¿Por dónde empezar?

La frase era de un libro de Vijojananda que leyera en su ya distante juventud, cuando se levantaba temprano como hoy, antes de ir al Liceo Agrícola, escuchando Renato Lavagna en la radio: Lo importante es levantarse. Y se va la mañana señora. El gaucho Cubillos. Hormiga Negra me llaman y vengo de San Nicolás, y si alguien quiere saber si la hormiga es brava y pica, salgan guapos a pelear y veremos quién se achica, decía el locutor.

Tito Pérez, Cascada de estrellas. Media hora con los Beatles. En casa escuchábamos radio y al llegar a la puerta del Liceo, en la calle Alberdi de Guaymallén, San José, en verdad, la charla iba hacia estos temas y otros, como el futbol, las canciones de moda, la política, las chicas, el tiempo, las flores, los defectos de cada uno.

Este era el plato preferido de Zenón, el de la cara blanca y abombada hacia adelante.

Le ponía apodo a todos. Martín era virulana, Wimbledon el Mundo. Me enfermaba que me llamara cabezón y las innumerables variantes que su ingenio odioso encontraba para enfatizar y burlarse del tamaño de mi mate, digo, de mi cabeza, digo, de mi cucuzza, que un día, le digo, frente a todo el mundo:

–¿Y vos, que tenés cara de teta? Se puso rojo, serio, se calló, y nunca más le dijo nada a nadie.

Era el año de 1966. Ese año no me olvido porque fue la primera vez que hicimos una manifestación.

Lo habían echado a empujones al presidente Illia de la Casa Rosada, y alguien trajo la noticia de que había una concentración en el centro, de que los muchachos del Colegio Nacional Agustín Álvarez también estaban movilizados, y que ese día nadie entraría a clases.

La señora de Gresca se enfermaría de la cabeza. Gotfried, Francis, pero eso vendría después. El pinchafocos, Toscola, la señora que daba clases de geografía, madame de la Bouche. La profesora de historia, la de latín. Cortez de Águila. La hemosporídea. La de educación democrática, la de psicología, filosofía. Su vida desfilaba en su memoria, tan viva. La Francisca de guardapolvo blanco.  El hermano Mando. Con éste hacían diaritos satirizando profesores, dictadores, la vida. La oruga rronera. El gusano enfermo. Ahí empezaron a juntar palabras, qué haces ino, como te ba zofia, en lo que el Carlitos Martinez más tarde, ya en tiempos de facultad, se embaló con todo, para desesesperación de su hermano mayor, el conocidísimo militante de la izquierda nacional, cuyo nombre por razones obvias declinamos.l

Deixe uma resposta