Dirección y sentido

El hecho de tener a disposición este espacio de comunicación, crea el agradable placer de sentir que puedo venir aquí a encontrarme con gente. Este ejercicio saludable ha ido mostrándome que no estoy solo. Hay gente por ahí que se identifica con lo que escribo. Sentimos parecido. Tenemos visiones de mundo o historias de vida que nos asemejan.

Creo que esta necesidad de ser parte, formar parte, es tal vez la más fuerte no sólo en mí, sino en la gente en general. Necesitamos pertenecer. Hay todo un movimiento contrario a esta necesidad esencial del ser humano. Movimientos contra la comunidad, contra el compartir, contra el entendimiento, contra la comunicación, contra la ciencia, contra la convivencia.

Tenemos que aprender a coexistir con lo contrario, con quien se nos opone. En otros tiempos ese tipo de gente tenía tal vez un poco de vergüenza, alguna conciencia por poca que fuera, de su bajeza moral, de su escaso desarrollo humano. Hoy al contrario, han ganado aires de no sé qué, y proclaman su aversión a todo lo que es humano, como si no pertenecieran a nuestra especie.

En algún sentido tienen razón. Ser humano da trabajo. Es un trabajo consistente, arduo, continuo. Comprende educación, arte, ciencia, cultura, música, lectura, poesía, baile. Si no nos damos este trabajo, vencerá nuestra peor parte. Es una cuestión de elección. No estoy hablando de cosas abstractas. Es lo que veo y pude ir viendo a lo largo de mi vida, hasta los días actuales.

Si en otros tiempos, la educación era una puerta indiscutible para la construcción humana ciudadana, esta puerta parece haberse disuelto bajo un montón de influencias que confunden y engañan. Las “fake news”, la mentira, la difamación, echan por tierra aquello que deberíamos defender como el bien común más precioso. La reputación de una persona.

La confianza en un ideal de vida aceptable y justo. Todo se desvanece en una especie de gelatina que el tango argentino “Cambalache” retrata tan bien. No me canso de repetir lo mismo una y otra vez. No hay tiempo que perder. La vida se va yendo y de pronto se acaba. Tal vez una de las más memorables herencias que yo haya recibido de mis padres, haya sido esa noción de vivir integradamente.

Actuar según valores superiores, que independen de dinero o clase social, status. Hoy puedo decir que no deja de alarmarme cómo la humanidad o buena parte de ella, deslizó hacia estados de subhumanidad en buena medida por el consumismo, el individualismo, la pereza mental que lleva a no estudiar, no investigar, no buscar la realidad. No queiro terminar sin una nota de esperanza.

El Encuentro de Movimientos Populares con el Vaticano, realizado en octubre, y otro evento también virtual, llamado “Economía de Francisco”, involucrando economistas jóvenes de todo el mundo, enfatizan la importancia del sector informal de la economía. La necesidad de substituir el capitalismo por un sistema centrado en la persona, la comunidad y la naturaleza,

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