Aproximaciones al tema del sujeto en poesía

El tema del sujeto en poesía ha sido tratado por los poetas mismos, y también lo es desde la Teoría Literaria, la Psicología y la Filosofía. En estas breves consideraciones trataré de rodear el tema tomando en cuenta la fenomenología del Dásein y la concepción heideggeriana del lenguaje. Mi propósito es rescatar la permanencia del sujeto personal en las experiencias de deconstitución del mismo.

1.- El sujeto, conquista de la Modernidad.

Ante todo diremos algunas palabras sobre el sujeto mismo, pues entiendo que la expresión poética forma parte del proceso de constitución del sujeto; más aún, lo aclara y lo conduce a su auto-realización.

René Descartes (1596-1650), considerado el iniciador de la filosofía de la Modernidad, objetivó al sujeto como sustancia espiritual. Para el filósofo, que estableció las categorías de res extensa y res cogitans , el hombre es concebible como una cosa pensante. (No falta quienes observen que esta generalización es injusta, y que Descartes escribió un texto sobre “las pasiones” que puede ser considerado una Séptima Meditación). Más adelante Gottfried Leibniz (1646-1716) planteó el tema de las mónadas (monás, palabra que en la Grecia antigua designaba la unidad) para designar unidades subjetivas individuales, cerradas e indivisas. Los conceptos de subjetividad y mónada vinieron a sustituir lo que para los antiguos era designado como alma, ánima, relacionado con anemós, viento. También fue utilizado el concepto de persona, que en la Antigüedad correspondía a Máscara. Ese concepto fue desplegado por el personalismo cristiano, y retomado de otro modo por la Fenomenología.

Edmund Husserl ( 1859-1938) modifica la noción cartesiana de sujeto racional reemplazándola por la de conciencia noética o intuitiva. Desarrolla una verdadera egología , una teleología de la plenificación del hombre que culmina en la autoconciencia. El sujeto personal, en su concepción, se va constituyendo a través de distintas experiencias de auto-reconocimiento y auto-afección, pasando de la subjetividad a la intersubjetividad, que también es afirmada como constituyente. Las elecciones éticas, la responsabilidad, estarían en la cima de esa conformación de la persona. (Jean- Luc Marion sostiene, sin embargo, que Husserl ya pensó desde sus primeras obras en una base irracional para ese concepto racional del sujeto). Suele señalarse que Husserl no constituye ontológicamente al sujeto trascendental sino que lo considera como centro de un conocimiento que conduce a la autoformación.

Edith Stein, discípula de Husserl, tiende un puente entre la monadología de Husserl y la mística cristiana. El hombre se revela como un ser a la vez finito e ilimitado, perecedero y eterno, abierto al conocimiento de lo dado en el mundo y también a lo infinito desconocido. El sujeto existencial se proyecta desde su ser encarnado a la experiencia del mundo, pero alcanza también, en ocasiones, la experiencia de lo incondicionado , a partir del reconocimiento de esa dimensión constitutiva en su propia interioridad.

La filosofía post-moderna cuestiona la noción de sujeto personal, en unos casos por aceptación de la otredad del Ser, en otros por la anonadación que genera el imperio de la técnica y la uniformización niveladora que de ella emana.(Roberto Esposito, 2000).

2.- Referencia a la concepción de Martin Heidegger sobre el Ser y el Lenguaje.

Martin Heidegger (1889-1976), aborda de manera singular el tema del sujeto al replantear la Filosofía como un pensamiento sobre el Ser, considerando al hombre como un Dásein, un ser-ahí , arrojado en el tiempo. Heidegger ha considerado a la época moderna como el tiempo del olvido del Ser. Ser y Tiempo (1927), una de esas obras que revierten el mapa del pensamiento filosófico; reformula dos grandes temas: la subjetividad y el lenguaje. Heidegger parte del yo-sujeto pero produce de hecho un “descentramiento” con relación a la metafísica clásica y moderna. La acusa de “cosificar” al Ser y a los entes, pensando como causa a un ente superior: Dios, la materia, etc. Esa entificación del Ser se traduce en la Modernidad en la creación de un mundo “objetivo” que abarca al sujeto-yo del conocimiento. Para Heidegger se da una diferencia ontológica entre Ser y ente, pero el hombre es el único entre los entes que tiene acceso al Ser; él es “pastor del Ser”. Por otra parte, niega la esencia como algo sustancial, independiente de la existencia, aceptando que es a través de la existencia como se va desplegando la esencia del Dásein. El hombre requiere estar en el mundo de los entes para significarse, su esencia no es inamovible. Ese ser que se despliega no puede ser encarnado por ningún sujeto-yo.

Ser y Dásein se co-implican. El hombre es aquel ente donde el Ser acontece, pero no de una manera absoluta sino siempre en una situación finita, por la particular historicidad del ente. Este análisis del Dásein descubre la contingencia de su ex -sistir.
Además, al hombre le es dado el lenguaje, como ámbito que relaciona la vida cotidiana con lo sagrado. Alétheia – ‘des-ocultamiento’ – es una de las formas del estar-en-el-mundo. Al constituirse la existencia mediante la comprensión de sí, puede alcanzarse la comprensión del Ser mediante el lenguaje. El habla es también un existenciario , un elemento constitutivo del Dásein, no meramente un instrumento. . Se es humano por el habla.

La filosofía, en los últimos tiempos, ha venido considerando cada vez más la importancia del lenguaje como el elemento fundamental en el desarrollo del hombre, aquel que, identificándose con el pensamiento, lo hace conocerse a sí mismo, al mundo y al Ser. Esta consideración del lenguaje ha conducido a Martin Heidegger a una especial revaloración del lenguaje poético.

La filosofía de Heidegger tiene la característica de ser un camino de retorno al origen, que por ser tal privilegia la palabra del poeta. Se vuelve hacia Heráclito y Empédocles, , y con ellos a Homero y a Píndaro, también a Trakl, Stefan George, Mörike, Silesius y Paul Celan , pero a partir de 1935 el “poeta de la poesía” es para él Friedrich Hölderlin. A partir de él elabora la teoría del poeta como heraldo del Ser e instaurador del lenguaje originario. (Hugo Mujica, 1987)
Al considerar el Lenguaje y la Poesía, Heidegger abre una dimensión ontológica – que conocimos también en la obra de Julius Stenzel (Stenzel, 1935). Heidegger afirma que el Ser acontece en el lenguaje, es decir es Lenguaje que habla y se revela en la palabra poética como palabra originaria y plena. El Lenguaje habla por sí mismo.

Vale decir que el poeta, más que hablar por el lenguaje, deja hablar al lenguaje.

3.- La experiencia poética de Lo abierto y el borramiento del sujeto personal.

Toda gran poesía supera la dimensión de lo inmediato y temporal para remontarse a un plano que Rainer María Rilke denomina Lo abierto (das Offene). La expresión rilkeana ha sido tematizada por Heidegger, como ámbito ineludible de la palabra poética, esa palabra que se distingue netamente del lenguaje de la cotidianidad (la mera habladuría) o de los lenguajes puramente racionales.

Cerezo Galán apunta una diferencia entre la concepción de lo abierto en Rilke y en Heidegger. “En el poeta, lo abierto vale como la totalidad de lo presente, como el espacio ilimitado de las funciones entitativas y del libre ejercicio de la entidad. Para Heidegger das Offene significa el horizonte trascendental, abierto por el Ser como posibilitación del desvelamiento de todo ente.”(Cerezo Galán, 1963).

La idea de lo abierto se conecta con el advenimiento del Ser, esa noción de lo Ereignis que es traducido como Acontecimiento . El acontecimiento instaura la coapropiación del hombre y el Ser. “Poeta es aquel vidente que percibe a través de las presencias la ausencia que las sostiene y las revela: la ausencia de la cual toda presencia es testimonio”. La mirada poética ábrela realidad del mundo.

Sin que las fronteras puedan ser discernidas de un modo claro y preciso, dos son los hablantes que se expresan en el lenguaje: el yo personal, (que en la poesía , aún cuando se presenta configurado míticamente, transparenta al yo empírico) y el Ser que acontece en la palabra. Octavio Paz, gran lector de Heidegger, dice – como lo han dicho otros poetas de distintas épocas – que el poeta no es el dueño del Lenguaje.

Quién habla por boca del poeta. La noción de Verbo-que-acontece permite reactualizar la noción de profetés. Pro-femí, hablar por boca de otro, en lugar del otro. Es el Lenguaje , el Verbo, el que habla por su boca. Lo percibieron los románticos, como Víctor Hugo, cuando se refiere a la bouche d’ ombre, y lo lleva a su extremo Mallarmé, cuando se refiere al vacío que viene a ocupar el lugar del yo-sujeto. Por su parte Nerval admitió je c ‘ est un autre y Rimbaud lo reafirma.

Es innegable que en ciertos momentos del lenguaje poético se produce la negación temporaria del yo. Estamos en un terreno común a la Poesía y a la Mística.

Oscar del Barco, en su espléndida lectura de la poesía de Juan L. Ortiz, hace notar este descentramiento del sujeto personal, y señala que la poesía no es otra cosa que la consumación del sacrificio del sujeto que habla, en la conquista del absoluto poético. (Del Barco, 1996). Ubica al poeta entrerriano en la línea de Stéphane Mallarmé, que es invadido por la Nada como modo de manifestación de lo Absoluto.

Sin embargo, esa no es la única vía del poeta, del místico. Son en verdad dos caminos diferentes; uno es la vía apofántica de ciertas escuelas orientales, seguida por Meister Eckhart, que prescinde de la imagen y pone el acento en el silencio, que Mallarmé representa en el blanco de la página. Según René Schürman y John D. Caputo ( 1995) el pensamiento del último Heidegger se inclinaría hacia esa mística del abandono. El otro, más propio de la latinidad, y del Catolicismo frete a la Reforma, avanza hacia lo Absoluto a través de las imágenes del mundo. Es la vía seguida por Dionisio Areopagita, Plotino, San Isidoro de Sevilla, también por los poetas San Juan de la Cruz y Marechal.

Estimo que el poetizar de Juan L. Ortiz pertenece a esa vía, que valoriza la imagen como relación hombre-mundo.
Pero lo que aquí nos interesa es el tema del sujeto. No pensamos que el sujeto personal haya quedado abolido en esa épica sagrada, la guerra santa de que hablaba René Daumal. Por el contrario, es el sujeto personal, dotado de una memoria propia y una determinada capacidad valorativa, el que da cuenta del advenimiento del Ser en su palabra.

4.- La permanencia del sujeto personal y axiológico.

Entiendo que hay muchos motivos para pensar que el sujeto personal – aunque debilitado y cuestionado – nunca es abolido totalmente en la experiencia límite. El éxtasis, percibido como anticipación de la muerte del yo personal, cierra las posibilidades del Dásein. Se alcanza a comprender, a partir de esta experiencia, el estado de “caída” de la existencia contingente e inauténtica, pero al mismo tiempo, se experimente la posibilidad total de la existencia auténtica.

Es a mi ver el sujeto racional y axiológico constituido el que permite apreciar y asimilar el encuentro del sujeto-yo con un Otro, o su transformación en Otro; su tarea es visualizarlo, interpretarlo, situarlo en la historia personal como un momento de la existencia auténtica. El centro ya no se halla en el sujeto cartesiano, tampoco en la conciencia pura de Husserl sino en un especial entrecruzamiento del hombre con el Ser, que es propio del poetizar, y de la vida mística. Hay un sujeto que ejerce la precomprensión, y una verdad que se desoculta, desborda hacia el sujeto que habla, o le habla como en enigmas. adviene en su palabra (Marechal, 1965). Se da el encuentro del Ser-que-acontece-en-el-lenguaje y el sujeto que escucha y mira, capaz de comprender e interpretar desde su finitud histórica, a través de la articulación significativa de la palabra.
En suma, sabiendo que apenas nos hemos aproximado a tan rica y difícil problemática, me inclino a sostener que el diálogo del poetizar como pensar el Ser, entregarse amorosamente a la mediación de la imagen, y hacer lugar a su acontecer en la palabra, con la lúcida reflexión del poeta, es una dialógica interna al lenguaje, y va más allá de la conciencia subjetiva. En el seno mismo de la palabra poética se da el paso de un sujeto a otro, de un discurso a otro, sin fronteras claramente delimitadas: el Ser que se revela en la palabra, y el yo personal que lo acoge, lo apropia y lo evalúa. Ambos se hacen perceptibles, ante todo al autor – que es en definitiva quien hace suyo el texto, y lo firma – luego al lector, que en alguna medida revive el combate sagrado del poema.

Referencias

Martin Heidegger: Ser y tiempo, trad. Gaos, México, 1951; El origen de la obra de arte.trad. de Francico Soler Grima, Cuadernos Hispanoamericanos (25,26, 27); ….. Carta sobre el Humanismo. Traducción de Alberto Wagner de Reyna; ……. Qué significa pensar. Trotta, Madrid; . En camino hacia el lenguaje, trad. de Dina Picotti; Hebel, el amigo de la casa, trad. Arturo García Astrada; Die Kehre, trad. Ponce Ruiz, Alción editora, Córdoba (Arg). Fenomenología y Teología, trad. de César Miní y Claudia Zavala, en M.H. Obras completas, Pontificia Universidad Católica de Perú.
Pedro Cerezo Galán: Arte, verdad y ser en Heidegger. Fundación Universitaria Española, Madrid, 1963.

Hans-Georg Gadamer:¿Quién soy yo y quién eres tú? Comentario a Cristal de Aliento de Paul Celan, trad. Adán Kovacsic, Herder, Barcelona, 1999.

Oscar del Barco: Juan L. Ortiz. Poesía y Ética. Alción, Córdoba (Arg.),1996.

Leopoldo Marechal: Descenso y ascenso del alma por la Belleza. Citerea, Buenos Aires, 1965.

Hugo Mujica: Origen y destino. De la memoria del poeta presocrático a la esperanza del poeta en la obra de Heidegger. Lohlé, Buenos Aires, 1987. La palabra inicial, Trotta, Madrid, 1995.

Roberto Esposito: Reiner Schürmann –John D. Caputo (1974-1975): Heidegger y la mística. Traducciones de Carolina Scotto y Sergio Sánchez, Ediciones Librería Paideia, Córdoba (Arg.) 1995.

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