Finalmente, el presente

No importa cuándo hayas nacido, cuánto tiempo hayas demorado para llegar a este instante en que, finalmente, conseguís estar todo aquí, o casi del todo aquí, con esa sensación sin igual, de estar finalmente en tu propio lugar, aquí, un lugar en el universo, en medio de la gente, en el tiempo y espacio. Esta mañana me desperté con una sensación nueva. Como si hubiera algo cambiado en mi vida. El presente estaba ahí, o yo estaba en el presente, no sé cuál es la expresión correcta.

El tiempo se había limpiado. Virgen otra vez. El día fue pasando, y esta sensación fue cambiando. De algún modo fueron entrando algunas limitaciones o condicionamientos, hábitos mentales del pasado. Pero no se pegaban tanto al presente. Interferían, sí, con la fluidez de tempranito, pero era como si no consiguiera romper lo nuevo que se había instalado en el día, en mí, en la vida. Antiguos hábitos reactivos, o una autocrítica excesiva, por ahí interferían. O las preocupaciones, el perfeccionismo, en fin, el batallón de choque del pasado. Pero el presente insistía, sigue insistiendo, se abre paso, viene llegando. O viene volviendo, porque la sensación es la de haber vuelto, la de estar volviendo, la de estar a veces por completo, en un tiempo puro, anterior, presente totalmente.

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