumbrando. Limitaciones.

Lula tiene ya sus 77 años bien cumplidos, y le da al trabajo sin tregua. Podemos espejarnos en alguien así. Acá abajo, las cosas siguen un ritmo diferente.

Llegan los ecos de lo que sucede en las esferas políticas del estado. Pero nos toca una tarea de hormiguitas. Tratar de darle sentido al estar vivos, vivas.

Bien mejor en el clima de redemocratización en marcha. ¿Cuál es el punto culminante del que les hablaba antes?

Algo muy simple. Me reconocí y me admiré. Supe quién soy y tuve orgullo de mí. Esto es lo que me gustaría conversar con ustedes.

Cuéntenme su experiencia. Conversemos aquí sobre nosotros mismos, mismas. Todavía no me manejo bien con el lenguaje inclusivo o incluyente. Cuando, cómo y dónde usarlo. Sobre todo el cómo.

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