Dentro y fuera. ¿Qué puedo hacer?

Desde temprano nos ponen a mirar hacia afuera. Las normas sociales. El orden político. Lo que hace la otra gente.

Aprendemos a vivir para afuera. La vitrina. El show.

Lo que no se puede modificar.

Lo que es manejado por los poderes de este mundo.

El dinero.

La guerra. La tortura. Las prisiones ilegales. La corrupción política.

Todo esto no lo hemos decidido nosotros, nosotras.

Es gracioso esto de la bifurcación del linguaje

Es algo impuesto también.

Por supuesto, con razones.

Razones hay para todo, hasta para la sinrazón

El hecho es que la vida va pasando. El tiempo se va acabando

Lo que está en mis manos, en tus manos, en nuestras manos, es lo que sí podemos modificar.

El mundo a nuestro alcance.

¿Qué hago? ¿Qué hacemos?

Yo no sé cuánta gente lee esta revista.

En todo caso, escribo para quien pueda llegar a estar allí.

Todas las vidas son valiosas. Al menos, tenemos la posibilidad de hacer que la nuestra valga la pena.

Esto exige mirar hacia adentro. Tomarnos en serio.

Prestar atención a la persona que somos. El ser que soy. Aprender a vivir singularmente, si todavia no lo hemos hecho.

Tratar de equilibrar la balanza, si es que todavía pesa mucho la demanda externa.

Algunas personas de vez en cuando me hacen llegar sus palabras acerca de lo que escribo.

Esto me hace saber que de algún modo estoy teniendo éxito.

No trato de convencer a nadie. Y trato de despegarme de rótulos a los que por ahí me he adherido.

Esto me deja bastante solo.

Pero no tanto que no me sienta parte de una humanidad en movimiento

Un espacio pequeño y no tan pequeño alrededor.

No he tenido a lo largo de mi vida una pretensión mayor. O más bien, por supuesto que sí.

¿Quién no quiso ser una estrella, un astro?

Hoy me bastan las del cielo. Las siento como algo que me toca. Volví al comienzo, o talvez aún mejor.

Estoy de vuelta.

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