¿Por qué Gaza?

La respuesta más oída es porque Hamas -ahora y antes- ha tomado prisioneros a algunos israelíes o ha ultimado a algunos jóvenes o no cesa de enviar proyectiles contra poblaciones de Israel. Es la repuesta internacional más dicha y más escuchada, pero hecha de medias verdades.
Existen otras cuestiones más de fondo y empalmadas con la historia del pueblo palestino y de la nación de Israel. De manera especial desde aquel día en que Israel, en 1967, decidió “ampliar” sus fronteras.
Caminando la historia
Habiendo los judíos sufrido gran cantidad de guerras, deportaciones y holocaustos por parte de distintos imperios, naciones y religiones -los más cercanos: los romanos, los cristianos, los árabes, los otomanos y algunas naciones europeas- terminada la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los EEUU e Inglaterra decidieron entregar (por la fuerza) una porción del antiguo territorio israelita -a la sazón, habitado por árabes que se autodenominaban palestinos- a los judíos dispersos en diversas partes del mundo a fin de que pudieran volver a tener una tierra donde vivir y que constituyera “su nación”.
En honor a la verdad histórica, se debe decir que esta decisión tomada unilateralmente por Inglaterra y EEUU no fue una concesión gratuita, sino que fue una especie de compensación a los judíos del mundo que entregaron dinero para apoyar a los países aliados que “ganaron” -si es viable utilizar esta palabra- la guerra.
Digo que me cuesta utilizar la expresión “ganar la guerra”, cuando esa ganancia se sustenta en cincuenta millones (50.000.000) de personas muertas, la destrucción de media Europa y dos bombas atómicas sobre Japón.
Una parte del territorio que se entregó a los judíos pertenecía a la región del hoy Sderot donde, a comienzos de 1948, vivían árabes palestinos en el territorio que estos denominaban Huj.
En este territorio, dos años antes, los palestinos dieron abrigo y escondieron a los terroristas judíos de Haganah, que eran perseguidos por los ingleses.
Pero cuando el ejército del nuevo Israel entró a Huj, el 31 de mayo de 1948, expulsaron a todos los árabes hacia la Franja de Gaza. Los palestinos de Huj nunca más pudieron volver a su tierra.
La franja de tierra dada a los judíos para que refundaran su nación, fue convalidada por las Naciones unidas en 1950 con precisas demarcaciones de terreno que dieron origen a la “Línea Verde” de separación entre israelíes y palestinos.
En 1967, en la llamada “guerra de los seis días”, Israel expandió sus fronteras más allá de la demarcación que hicieran las Naciones Unidas y anexó territorios palestinos del Este (incluyendo Jerusalén), las Alturas del Golán (Siria) y la península del Sinaí, la que años después fue devuelta a Egipto.
Hoy, en la Franja de Gaza, viven apiñados más de un millón ochocientos mil (1.800.000) palestinos siendo ellos, en su gran mayoría, menores de 17 años, y también los refugiados de las guerras de 1947 y 1967, en las que Palestina “desapareció” dando lugar a Israel, Franja de Gaza y Cisjordania.
Después de la guerra contra Siria, Egipto y Jordania, en 1967, la población palestina pasó a representar cerca del 36% de la población total de la región bajo control israelí.
Hoy, después de 45 años de la guerra de anexión, aquella proporción llega al 46% de la población total (13 millones de habitantes) bajo control de Israel. Si la proporción de habitantes palestinos llegara al 50%, la presión internacional para que se reconozca al territorio como un “Estado Binacional”, aumentará enormemente.
De allí, la urgencia que tiene Israel de que, tanto la región de Cisjordania como, sobre todo, la región de Gaza, no continúen con su crecimiento demográfico, por lo que es dado deducir que esta nueva incursión israelí -como las anteriores- no es sólo una represalia contra los cohetes de Hamas, sino una planificada estrategia contra el pueblo palestino.
Duele, y es triste decirlo, pero parecería que los actuales habitantes de Israel han olvidado lo que tuvieron que padecer sus ancestros durante años y siglos; algo que hoy ellos están replicando contra el pueblo palestino.
Reflexionando la historia
La demopolítica israelí hacia los palestinos es expresión contundente de la “banalización del mal”, denunciada por Hannah Arendt.
No podemos ignorar que la expulsión de los palestinos sólo es viable en un ambiente de degradación total, tanto del escenario regional como del internacional.
La “satanización” mediática de los palestinos es uno de los medios para favorecer este proyecto de Israel.
Muchos nos preguntamos el por qué del abierto y comprometido apoyo de los EEUU a Israel; en el no aceptar las decisiones de la ONU respecto de esta extendida sangría que sufre el pueblo palestino; el continuar pertrechando con armas de última generación a los israelíes; el haberlos armado con 250 (o más) ojivas nucleares.
Esos muchos entendemos que EEUU ha elegido a Israel como punta de lanza de su proyecto estratégico de “sentar sus reales” en todo Oriente Medio. Hemos visto, y estamos viendo, lo que sucede con Irak, con Afganistán, con Siria, con Libia, con Egipto, etc.
Es un deber de humanidad acabar con las guerras y con los armamentos, y con todo lo que ellos comportan de sufrimiento, muerte y destrucción, además de retacear a los pueblos pobres de la tierra -que se mueren por hambre y por enfermedades- la inmensa cantidad de miles de millones de dólares invertidos en la demencia de guerrear.
Dos frases continúan repitiendo los representantes religiosos y toda la gente del mundo: “Una sola tierra, dos Estados” (Israel y Palestina). “¡Nunca más la guerra, nunca más!”.

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