Rondas virtuales de Terapia Comunitaria integrativa: una posibilidad de resignificar y potenciar la vida

Pocas veces en mi vida me he visto en una situación parecida.
Tanta interacción con otras personas convergiendo en una actividad positiva y constructiva
Me emociona decirlo y comprobarlo.
Tener tiempo otra vez para mí.
Volver a dibujar.
Volver a disfrutar profunda e intensamente de la belleza en todas sus formas
La situación de confinamiento a la que me veo obligado me ha puesto en contacto estrecho y esencial conmigo mismo, con mis proyectos, mi sentido de vivir.
Las rondas virtuales de Terapia Comunitaria Integrativa me despertaron otra vez a la vida, a mí mismo, a lo que es más valioso.
Vuelvo a vivir, vuelvo a cantar. Vuelvo a esperar un mañana venturoso que hago con mis propias manos, y en compañía colaborativa de personas próximas y distantes.
La vida volvió al principio.
Ahora ya no me veo en la actitud muchas veces apática o resignada de quien simplemente cree que ya no le queda más que esperar la muerte.
La muerte, en primer lugar, no es algo que yo espere. En todo caso me parece que ella en algún momento (que espero lejano) podrá llegar a presentarse.
Lo que me mueve a escribir estas líneas es la sensación segura y tranquila, conciente y basada en mi experiencia y conocimiento, de que se puede. Sí, se puede.
Se puede poner a nuestro favor esta circunstancia en que quienes tenemos ya muchos años, nos reencontramos con el camino recorrido y vemos adelante una luz, una posibilidad de resignificar el pasado, habitar el presente y proyectar el futuro.
Un futuro de reencuentro con nuestros familiares y amigas/os. Un mundo hecho a muchas  manos, manos que suman, que colaboran, que construyen.
El tejido de la vida tan seriamente dañado por la acción perversa y anómala de un sistema que se nutre de la alienación y la indiferencia, vuelve a estar en nuestras manos.
Podemos reconstruir la convivencia, la confianza, la fe, a través de estos encuentros virtuales en que nos encontramos con gente que está en busca de sí misma.
Escuchar a otras personas hace bien. Me escucho a mí mismo cuando me veo reflejado en otros rostros, otras voces plurales y diversas.
Más allá de los discursos de odio, más allá de las prédicas que intentan robarnos la experiencia, está nuestra propia conciencia y decisión.
Jóvenes y gente de más edad, mujeres y hombres de distinos orígenes sociales y nacionales, creciendo juntos/as.
La salud mental depende más bien de ésto: que seamos capaces de seguir encontrándonos y reavivando las fuerzas necesarias para proseguir.

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