¿Cómo no sería feliz si…?

Cuando me hago esta pregunta, de inmediato viene todo lo que tengo y soy.

Haría aquí una lista, y la hago mentalmente, interiormente.

Diría que amo y soy amado.

Estoy vivo y sano.

Depende de mí fijarme en lo que tengo y me hace feliz, o en lo que falta y está mal.

Lo que me hace feliz está aquí a mi alcance. Me constituye, sostiene y rodea.

Lo que está mal está mal y listo. Hay que corregirlo, o dejar que lo corrija quien deba hacerlo.

Pero yo poner mi atención en lo que tengo y soy, en lo que me hace bien y me hace feliz, es cosa mía. Nadie lo puede hacer por mí.

Escucho una canción, oigo el canto de las aves y la lluvia. Siento el sol y veo la belleza de la calle en frente de casa.

Los espejos de agua dibujados sobre los adoquines. Alguien que pasa. Un vecino amable que me ayuda a cargar el auto.

Salgo a caminar y veo el cielo cargado de nubes. Mi vida pasada, la vida que viví hasta ahora y la que vivo ahora, me recoge y guarda.

¿Cómo podría decir que estoy triste o solo, si tengo todo lo que tengo y soy lo que soy?

No necesito pensar que debería ser diferente de como soy. Lo que necesito cambiar lo voy viendo en el pasar de los días, y en la escucha de personas queridas o próximas.

Así crezco y aparezco. Florezco. Como esos cuadros de árboles floridos por toda la extensión del paisaje. Un cuadro que me contiene y aquieta, anima y alegra.

Un poema, un cuadro y una frase. No necesito más.

El poema S. El cuadro de ciruelos en flor. La frase. ¿Cuál sería la frase? Va cambiando. Todo sale siempre bien.

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