¿Qué sentido tiene?

El sentido es dado. Soy yo el que le da sentido a estar aquí y hacer lo que hago. Esto es obvio, pero necesito decírmelo a mí mismo para que sea efectivo.
Regar las plantas, ver las flores, escuchar los pájaros, son todas actividades que he elegido como parte del sueño de vivir en el campo.
De la misma manera, participar de las redes de que formo parte, también tiene sentidos que yo les atribuyo. Intercambio de afectos, construcción de vínculos, fortalecimiento de la autoestima, potenciación de la resiliencia, proyectos a futuro, resignificación de mi pasado.
En vez de lamentar lo que se presenta desde los medios de manipulación y deformación, aumento mi alegría y mejoro mi ánimo en la medida en que me focalizo en mi familia, amigos y amigas, vecinos/as, colegas, personas que forman parte de mi cotidiano, y aún contactos eventuales.
Cada persona que encuentro me toca profundamente. Me conmueve estar en presencia de las personas, saber que cada una de ellas es resultado de largos y minuciosos procesos de cuidado y lucha, enfrentamientos exitosos o no, persistencias, insistencias.
A través de estos recursos vengo encontrando más alegría en mi vivir. Trato de superar mis errores, apoyándome en el consejo y en la experiencia de gente a mi alrededor.
Veo cada pequeño acto de mi vida, desde el más elemental hasta los más complejos, como resultado de una tarea antigua y presente: Darle sentido a la vida.  Estos recursos tienen la virtud de hacerme sentir parte de una humanidad en marcha.
Entonces ya no me focalizo tanto en mi sufrimiento pasado o presente, sino más bien me alivia ver que la existencia nos obliga a todos/as a enfrentar situaciones dolorosas de distinto tipo. La esperanza nace de una mirada contextual e integrada: Es posible.

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