Palestina, todavía

Los últimos episodios en el ámbito internacional, involucrando agresiones de parte de un estado que actúa por encima de las leyes y principios del derecho, deben haber hecho pensar a mucha gente, que estamos delante de un episodio que puede traer consecuencias nefastas para el orden mundial, ya bastante fragilizado por la inexistencia de un órgano capaz de garantizar la existencia pacífica de los distintos pueblos y naciones.

No bastase el episodio de la marina de Israel matar varios tripulantes del barco que llevaba ayuda humanitaria a los palestinos de los campos de refugiados –¿o deberíamos decir de exterminio?—en aguas internacionales, vuelve la atmósfera mundial a enrarecerse con las derivaciones de esta agresión impune, que despertó la protesta de la opinión pública mundial, y también de sectores desde dentro de Israel.

Solamente la ultraderecha más fascista, que en Israel es sionista, insiste en la razón de la sinrazón, atacando a quienes defienden los derechos de los palestinos, llamándolos de antisemitas. Es cobarde y canalla esta postura, pues usa una palabra que fue acuñada en defensa de un pueblo y una cultura amenazados de extinción por el nazismo, para encubrir maniobras y procedimientos totalitarios e inhumanos que Israel viene perpetrando contra los palestinos

Los palestinos, aunque la derecha judía lo quiera ignorar, tienen tanto o más derecho que los judíos a las tierras de las que fueron expulsados, y en las que son maltratados sin piedad ni compasión, condenados a muerte lenta por el estado de Israel, con la connivencia de las Naciones Unidas. Es lamentable que, en pleno siglo XXI, la humanidad deba todavía convivir con tanta intolerancia, tanta falta de respeto a la persona humana, tanta indiferencia hacia los principios más elementales de la coexistencia pacífica entre los diferentes.

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