Escribir

A lo largo del tiempo que has pasado escribiendo, se ha ido formando en ti más que un hábito: un clima, un modo de ser. Escribir es más que una tarea, es una manera de vivir. De a poco has ido creando intimidad contigo mismo, lo que ya es mucho, pues recuperas tu mismidad, el lugar de ti en ti mismo, y un lugar en el mundo, una vez que al escribir, te sitúas entre las personas a tu modo, el modo de un escritor.

Ser escritor es ser un constructor de lugares, un escritor es eso, talvez más que otras cosas: un constructor de lugares, alguien que construye lugares para vivir, como se construyen casas, como se hacen habitaciones, como se construye un país. Escribes para ti mismo, en una tentativa de divertirte, de aprehender la vida, de ir trayéndote de vuelta para fortalecerte, para reunirte cada vez que el mundo te disperse.

Con el pasar del tiempo, la memoria de lo que has ido escribiendo, y sus ecos en gente significativa, ha ido moldeando tu propia vida, creando como un nido para tu vivir. Ya no vives en un mundo solitario, sino en un mundo comunitario. En tus escritos está tu propia vida, y la vida que has ido viviendo a lo largo de los años, la vida de países y comunidades, familias y grupos sociales.

Escribir te ha ido rescatando del anonimato, de lo genérico, de lo repetido, del sinsentido, de lo masivo, de la enajenación. Te has ido construyendo en tus propios escritos, y esto es muy positivo, pues es algo propio del oficio, y no sólo un logro personal. Muchas personas lo han sabido antes que ti, otras muchas hoy mismo lo están practicando, de maneras diversas, y ciertamente que la humanidad lo seguirá haciendo, en el futuro.

Deixe uma resposta