Combatir el fascismo cotidiano es una agenda ciudadana

Ya va amaneciendo el día. Decir esto es evocar muchos amaneceres. Como ya han pasado muchos tiempos desde el comienzo, es como decir que ya tengo un álbum para cada cosa. O por lo menos algunos álbuns para muchas cosas.

Como en este ya bastante largo tiempo me he ido acostumbrando a hablar en dos idiomas, por lo menos, por ahí las cosas se confunden un poco. Lo cual a veces crea situaciones risueñas y otras no tanto. Todo ha cambiado mucho desde que yo era chico. Para empezar el barrio. La casa. La ciudad. El país. El mundo en sí mismo.

Esto es: la calle, la gente, las costumbres. ¡Es un cambio bárbaro, che! De Mendoza a João Pessoa, pasando por São Paulo, Río de Janeiro y Fortaleza. Todo está bastante claro en mi memoria. Y creo que en la memoria de ustedes también. Para mi alegría, he visto en personas jóvenes, la misma percepción del tiempo y de la vida.

Cada día un libro. Cada persona, una biblioteca. Así se va organizando todo. Y lo que pudo llegar a haber parecido un ciclón, una tormenta, un maremoto, de pronto no es nada de eso. Son cambios multiplicados, centuplicados, infinitamente diversificados, entrelazados, entrecruzados, interceptados. De ayer a hoy. ¡Tanto tiempo! Tanta gente que se ha ido ya.

La lista de personas queridas que han partido, se ha hecho numerosa. Ahora me toca a mí ver las cosas en perspectiva. La perspectiva otoñal. El crepúsculo. Lo básico del vivir, sin embargo, se me hace que no ha cambiado tanto. Cambió y no cambió. El levantarse a la mañana y ver como veo ahora los colores de la aurora.

Estoy en la casa de campo en Carapibus. Un sueño que ha ido cambiando y en parte permanece. El enfrentar personas todos los días. O de vez en cuando. Enfrentar en el sentido de encontrar, no necesariamente de manera conflictiva. El conflicto está medio como si dijéramos instalado.

Se ha creado una especie de atizamiento artificial del aspecto conflictivo del encuentro. Es la ideología del odio. Es la burla contra las personas diferentes. Esto siempre existió, pero estaba medio solapado.

Ahora hay un tipo de fascismo cotidiano naturalizado, que los grupos de riesgo vienen enfrentando para superar. Garantizar la supervivencia de todo el mundo. Racismo, homofobia, fundamentalismo, irracionalismo, xenofobia. No son chistes.

No hay chistes homofóbicos o racistas. Hay racismo y homofobia, que son crímenes. Los derechos humanos han salido del espacio restringido de las grandes catástrofes como los exterminios, la tortura, la persecución, la calumnia, la difamación, la exclusión social. Todo está a la orden del día. Todo está a la luz del día.

La misoginia, la objetificación de la mujer. Son combatidos de diversas maneras, en distintos escenarios. En la familia, en el cine, en la TV, en las redes sociales. Lo que era una pauta o una agenda de activistas, se ha hecho una agenda ciudadana.

Esto es saludable. La reacción al fascismo cotidiano naturalizado es una recuperación de la humanidad que se había desdibujado.

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